Capitanes, postores, monteros, rehaleros con sus perros, guardas, batidores y muchos otros dan lugar a una de las modalidades cinegéticas españolas más auténticas, características y seguramente más antiguas.
Año tras año son miles los que esperamos con enorme ilusión la llegada del otoño para volver a disfrutar de momentos inolvidables en compañía de amigos y conocidos en busca del lance soñado ante el mejor de los trofeos.
Para conseguir alcanzar este momento no son pocos los que trabajan y se esfuerzan a lo largo de todo el año para que la mancha esté perfecta, llevando a cabo un sinfín de actuaciones.
Una gran montería debe ser como una orquesta sinfónica, todos deben ocupar su lugar en el momento justo y comenzar a actuar cuando el director ordena el inicio. Sólo así las sinfonías sonarán como los grandes maestros las pensaron y compusieron y será, entonces, cuando el público pueda deleitarse con el éxito de un concierto inolvidable.