En la prensa

Los agricultores elevan a «problema nacional» la proliferación de los conejos de monte

Fuente: lavanguardia.com

La superpoblación de conejos de monte sigue siendo una pesadilla para los agricultores del Alt Camp, Tarragonès, Baix Penedès y mitad sur de Lleida. Son las áreas con mayor densidad de estos roedores. En el conjunto de Catalunya se cazan 200.000 conejos por temporada. Los cazadores no dan abasto, mientras los agricultores han de seguir poniendo protectores a los cultivos para evitar daños. Ambos colectivos exigen a la administración que ponga fin a una problemática que se arrastra desde hace una década. En su opinión, un decreto de plagas podría ser la solución. Para Agricultura pero, con la ley actual, todavía hay margen de maniobra.

 

«Es suficiente, aunque no quiere decir que no sea mejorable», ha reconocido a ACN el director territorial de Agricultura, Anton Ballvé. Según Ballvé, la administración vela para que la incidencia del conejo baje a un ratio tolerable -inferior a 2/4 conejos por hectárea se considera idóneo-, un umbral muy sobrepasado especialmente en municipios del Alt Camp, sobre todo Valls, Figuerola del Camp y el Pla de Santa Maria.

El conejo se caza de octubre a febrero, pero desde 2003 la Generalitat permite la caza durante todo el año-siempre y cuando la sociedad de cazadores pida una autorización excepcional por daños en la zona-. Durante esta última temporada hábil de caza se han abatido casi 12.000 conejos en Alt Camp y Tarragonès, las zonas con más sobreabundancia. Con permisos especiales, de febrero y hasta ahora, se han cazado 5.500 más.

Los agricultores aseguran que los conejos ahora ya crían siete u ocho veces al año, y las camadas pueden ser de ocho y nueve crías. La Generalitat aconseja cazar al inicio de la temporada, en octubre y noviembre, que es cuando las hembras están en periodo de gestación. Desde la administración también se hacen quemas controladas en el territorio, todo ello para hacer frente a la gran cantidad de conejos.

Como toda fauna cinegética, la fórmula para evaluar la densidad de conejos que campan libremente por estos municipios tarraconenses es contando los ejemplares cazados. Si una asociación no sale a cazar o sencillamente no aporta los datos, el balance queda desvirtuado. En cualquier caso, son las únicas cifras que se disponen y constatan que la tendencia de las últimas cuatro temporadas de caza es ligeramente decreciente.

En 2008 se dio una punta máxima de más de 50.000 conejos cazados en las áreas de caza de Tarragona. La tendencia, sin embargo, es desigual. En algunos municipios se ha controlado más, pero en otros se ha agravado. «Mientras haya manchas habrá proliferación, ahora tenemos por muchas más regiones y eso nos hace abrir los ojos y ver que estamos ante un problema nacional», avisa David Bové, miembro de UP en el Alt Camp.

Plaga versus superpoblación

El sindicato apuesta por un decreto de plagas con medidas transversales que se convertiría en un paraguas para los afectados por la superpoblación de conejos y, a la vez, daría respuesta al problema del jabalí o el corzo. «Una ley preconstitucional deriva toda responsabilidad a los cazadores. Para un problema nacional hay una solución nacional: si arreglamos el problema de todos, arreglaremos el de cada uno», insiste Bové.

«Aquí, en el triángulo que conforman los ríos Gaià y Francolí y la sierra de Miramar, es terrible», lamenta el agricultor. Según Bové, en Vallmoll se ha perdido un millón de kilos de uva en los últimos ocho años. Hay agricultores que han optado por tirar la toalla al no poder asumir los 3.000 euros por hectárea que cuesta proteger las cepas con plásticos para ponérselo difícil a unos conejos «que han perdido la vergüenza», constata Bové.

La vid es uno de los cultivos que más les atrae por sus brotes tiernos, aunque también causan estragos en los cultivos del cereal, abundantes en el Pla de Santa Maria. La proliferación de conejos en Tarragona había llegado a enfrentar a agricultores -que acumulaban pérdidas- y a cazadores -que se sentían como unos «exterminadores»-, aliados ahora para exigir a la Generalitat que aporte soluciones.

Convencidos de que se trata de una plaga, los agricultores explican que con el nuevo decreto, por ejemplo, los cazadores podrían entrar en un torrente y actuar sin tener que esperar permiso de la ACA, o en una zona próxima a la vía del tren sin permiso de Adif. Agricultores y cazadores coinciden en que la Generalitat no afronta el problema como debería. La administración, sin embargo, se mantiene firme en este sentido.

«La Generalitat no reconocerá el conejo como plaga, está en medio de la cadena trófica, y el actual marco legal lo imposibilita, es una reivindicación que nosotros no asumiremos nunca», sentencia Ballvé. «Tenemos que ir un paso por delante y estar al acecho, trabajamos a partir de una cartografía de las zonas más afectadas y con reuniones periódicas con cazadores, agricultores y agentes rurales para hacer seguimiento de la problemática», concluye.

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