En la prensa

El mapache no es bienvenido en Doñana

Fuente: sociedad.elpais.com

Pasear con un mapache (Procyon lotor) puede convertirte en el tipo más original del barrio. Pero esta exótica mascota, encantadora cuando es una cría, es una bomba de efecto retardado. «Al año de vida entran en celo, se vuelven agresivos y huelen mal», explica Francisco José García, biólogo que trabaja desde hace cinco años en Madrid para erradicar a este mamífero originario de Norteamérica. Mantener un mapache adulto en casa es complicado y muchas personas optan por la peor de las soluciones pensando que es la mejor de las salidas: soltarlos en la naturaleza.

El problema se ha trasladado ahora a Doñana y al entorno de este importante espacio protegido. Los agentes medioambientales han capturado ya 11 ejemplares en libertad cerca del parque y la Junta de Andalucía ha puesto en alerta a sus técnicos para evitar que se asiente esta especie invasora, voraz y con una gran capacidad de adaptación.
El problema ya es relevante en Madrid y Guadalajara, donde existen poblaciones asentadas desde comienzos de este siglo. Surgió cuando el mapache se puso de moda como mascota. Un artículo publicado en diciembre de 2011 en la revista Biological Invasions documentaba 160 avistamientos de mapaches en libertad durante la última década en España, sobre todo la zona central. La inmensa mayoría fueron detectados en entornos urbanos.
«Suelen aparecer en zonas de gran población», detalla Eloy Revilla. Este investigador de la Estación Biológica de Doñana, perteneciente al CSIC, resalta la relación evidente que hay entre la aparición de los animales invasores y el ser humano. En la mayoría de los casos es el hombre el que introduce este tipo de especies exóticas, que se convierten en un riesgo para la fauna autóctona. Como mascotas llegaron también los primeros ejemplares de cotorra argentina a la Península, donde se han aclimatado perfectamente. Lo mismo ha ocurrido con la temida rana toro, otro invasor. Este verano, un agricultor de Tarragona encontró entre sus cultivos un ejemplar y se sospecha que también se trataba de una mascota abandonada.
En el caso del mapache, la presencia de este mamífero en el parque de Doñana se detectó a principios del mes de septiembre de 2011. Uno de los dispositivos de fototrampeo del parque capturó la imagen de un ejemplar en la zona de las Marismillas, en pleno espacio protegido. También aparecieron algunas huellas en otras áreas dentro y en los límites de Doñana. El mapache está en el catálogo nacional de especies exóticas invasoras de 2011. «Su tenencia, comercio o cesión no puede ser legal salvo que el ejemplar fuera inscrito y registrado con anterioridad a noviembre de 2011», recuerda la Junta.
La Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente andaluza ha iniciado un «programa piloto de capturas de mapaches por trampeo cebado en zonas limítrofes con el espacio natural». Desde la foto de Doñana, se han atrapado 11 ejemplares en el arroyo Majaberraque, en Bollullos de la Mitación, y cinco más en una finca de este mismo municipio sevillano, próximo a Doñana. Los agentes medioambientales, según la consejería, sospechan que en esta finca pudo surgir el problema, ya sea porque los animales se escaparan o porque fueran liberados. Se ha abierto un expediente para tratar de averiguar qué ha ocurrido.
La hipótesis de la fuga no es descabellada. «Son animales muy inteligentes, tienen una gran inteligencia adaptativa», sostiene Francisco José García. Según este biólogo, los mapaches son capaces de abrir la puerta de una jaula. «Y ese conocimiento lo utilizan luego para abrir puertas de casas, hornos y neveras en busca de alimentos», añade.
Tras los avistamientos en Doñana y las llamadas de algunos particulares alertando de la presencia de mapaches en el Aljarafe sevillano, la Junta recurrió este verano a unos rastreadores profesionales para intentar atajar el problema. Javier Vázquez Rodríguez, veterinario y rastreador, fue uno de los encargados de peinar los municipios de Sevilla y Huelva que rodean Doñana en busca de estos animales.
Finalmente, se detectó la mencionada población en Bollullos de la Mitación, fuera de los límites del parque. “Tras localizar las huellas, se colocó el sistema de fototrampeo en agosto”, recuerda Vázquez. “La alarma saltó cuando en el fototrampeo se vio un grupo familiar”, señala la consejería. Fue entonces cuando los técnicos de la consejería, del espacio natural de Doñana y del Programa para el Control de Especies Exóticas Invasoras pusieron en marcha el plan para capturar a los ejemplares de esta zona.
Se instalaron trampas a lo largo de un tramo de unos dos kilómetros en el arroyo Majaberraque. De los 11 mapaches atrapados en libertad, se estima que ocho eran jóvenes y tres eran adultos (dos hembras y un macho). Es decir, se trataba de una población que empezaba a consolidarse en el arroyo y que ya se habría reproducido en libertad. La consejería cree que ha conseguido erradicar este foco, aunque a los agentes medioambientales de la zona se les ha repartido un manual de huellas para que puedan detectar rastros de más mapaches. Dentro de Doñana, sostiene la consejería, no se han vuelto a localizar más individuos desde finales de 2011.
«Atrapar 11 mapaches en Bollullos está muy bien, pero hay que estar alerta; no quiero ni pensar que se instalen en Doñana», avisa Francisco José García. Advierte de la facilidad que tiene esta especie para colonizar áreas naturales. García y su equipo han atrapado unos 300 ejemplares desde que comenzaron con el programa de erradicación en el centro de la Península. También han realizado un estudio genético de las poblaciones de Madrid y Guadalajara. «Dos hembras y un macho fueron suficientes para crear la población de Madrid, que ahora tiene entre 400 y 500 ejemplares», detalla García: «El mapache cría mucho, muy rápido y se establece en cualquier lugar».
«Espero que se esté atento y que se consiga eliminar ahora el problema cuando es fácil», sostiene Eloy Revilla. «Una vez que se descontrola es muy difícil erradicarlo», añade Xavier Fernández-Aguilar, especialista del Departamento de Medicina y Cirugía Animal de la Universidad Autónoma de Barcelona. A su facilidad para adaptarse al entorno, se añade que el mapache no tiene depredadores naturales.
Respecto a los peligros para la fauna autóctona, a Francisco José García le inquieta el daño que el mapache puede provocar entre las aves, uno de los tesoros de Doñana. «Es un depredador generalista», indica, y en su dieta también se incluyen los huevos que roba de los nidos.
«Comen casi de todo», insiste Eloy Revilla. A este experto de la Estación Biológica de Doñana también le preocupa el impacto que podría ocasionar una plaga de mapaches entre los anfibios endémicos y cangrejos del espacio protegido y su entorno.
A los peligros motivados por su voracidad y el daño que puede provocar en la fauna autóctona, se une que el mapache es gran transmisor de enfermedades, que pueden afectar a otros animales y también al ser humano. Se trata de dolencias como la rabia o el parásito Baylisascaris procyonis, que afecta gravemente al cerebro.
Los expertos consultados y los técnicos de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente insisten en que, por ahora, no hay razones para alarmarse por este asunto. Lo que han hecho los responsables de la Junta ha sido ceder al Departamento de Sanidad Animal de la Universidad de Murcia varios cadáveres de 11 los ejemplares capturados en Bollullos de la Mitación para que sus expertos realicen el estudio de parásitos y patógenos. «Toda la información relevante será enviada a la consejería, por si se requiere la toma de medidas de carácter sanitario urgente», añade el Gobierno regional.

Una plaga en Alemania
Mientras en España la llegada del mapache está vinculada a la moda de las mascotas exóticas, en el centro de Europa está relacionada con la industria peletera. Según detalla el biólogo Francisco José García, en los años veinte del siglo pasado se introdujo este animal en Alemania pensando en la fabricación de abrigos de piel. Luego, hubo algunas sueltas selectivas en la naturaleza.
Pero se les fue de las manos. Las estimaciones más conservadoras hablan de la existencia de 400.000 ejemplares de mapache en este momento en Alemania. Las más atrevidas, de cerca de un millón. El problema se ha extendido también a otros países como Rusia, Austria o Polonia.
El semanario Der Spiegel dio algunos detalles este verano de lo que calificaba como «invasión»: una asociación de cazadores estimaba que 67.700 ejemplares habían sido capturados y sacrificados en la temporada anterior.
Los mapaches llegaron a los bosques alemanes desde las granjas peleteras. Sin embargo, también hubo sueltas conscientes en los años treinta destinadas a «enriquecer la fauna» del país.
Esta práctica, que hoy horrorizaría a cualquier experto, era bastante habitual y está detrás de la llegada de especies exóticas también en nuestro país.
Un ejemplo claro es el del siluro. El biólogo alemán Roland Lorkowsky fue quien introdujo en la Península en 1974 este enorme pez de agua dulce originario del este de Europa y Asia. Soltó en el río Segre 32 alevines procedentes del Danubio. Luego, fueron los aficionados a la pesca deportiva los que extendieron esta especie por el tramo bajo del Ebro. A esta zona llegan hoy turistas alemanes y británicos, aficionados a la pesca, en busca del siluro.
Esta especie ha dado el salto al sur de la Península. Y se sospecha que, tras la reciente introducción del siluro en el pantano de Iznájar, el más grande de Andalucía, también hay motivaciones económicas. Para intentar que el problema no se extienda ahora por todo el Guadalquivir, la Junta ha decretado la prohibición de pescar esta especie en el pantano de Iznájar.

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