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Ciervos, cuernas y osteoporosis. Hablamos con Tomás Landete

Fuente: cienciaes.com

 

Cada año, el ciervo macho adulto se deshace de sus cuernas y comienza a generar otras nuevas. La muda de su cornamenta exige un gasto energético enorme para el animal porque equivale a crear casi una tercera parte del peso total de su esqueleto. El crecimiento de la cuerna es muy rápido, 1 cm/día para el ciervo ibérico y hasta 4 cm/día para el wapití americano. Mantener el ritmo requiere el aporte continuo de calcio y minerales imprescindibles para la formación de la nueva osamenta. Aunque la alimentación sea abundante, no es posible que el animal logre todos los nutrientes que necesita de la comida, se hace necesario un aporte adicional de calcio que sólo puede conseguir robándoselo a los huesos de su propio esqueleto. Como consecuencia, los huesos se debilitan y sufren osteoporosis.

 

En el ser humano, la osteoporosis es una enfermedad que debilita los huesos, los vuelve frágiles y propensos a las fracturas. Poco a poco, el tejido óseo va perdiendo sales de calcio, se hace menos denso y, como consecuencia, toda su estructura pierde solidez y se rompe con relativa facilidad al ser sometido a un esfuerzo o traumatismo. Aunque puede presentarse en hombres y mujeres de cualquier edad, la osteoporosis es más común entre las mujeres que han perdido su ciclo menstrual o han entrado en la menopausia y en las personas mayores.

En el ciervo, sin embargo, la osteoporosis es una enfermedad coyuntural. El animal la padece mientras genera una nueva cuerna porque extrae los minerales de calcio que necesita de su propio esqueleto. Cuando la formación de la nueva cuerna termina, el animal se recupera y la osteoporosis desaparece.

¿Puede servir el estudio de la osteoporosis en el ciervo para comprender la osteoporosis humana?

Nuestro invitado de hoy en Hablando con Científicos, Tomás Landete Castillejos, piensa que el fenómeno de muda de la cuerna en los ciervos macho puede ser de gran ayuda para investigar la osteoporosis humana. Para Tomás Landete el crecimiento de la cuerna equivale al esfuerzo que un atleta de élite debe desarrollar para conseguir alcanzar la meta en su deporte. Si el atleta está débil o enfermo, no conseguirá su objetivo. Con esta idea en mente, el equipo de investigadores del Instituto de Recursos Cinegéticos de la UCLM, al que pertenecen, junto a Tomás Landete, Andrés García y Laureano Gallego, descubrió que existen diferencias en la calidad del hueso que forma las cuernas de los ciervos, incluso cuando los animales tienen el mismo tipo de alimentación.

En condiciones normales, la cuerna es un hueso mucho más resistente que cualquiera de los nuestros. Si nuestro esqueleto estuviera hecho con huesos de una calidad semejante, las fracturas serían rarísimas y los servicios de traumatología no tendrían que andar recomponiendo huesos rotos tan a menudo. Tendríamos un esqueleto superresistente.

Sin embargo, los ciervos no siempre tienen unas cuernas de una calidad tan alta. Algunos años, sin que se sepa con seguridad la razón, los ciervos tienen las cuernas tan débiles que resulta relativamente frecuente que se astillen o se partan durante los enfrentamientos que los machos tienen por las hembras durante la temporada de berrea. El año 2005 fue un ejemplo muy elocuente de mal año para las cuernas de los ciervos. En casi todos los cotos de España se observaron cuernas rotas o astilladas, a pesar de que los animales parecían gozar de buena salud y estaban bien alimentados ¿qué había pasado?

Cuernas débiles y rotas.

Los análisis de las cuernas rotas revelaron que la pared del hueso era hasta un 30 por ciento más fina de lo normal entre los ciervos salvajes. En cambio, los animales criados en la Granja Experimental de Ciervos de la Universidad de Castilla-La Mancha en Albacete no presentaron ningún deterioro en la calidad de las cuernas. La climatología de aquel año fue particularmente severa, con más días fríos y abundantes heladas durante la primavera. Esto hizo pensar que tal vez el estrés provocado en las plantas pudo influir negativamente en los animales que se alimentaban de ellas. En cambio, aquellos ciervos que habían recibido una alimentación equilibrada en granja, no presentaron deficiencias apreciables.

Se sabe que las plantas, como respuesta a situaciones de estrés (frío, sequía o plagas) aumentan la cantidad de silicio absorbido y modifican la concentración de otros elementos químicos como el manganeso. La hipótesis defendida por Tomás Landete y su equipo es que la clave está en el manganeso, debido a su papel de intermediario en la fijación del calcio en los huesos.

Ciertos experimentos realizados con ratas de laboratorio vienen a apoyar esta hipótesis. Una dieta pobre en manganeso hace que los animales ganen peso pero, en cambio, sus huesos son más débiles. Las investigaciones demuestran que tras 12 horas de ayuno, una persona pierde unos 12 miligramos de calcio en la sangre. El organismo restablece el equilibrio rápidamente robando el calcio a los huesos para equilibrar la concentración en sangre. Los enfermos de osteoporosis, que tienen dificultades para fijar el calcio, literalmente, orinan parte de su esqueleto.

La hipótesis apunta al cerebro como órgano que, por su importancia, es destinatario del calcio que se roba en otros lugares del organismo. Algunos estudios parecen indicar que el proceso puede tener conexión con enfermedades degenerativas como el Alzheimer o el Parkinson. Esto son, por ahora, hipótesis de trabajo que hay que investigar utilizando el método científico, una investigación que requiere medios económicos y materiales que, por ahora, la crisis se niega a proporcionar.

 

Lo que está claro es que el estudio de las cuernas de los ciervos puede aportar luz a la comprensión de enfermedades como la osteoporosis humana y, tal vez , otras enfermedades degenerativas. Les invito a escuchar la entrevista con Tomás Landete Castillejos, ecólogo e investigador del Instituto de Recursos Cinegéticos de la UCLM.

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