Scott, Angie y yo llegamos al árbol después de 90 minutos de dura caminata, cerca de los 2.150 metros de altitud. Los sabuesos habían acorralado al oso después de medio día de persecución arriba y abajo por las escarpadas montañas de Idaho, ¡ya era hora! El gran macho, a 30 metros de una conífera enorme, ofrecía un disparo libre, si pudiese colocar mi flecha a través de un pequeño hueco entre la maraña de ramas. Suena fácil, hasta que intentas apuntarlo contorsionando tu cuerpo en un ángulo de 60 grados de inclinación.
Para aquellos que nunca cazaron al rastro con sabuesos, todo esto puede sonar decepcionante. Pero cazar con sabuesos es toda una experiencia en la que los perros dan todo lo mejor de sí. Es algo que realmente disfruto, y los Denny tienen buenísimos perros.