En la prensa

Critican los reparos del Consell a la hora de aprobar refugios de fauna

Fuente: diariodemallorca,es

«Simplemente queremos vivir con tranquilidad y paz. Ser dueños verdaderos de nuestras propiedades y no ser invadidos incontroladamente, intimidados y presionados, además de no querer correr riesgos por escopetazos». Es la reivindicación de un grupo de trece titulares de fincas de la zona de Son Caules de Manacor (cerca de la carretera desdoblada de Manacor-Palma). «No hemos tenido otra salida que la de solicitar la constitución de un refugio de fauna. Nos sentimos totalmente indefensos. Nos dijeron que las tramitaciones con el Consell de Mallorca durarían unos cuatro meses y ya llevamos ocho, y tememos que este proceso burocrático se alargue mucho más tiempo. Vemos constantemente pisoteados nuestros derechos y perjudicada nuestra calidad de vida, no acabamos de entender esta ralentización en la aprobación del refugio de caza que reclamamos», lamentan.

El conflicto de payeses y dueños de casas construidas en fora vila contra cazadores viene de lejos. No obstante en los últimos años se ha visto todavía más agravado por la proliferación como champiñones de viviendas (capítulo aparte merece el hecho de que muchas edificaciones se hayan levantado ilegalmente). Asimismo, el incremento del número de cazadores (con o sin licencia en regla) es también toda una realidad.

Toni Muñoz, miembro del GOB, advierte de que frecuentemente «se dan situaciones de miedo, casi de amenaza, y muchos propietarios sufren en silencio».

A mediados de 2012 los ecologistas ya calificaron la intención del Consell de Mallorca de aprobar una tasa contra los refugios de fauna de «injusta, ofensiva, abusiva y sin precedentes». En concreto se anunciaba una nueva tasa anual que supondría a los propietarios de fincas tener que pagar 17,56 euros por hectárea y año para las primeras 20 hectáreas (con un suplemento si la superficie era superior). En el caso de los vedados de caza privados la tasa sería de la mitad: 8,80 euros por hectárea y año y para los vedados locales, gestionados por sociedades de cazadores, sólo una octava parte, 2,2 euros por hectárea y año.

El GOB apoya la creación de refugios de fauna «puesto que consideramos que es necesario contar con zonas donde la fauna se pueda refugiar, reproducirse o descansar con la tranquilidad pertinente». La figura de los refugios de fauna (antes denominados refugios de caza) existe desde 1970 (antigua ley de caza estatal) y nunca hasta 2012, ni a nivel estatal ni autonómico, se había planteado una tasa anual como ésta impulsada por el PP. El Consell la aprobó a finales de julio de 2012.

En estos momentos el Parlament tramita una modificación de la ley de caza que rebaja la tasa en cuestión a los mismos niveles que los vedados. El GOB cree que pese a ello es «igualmente injusto ya que no hay aprovechamiento particular sino beneficio social».

La declaración de refugios de fauna, que corresponde al Consell de Mallorca al asumir hace poco las competencias de caza, puede ser instada conjuntamente por el propietario de los terrenos y una entidad privada de carácter científico o cultural. En Mallorca, el GOB ha participado en la promoción de la práctica totalidad de refugios existentes. La extensión mínima para los refugios de fauna es de 10 hectáreas salvo casos excepcionales. Esta superficie puede estar formada por una sola propiedad o por la suma de varias titularidades colindantes.

Según el GOB, los terrenos de caza vecinos «se ven igualmente beneficiados al incrementarse naturalmente sus poblaciones cinegéticas gracias al papel de centros de producción y dispersión que ejercen los refugios de fauna».

Los ecologistas interpretan la polémica tasa «como una jugada política, en respuesta a la presión de sectores del mundo de la caza, para evitar que siga prosperando esta figura de protección». En la mayoría de casos en los que se han promovido refugios, los payeses y propietarios de casas han coincidido en justificarlos porque muchos cazadores no respetan las distancias respecto a las viviendas; la abundancia de cartuchos y otros residuos; desequilibrios de especies (algunas temporadas desaparecen gatos y plagas de ratas); disparos a perros y riesgos para niños; estrés, discusiones y ansiedad; averías de líneas eléctricas, etc.

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