Mochuelo al principio del cazadero… ¡mal agüero!». Y en los primeros días, por la Pilarica, había unos cuantos. El primer domingo, a media mañana, los peores presagios ya se estaban cumpliendo: casi una legua pateando lindes y ¡cinco conejos… muertos! Y así lo que va de mes, cada domingo, más de lo mismo. La esperanza, puesta en el pelo, ¡a tomar por donde amargan los pépinos!