Sentado en la silla, con el rifle reposando sobre las piernas, el aguardista espera paciente la caída del sol. Vestido con doble capa para aguantar la plaga de mosquitos que, seguro, llegarán, casi al instante, rompe a sudar. Sabe que no queda otra, verano y esperas tienen su guión, estando escrito el sufrimiento de las horas previas a la falta de luz. De repente, una brisa fina que llega de la ribera y el cazador reconoce, entonces, con alivio, que la noche está aquí. Del mismo modo, la lógica parece en muchas ocasiones tardar en llegar.
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9 marzo, 2024 0 comments
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