En la prensa

Devolver la carroña al campo para asentar al buitre negro

Un proyecto suma a 60 ganaderos y 15.000 hectáreas de dehesa para que la rapaz pueda alimentarse de forma tradicional.

Cincuenta buitres se pelean por los restos de una oveja en plena dehesa pacense. Se pueden ver en un círculo, a un lado de la carretera que une los pueblos de Oliva de la Frontera y Valencia de Mombuey, mientras mueven el cadáver a picotazos. Entre una mayoría de especímenes leonados, cinco buitres negros luchan por llevarse su porción. Ellos son los verdaderos protagonistas. «Esto es el fruto del trabajo de dos años», resume Álvaro Guerrero, cofundador de Acción por el Mundo Salvaje (AMUS).

España acoge a más del 90 por ciento de los buitres negros de Europa, con Extremadura como el principal bastión de esta ave en peligro que puede llegar a medir cerca de tres metros de envergadura. En 2017 AMUS puso en marcha, gracias al apoyo de la Fundación Banco Santander, un proyecto para recuperar a la rapaz, y, sobre todo, paralograr que se reproduzca en España. Casi todos sus lugares de cría se perdieron en los años 60 y 70 del siglo pasado. El veneno contra una especie incomprendida y la disminución de la comida fueron entonces los principales motivos.

Por ello, el proyecto de conservación ha apostado por construir dos comederos específicos para el buitre negro, cuatro plataformas de nidificación, se ha mejorado su hábitat, se ha trabajado en la concienciación de la población local y, sobre todo, se ha involucrado a un sector vital, los ganaderos de ovino, que ahora pueden abandonar los cadáveres en el campo.

Un «largo» proceso

«Los comederos fueron importantes en los 70, 80, 90…, pero luego vimos que había problemas asociados», cuenta el técnico del proyecto, Alfonso Godino. Se refiere a la concentración de aves o a la alteración del proceso de selección natural, dos factores que se tienen muy en cuenta a la hora de gestionar los suyos. La población del buitre negro llegó a estar gravemente amenazada hace cincuenta años, con apenas unas 200 parejas censadas en España. Ahora la cifra llega a las 2.440. Sin embargo, su reproducción en el país es anecdótica. «Pueden estar cinco años en la Península y luego irse a criar fuera», cuenta Godino. Su naturaleza filopática les hace volver a su lugar de procedencia para la cría.

Por eso es importante que la alimentación vuelva a ser lo más natural posible. Hasta 60 ganaderos extremeños se han adherido al programa que les permite, a través de un acuerdo de custodia, abandonar sus reses muertas en los dos nuevos puntos de alimentación o en las fincas ubicadas en los campos comunales de la zona. Una práctica que había caído en desuso por cuestiones de sanidad.

Hace unos días, los alcaldes de Oliva de la Frontera y Valencia de Mombuey acordaron sumar unas 15.000 hectáreas de dehesasboyales de titularidad pública al proyecto, para que se puedan abandonar allí los cadáveres, aunque el caprino solo se permite en comederos y siempre tiene que haber garantías sanitarias. A cambio los ganaderos se ahorran el precio del seguro de retirada de ovino (unos 400 euros al año). Los dos comederos, además, intentan ajustarse a las preferencias del buitre negro (cadáveres despiezados en zonas con vegetación) para intentar evitar la competencia del buitre leonado, que tiene predilección por lugares llanos, abiertos y comida entera.

Lograr que los buitres negros asienten su cría en España es un «proceso largo y complicado», reconocen en AMUS. Por ahora las plataformas artificiales de nidificación están a la espera de que alguna de las parejas se decante por ellas.

Fuente: ABC sociedad

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