En la prensa

Veterinarios que dan la cara por la caza

Primero fueron los taurinos y ahora le toca a los cazadores. Por eso, el sector cinegético se concentró este domingo en toda España para pedirle al Gobierno que frene «la escalada de insultos, agresiones y ataques» que sufre el colectivo en redes sociales. Y no estarán solos. Los veterinarios, muchos de ellos también ganaderos y agricultores, apoyan una actividad que consideran clave para el desarrollo económico del mundo rural, la conservación de las especies y el equilibrio de los ecosistemas. Así, responden a animalistas y ecologistas y advierten de que asistimos a un «radicalismo» que, además, confunde bienestar animal con humanización

1. Carlos Díez Valle: «Puede frenar el avance de enfermedades»

Díez Valle es veterinario especializado en fauna silvestre. Defiende la caza «como un elemento de gestión que, en muchos lugares, es imprescindible». Sobre todo, desde un punto de vista sanitario: «La peste porcina africana es una enfermedad vírica que está siendo un problema en el centro y este de Europa (de momento, no afecta a España aún pero las autoridades ya están alerta), y cuyo principal responsable es el jabalí». Como esta patología no tiene tratamiento y no existe una vacuna, Díez Valle explica que «el único método de control que puede frenar el avance de la enfermedad es la caza de esta especie, que es una plaga».

También hay problemas con la sarna transmitida por otras especies cinegéticas como la cabra montesa, el corzo o el rebeco en los Picos de Europa o en algunas zonas de los Pirineos. «Son enfermedades asociadas a desequilibrios de las poblaciones, a densidades elevadas y, en estos casos, una manera de contribuir a frenarlo es a través de la caza. Hay que tener en cuenta que, cuando hay tratamiento, si no se controla la densidad de población, tampoco funciona».

Pero, aparte de enfermedades, la presencia de determinados animales también puede poner en peligro la flora: «En el Parque Nacional de Monfragüe, por ejemplo, se ha visto que el ciervo ha llegado a alcanzar tales densidades que han comprometido muchas plantas autóctonas».

Otro beneficio que este veterinario ve en la caza es que, al dedicarse esfuerzo a conservar determinadas especies que se quieren cazar, se benefician otras: «Es una de las actividades más reguladas que exige el respeto por ciertos cupos a la hora de abatir animales. A esto se suma que los cazadores invierten mucho dinero en conservación de algunas especies que incluyen comederos y bebederos de los que se benefician otras especies que no son cazadas».

Díez Valle no ve la caza como un deporte sino como una actividad en la que la gente aprovecha para pasar el día en el campo y consumir la carne de los animales que abaten.

Este veterinario no pone en duda su amor por los animales. «No es excluyente ser veterinario y estar a favor de la caza. Además, hay que recordar que mueren animales en mataderos para que todos consumamos carne y los veterinarios también trabajamos en ellos». A su juicio, la sociedad actual está yendo hacia un «aninalismo radical».

2. Carlos Sánchez: «Un animal no tiene los mismos derechos que una persona»

«Los animales no deben tener los mismos derechos que las personas porque no tienen las mismas obligaciones. Debemos cuidarlos, pero hay ciertas líneas rojas que no hay que sobrepasar». Carlos Sánchez se opone a la defensa a ultranza de los animales que, a su juicio, está llevando a su «humanización».

Tampoco cree en el apoyo sin condiciones a la caza, que «debe ser sostenible, porque hay que asegurarse de que no tenga un impacto negativo en las especies». Sí valora la utilidad de la caza para luchar contra las plagas, como el caso del jabalí. «Cuando saltan a la carretera pueden provocar accidentes de tráfico y, además, transmiten enfermedades al ganado como la tuberculosis». Las plagas también provocan daños económicos: «En muchas regiones hay demasiados jabalíes y conejos que destrozan cultivos como el maíz, la viña o el cereal». Pero la caza también contribuye al mantenimiento de especies: «En cotos donde hay interés por cazar especies determinadas como la perdiz roja, es donde más abunda». Esto trae otro beneficio: la perdiz o el conejo permiten la presencia de otras especies en peligro, como el lince ibérico o el águila imperial.

3. Nicolás Urbani: «Maltrato es tratar a un perro como a un bebé»

Nicolás Urbani es veterinario, gestor de explotación agraria y cazador. Defiende la actividad cinegética por considerarla una prática ancestral pero, sobre todo, por «su vinculación económica al mundo rural«. Defiende que la caza «evita daños agrícolas gracias al control de plagas como el conejo». Urbani señala que para su eliminación podrían usarse otros métodos como el veneno: «El uso de químicos es ilegal, afectaría a todo el ambiente y perjudicaría a otras especies y al ser humano. En cambio, la caza es selectiva, elimina solo lo que es necesario controlar».

Como cazador explica que, contrariamente a lo que se dice para criticar esta práctica, «el fin no es matar, es disfrutar de la naturaleza y ver cómo cazan los perros que han sido seleccionados durante miles de años para hacerlo. Somos cerca de un millón de cazadores y muchos de nosotros nos volvemos a casa sin abatir ningún animal. El resto del tiempo lo pasamos gestionando el medio natural para, egoístamente, equilibrar las poblaciones cinegéticas».

Para Urbani, el maltrato animal podría ser «»tratar a un perro, por ejemplo, como si fuera un bebé porque no desarrolla su comportamiento normal o tener un husky siberiano metido en un piso en Zaragoza porque no está preparado para ese ambiente».

4. Pablo Hernández: «Defiendo la caza porque defiendo el equilibrio»

«Defiendo la caza porque defiendo el equilibrio y la biodiversidad. Por ello, no se puede permitir que una especie cinegética agote el ecosistema ya que cuando esto sucede afecta a todas las especies herbívoras, carnívoras, cinegeticas y no cinegéticas». Hernández detalla los peligros de no controlar las superpoblaciones: «Donde la caza no está permitida las especies cinegéticas se reproducen hasta crearse una sobrepoblación. Esta acaba con los recursos alimenticios naturales y su agotamiento produce, en primer lugar, una pérdida de peso de los animales, seguidamente, el sistema inmunitario se deprime provocando la aparición de enfermedades que acaban con la muerte “natural” de un porcentaje importante de esta población».

Así, como veterinario, Herández explica que no le gusta ver cómo se destruye el ecosistema ni que «los animales se tengan que regular a base de enfermedades. Además, cuando sufre el ecosistema sufren todos los animales, no solo los cinegéticos».

5. José Montoiro: «Los cazadores se encargan de la limpieza de los montes»

José Montoiro defiende la caza porque considera que es útil para su labor: «Permite la realización de estudios genéticos de los animales cazados o la elaboración de análisis post mortem para estudiar sus patologías».

Montoiro añade que el marcado que hacen los cazadores de los animales permite estudiar su actividad durante años. «Por ejemplo, a las becadas se les colocan anillas que permiten saber dónde fueron avistadas y dónde capturadas».

Además defiende que los cazadores realizan una labor social al encargarse de «la limpieza de los montes, de proveer con alimentación de fauna salvaje para tener controladas las poblaciones y de crear un hábitat lo más adecuado posible».

Este veterinario es cazador y defiende que su profesión no es contradictoria con su afición por la actividad cinegética: «Tengo ganado, tengo perros, me gustan los animales y la naturaleza. De hecho, voy más para ver a los perros cazardesenvolviéndose de acuerdo con su instinto que para mi propio disfrute», asegura este miembro de la Federación Gallega de Caza.

6. José María Barbero Gil: «Muchos nos estigmatizan por pura ideología»

Por E. Montañés

José María Barbero Gil ejerce en tierras salmantinas. Este veterinario defiende que es un profesional independiente y no practica la caza, pero valora que el sector da de comer a muchas familias. «La caza regula la población de las especies si éstas no tienen competidores cercanos y ayuda a controlar la cadena trófica». Sin la caza, «el daño sería muy alto». «Nos critican los animalistas por motivos que obedecen más a la ideología que a criterios medioambientales, porque la caza ayuda. Y nos estigmatizan porque no pensamos como ellos», dice.

Fuente: abc.es/sociedad

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