En la prensa

La lluvia esconde a la perdiz

Fuente: diariodeleon.es

Aunque las previsiones meteorológicas anuncian una leve mejoría para el domingo, el comienzo de la temporada de caza menor estará marcado por la lluvia que en los últimos días cae de forma leve o moderada según en que zona de la provincia.

 

Además habrá que contar con el viento, un meteoro muy molesto para la caza, especialmente para la perdiz. Si se ven apuradas las «patirrojas» ponen «el culo al viento» y arrancan con gran velocidad, dificultando el tiro. Todo lo contrario sucede cuando el sol aprieta y, tras un par de vuelos, se quedan en la maleza arrancando a postura de perro, especialmente en estas primeras jornadas. La mayoría de acotados abrirán la temporada el domingo 27 de octubre mientras que algunos esperarán al día uno, festividad de Todos Los Santos.

El puente de los Santos suele ser aprovechado para cazar por muchos aficionados residentes fuera de los pueblos, incluso en otras comunidades, que en este día tan especial se reúnen con la familia en su lugar de origen. La cantidad de agua caída en los últimos días no ha conseguido todavía anegar los campos pero sí ha logrado, sin embargo, que nazcan los trigos sembrados a principio de octubre, que ya verdean sobre el terreno y poner dificultades para caminar sobre los campos recién arados.

Y las impresiones que se obtuvieron en la media veda parecen confirmarse. Es cierto que la climatología adversa no permite constatar la auténtica realidad de las poblaciones de especies cinegéticas, pero son ya muchos los indicios de que nos encontramos ante un año malo de perdiz, especialmente en la Tierra de Campos y a pesar de que algunos acotados intentaron en primavera reforzar con repoblaciones las poblaciones de perdiz. No sucede lo mismo en las zonas de media montaña donde se aprecian buenos bandos.

La liebre parece encontrarse en mejor situación. Sin ser un año excepcional sí se están viendo liebres lo que representa una buena noticia, especialmente para los galgueros. Zonas especialmente apropiadas para que corran los galgos como Valderas o Sahagún de Campos vuelven a tener «rabonas» tras los estragos que hace algunos años se produjeron con el envenenamiento de los topillos.

El mal año que se presenta en la perdiz puede verse compensado por el conejo de monte, que parece ha criado bien, así como las palomas torcaces de las que pueden verse grandes bandos en las masas boscosas de encina de la zona sur de León. Se esperaban con impaciencia las lluvias para que refrescase el campo y el monte reseco. El trabajo de los perros de rastro se ve facilitado por el terreno húmedo. Además el suelo de los montes se ha cubierto de bellotas y hayucos, un alimento vital para los «cochinos». Ya caen las castañas en la comarca berciana, y con abundancia a pesar de que el fruto no ha alcanzado el tamaño deseado, lo que dificultará la recogida y menguará el precio. Todo esto ha repercutido positivamente en la caza del jabalí. Las últimas monterías están resultando afortunadas por la presencia de «cochinos».

Desde hace algunos años la apertura de la temporada de caza menor no mueve a los aficionados hacia esta modalidad que, a pesar de ser realmente emocionante, tiene el hándicap de la escasez crónica de perdices y sí hacia las monterías.

Las cacerías de jabalí, sin embargo, no han entrado todavía en su mejor época. Si cesasen las lluvias y el campo se secase comenzaría la cosecha del maíz, que este año viene muy retrasado. Con la llegada del frío y la nieve y la recogida de parte del maíz que conlleva el desalojo de los cohinos de las zonas inestables se producirán las mejores cacerías, pero para que esto suceda faltan al menos un par de meses.

De momento se siguen dando las monterías de rigor y, aunque los monteros son optimistas, pues dicen que siempre ven jabalíes, lo cierto es que la mayoría se saldan con dos o tres animales abatidos a lo sumo. Y ello a pesar de que las rehalas de perros ya trabajan el monte con total normalidad.

La apertura de la temporada de caza menor coincide con el mayor apogeo en la recogida de setas. Las dos aficiones, cinegética y micológica, chocan con frecuencia sobre el terreno.

Los cazadores se quejan de la invasión del campo y de los montes, que ellos pagan en ocasiones muy caros, por los buscadores de setas que sin pretenderlo mueven la caza. Los que buscan los sabrosos frutos también se quejan del peligro que supone recibir un disparo involuntario. Extremar la prudencia y profesionalizar las cacerías son pues una necesidad imperiosa para evitar los accidentes.

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