En la prensa

Un hombre rescata a su perro de un lazo ilegal colocado para cazar zorros

Fuente: informacion.es

La trampa estaba en un campo yermo de Xirivell cerca de la casa del propietario y hace siete meses ya liberó a otro animal atrapado de la misma forma

Becki es el nombre de un perrito de cinco años y raza indefinida al que su dueño le ha salvado la vida tras caer en un lazo ilegal colocado a menos de 25 metros de la casa de campo donde vive. El animal permaneció alrededor de una hora atrapado por el cuello con un cable de acero semejante al que se utilizan como freno en las bicicletas. Al otro extremo estaba anudado un fragmento de hormigón de unos diez kilos de peso cuya función es hacer de lastre para evitar que la presa pueda escapar.

El propietario de Becki es Juan Sepulcre y escuchó sus ladridos de auxilio cuando regresó a casa el domingo por la tarde. En su corta ausencia el animal se escapó por un agujero de la valla y, atraído por la comida que había junto al lazo, cayó en la trampa. Al verse completamente atrapado ni siquiera intentó escapar lo que, unido a su rápida localización, evitó que se provocara heridas mortales con el lazo, que no tenía freno ni placa identificativa y había sido elaborado de forma artesanal.

El hecho se produjo en la pedanía de Xinorlet (Alicante) a menos de un kilómetro del monte de Xirivell y todo parece indicar que el rudimentario mecanismo iba destinado a la captura de zorros. Una práctica clandestina y penada por la ley que tiene por fin evitar que las raposas diezmen la población de conejos, liebres y perdices de los cotos. Sin embargo, tan pronto como los responsables de la Sociedad de Cazadores de Xinorlet tuvieron conocimiento de lo sucedido, condenaron la acción rechazando por completo el uso de lazos ilegales o de cualquier otro procedimiento clandestino para la caza.

Pero no es la primera vez que en la partida rural de Xirivell se producen episodios de este tipo. Hace siete meses Juan Sepulcre también liberó a una perra de un lazo atado a una pesa. Fue en el mismo bancal sin cultivar donde el pasado domingo libró de una muerte segura a su Becki, el perrito ratonero que todavía mira con miedo.

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