En la prensa

Cuando el conejo es el problema

La sobrepoblación de cabras montesas en el Parque Nacional de Guadarrama está desforestando grandes extensiones de terreno y provocando graves daños en la vegetación autóctona. En núcleos urbanos de Barcelona, Madrid y Asturias las visitas de jabalíes no son esporádicas y más serio aún es que se han convertido en una de las principales causas de accidentes en las carreteras de Castilla y León. En la zona del cantábrico se han registrado ataques de lobos y se teme que los osos empiecen a expandirse –teniendo en cuenta que hay alrededor de 450 y de ellos 60 hembras gestantes– y atemoricen a la población rural. Por no hablar de los conejos, convertidos en una epidemia en zonas de La Mancha y Castilla y León que arrasa cultivos sin piedad.

La sobrepoblación de algunas especies se está convirtiendo en un problema cada vez más serio que preocupa, sobre todo a agricultores y ganaderos. Para hacerle frente, la actividad cinegética se presenta como la solución más eficaz pero una fuerte oposición social y administrativa se lo impide. Lo achacan a la «bambinización» de la naturaleza.

«La culpa la tiene Walt Disney con películas como “Bambi” que pinta a ciertos animales como seres idílicos y a los cazadores como fieros sin escrúpulos», destaca el director de Cinegética, Rodrigo Moreno. «Lo que ocurre es que hay una desconexión absoluta entre el mundo rural y el urbano y, los jóvenes urbanitas desconocen que la caza es el método más eficaz de conservación», añade.

Y en este sentido pone de ejemplo lo que está ocurriendo en la Sierra de Guadarrama con la sobrepoblación de cabras montesas: «Calculamos que habría que eliminar 3.000. El problema más inmediato es el brote de sarna, es una enfermedad que se expande muy rápido y como hay gran cantidad de especies podrían morir hasta el 80%», advierte el director de Cinegética. Un informe elaborado por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid estima que su población en Madrid «casi triplica a la que los expertos consideran máxima para la especie». Pero el Tribunal Superior de Justicia provincial decidió desoírlo y paralizó el plan del Gobierno Regional para matar a 2.500 animales hasta 2020 con el fin de reducir el exceso de ejemplares.

«El no hacer nada no puede ser una política, ¿quién asumirá la responsabilidad si se desata el brote de sarna o de las muertes cada vez más numerosas en carreteras por el exceso de jabalíes?», apunta el decano del Colegio de Ingeniero de Montes, Eduardo Rojas. «Tenemos que eliminar la idea de que la caza es una actividad de la nobleza, es una actividad de conservación del mundo rural y forma parte de nuestro patrimonio cultural». Pero Rojas considera que está denostada «porque nos estamos empeñando en esconder la muerte a las nuevas generaciones» a lo que se suma otro factor: «Hemos convertido a los animales en iconos, se ve perfectamente con el lobo gracias a la necesaria defensa que hizo de él en su momento Félix Rodríguez de la Fuente».

Este animal está protegido en toda Europa bajo la normativa Hábitat de la UE porque durante mucho tiempo estuvo en peligro de extinción. Sin embargo, en nuestro país es una especie que se ha recuperado y está generando conflictos. Según el último informe del que era el Ministerio de Agricultura y Pesca existen alrededor de 300 manadas, la mayoría concentradas en Castilla y León. Al sur del Duero también se están registrando familias de lobos: «En Madrid, hasta siete», destaca el director de Cinegética, pero «una extraña ley europea no permite la caza al sur del Duero y ya se ha informado de un ataque en el Escorial y se han contabilizado dos muertes de lobos en Villalba y cerca de Burgos. Se está convirtiendo en un verdadero quebradero de cabeza», afirma.

«Lo absurdo es el iconismo y la no racionalidad, no tiene sentido mantener las medidas restrictivas para su caza», dice por su parte el decano de los ingenieros de montes. Y recuerda que «tenemos ecosistemas tan grandes que no es posible gestionarlos sólo con dinero público». «Tenemos que aprovecharnos de la actividad cinegética y del dinero que genera. Si un señor paga por cazar especies que tienen superpoblación bienvenido sea, el mundo rural necesita financiarse», afirma.

«Nosotros tenemos una visión muy distinta», comenta por su parte el responsable de conservación de especies de Ecologistas en Acción, Miguel Ángel Hernández. «Debemos plantearnos por qué las poblaciones de animales que generan problemas son las que están sometidas a la actividad cinegética o lo han estado en un pasado cercano. Si un animal se ve sobreabundante es porque las condiciones de refugio y comida son muy óptimas y lo que hay que preguntarse por qué», señala. En el caso del jabalí, los ecologistas se preguntan por qué en España se ha aumentado el número de granjas y también su importación para sueltas en cotos. Y en el caso del conejo por qué sigue habiendo repoblaciones.

«Son problemas que la caza no soluciona, sino que contribuye a fomentarlos y no es verdad que se cace poco, se caza más que nunca, de hecho hay más de 800.000 licencias», aclara Hernández. Para erradicar los problemas asociados con la superpoblación de especies Hernández apuesta, en el caso de los conejos, por «fomentar el uso de las mallas conejeras entre los aludes del ave y los cultivos, porque evitan el 90% de los ataques»; recuperar la depredación natural – «no es posible que en una finca se den permisos para cazar la misma cantidad de conejos que de zorros, cuando estos últimos se alimentan de conejos–; y conservar los espacios verdes para que los herbívoros tengan donde alimentarse y no destrocen las siembras». Aun así, desde Ecologistas en Acción consideran que el problema está «magnificado» y que se ha generado «un alarmismo infundado».

Rodrigo Moreno, el director de la feria Cinegética no comparte ni las cifras de los ecologistas ni su razonamiento. Asegura que del millón de licencias de caza que había hace 15 años, se ha pasado a 600.000. Admite que en el mundo rural han cambiado los hábitos y que la caza no es una actividad que despierte interés entre los jóvenes. Pero advierte: «Ayuda a conservar ciertas especies y la población en el campo, además de los puestos de trabajo que genera».

Fuente: larazon.es

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