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La hostelería y el comercio, contentos por el regreso de la caza a Villaviciosa tras dos años

Fuente: lne.es

Los hosteleros y comerciantes de Villaviciosa están encantados de que se haya retomado la actividad cinegética en el concejo, parada desde hacía dos años. Éste es el cuarto fin de semana que los cazadores han sacado al monte sus escopetas y esta actividad ya se ha empezado a reflejar en los negocios locales, que se habían resentido.

 

Manuel Villazón Junco regenta una armería y tienda de deportes que vende artículos de caza. Asegura que el período de parón cinegético en Villaviciosa «se notó muchísimo», situación agravada por la crisis. Junco reconoce que es un deporte caro, porque además de equiparse, la tarjeta del coto, el seguro y el permiso y la licencia de armas salen por un pico. Admite que estaba esperando a que se empezara a cazar no sólo como comerciante, sino también a título personal porque es cazador.

Los artículos que más demandan a diario los cazadores en su tienda son munición, botas y ropa especial de agua y abrigo. «La adjudicación de los cotos fue buena para todos, para los negocios y para los cazadores», incide Villazón. Tampoco se olvida de los agricultores y ganaderos, que están desesperados por el aumento de la fauna salvaje que arrasa con sus cultivos y pastos.

A pesar de que se haya retomado la actividad en Villaviciosa, Manuel Villazón indica que en su negocio «hasta ahora se notó poco», pero confía en que vaya repercutiendo más en invierno. No obstante, lo ve muy positivo porque «acaba con muchos problemas, como los del campo y da más vida» al concejo.

A escasos metros de la armería, Jesús Suárez Piquero regenta el bar y restaurante El Horru, una parada habitual de los cazadores que quieren reponer fuerzas después de un intenso día en el monte. «Lo estamos notando mucho», asegura el hostelero, ya que las cuadrillas han regresado a su establecimiento a encargar comidas o cenas para unas treinta personas de media. Nada que ver con los dos últimos años, con una merma de ingresos por la crisis y la ausencia de caza.

En cada jornada de actividad cinegética se pueden mover en el concejo unas 180 personas, que generan ingresos ya desde primera hora de la mañana. José María Pezón es el presidente de la Sociedad de Cazadores «El Portal», que tras varios litigios y dos concursos declarados desiertos, ha logrado volver a hacerse con la gestión de los cotos maliayeses.

Explica que al amanecer, alrededor de las siete de la mañana, suele reunirse la cuadrilla con el guarda en un bar. Aprovechan para desayunar y planificar el día. Sobre las ocho, suelen partir hacia el monte. Por lo que además de los mencionados desayunos, muchos cazadores compran pinchos y bebida para llevar. En otras ocasiones, a media mañana, vuelven a juntarse para tomar algo o reponer fuerzas en el bar. Pero no sólo eso, una vez finalizada la jornada, suelen reunirse de nuevo. «Llamas a un restaurante para que preparen un menú para comer, cenar o merendar, depende cuándo acabes», apunta Pezón, que reconoce que el monte «da hambre».

También hay que sumar que mientras esperan para sentarse a comer toman algo. Y eso todo suma.

Los negocios maliayeses agradecen que las cuadrillas den movimiento a sus locales entre semana, cuando el número de clientes es inferior al del fin de semana. Los martes son las batidas de jabalíes y los miércoles y jueves se practica la caza menor. Los sábados vuelve a haber batidas y los domingos, batidas y caza menor.

Yanet Suñol está tras la barra del bar La Regatina, igualmente frecuentado por cazadores. Admite que está habiendo «más movimiento», principalmente los martes y los fines de semana. «Ya tenía ganas de que empezasen a cazar porque es bueno para los bares», explica.

En el suyo suelen parar casi todas las cuadrillas sobre las siete de la mañana a desayunar y, de regreso, a tomar un vino o una cerveza, por lo que desde que se retomó la actividad «se está notando más gente».

La caza es un deporte que genera un importante flujo económico, por lo que los comerciantes y negocios respiran aliviados ya que, por fin, después de dos años pueden volver a hacer caja y paliar así, en parte, los efectos de la crisis, que está afectando tanto a sus locales.

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