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La UCO pone cifras al impacto económico de los incendios forestales

Un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) ha puesto cifras al impacto económico de un incendio forestal sobre especies emblemáticas usando como ejemplo los de Doñana y la Sierra de Segura en 2017, siendo una cantidad cercana a los 300.000 euros lo que costó el incendio de Doñana, según la estimación realizada por el grupo.

Según información recogida en 20 minutos, el incendio se produjo en 2017 y destruyó alrededor de 8.500 hectáreas, en su mayor parte del Parque Natural de Doñana, que conforma el hogar de numerosas especies emblemáticas.

El fuego destruyó el hábitat de un grupo de linces ibéricos, una de las especies amenazadas más simbólicas de la Península Ibérica, que se vieron obligados a escapar y trasladarse a otro lugar. El centro de cría de lince ibérico de El Acebuche también tuvo que evacuar a sus ejemplares. Uno de ellos, una hembra, murió debido al estrés sufrido durante la captura y el transporte. «A la hora de calcular las pérdidas económicas de un incendio nunca se tiene en cuenta el coste del impacto sobre las especies que viven allí», ha afirmado Ricardo Zamora, que junto a Juan Ramón Molina y Francisco Rodríguez y Silva, del Departamento de Ingeniería Forestal, ha trabajado en esta investigación. «Se necesitaba ponerle valor a la biodiversidad y para ello, era importante poner cifras», ha sentenciado.

El equipo de investigación ha querido reivindicar la importancia de la biodiversidad calculando el coste económico de los efectos de los incendios forestales en especies emblemáticas, algo que no se había hecho antes en Europa. La investigación se ha centrado en dos incendios distintos que se originaron en 2017: el de Doñana, y el que se produjo en Segura, en el que se quemaron 830 hectáreas.

Es complicado valorar la biodiversidad de un bosque en su conjunto, por ello, han decidido seleccionar algunas especies emblemáticas de la zona mediterránea, como el lince ibérico y el águila imperial. El trabajo se ha realizado mediante dos vías. La primera ha tenido en cuenta el dinero invertido en programas de conservación y protección de estas especies. En la segunda, se han realizado encuestas para estimar la cantidad que la población estaba dispuesta a pagar para proteger a las especies emblemáticas. «La sociedad siempre está dispuesta a pagar más por conservar a sus especies emblemáticas aunque la diferencia es mucho mayor, por ejemplo, en el caso del águila imperial que en el del lince ibérico», ha puesto de manifiesto Juan Ramón Molina.

Los resultados ofrecen datos de euros perdidos por hectárea de incendio en relación a los dos incendios. En el de Doñana, donde murió un lince ibérico y un grupo de ellos perdió su hábitat por completo, las pérdidas económicas se estiman entre 209.619 y 295.838 euros si se tiene en cuenta el dinero invertido en el programa de conservación, y entre 295.838 y 322.733 euros en relación a la cantidad que está dispuesta a gastarse la ciudadanía para la conservación de especies. Por otra parte, para el incendio de Segura, mucho más pequeño y sin mortalidad de especies emblemáticas, las cifras se estiman entre 634 y 777 euros en el primer caso y 3.116 y 3.258 euros en el segundo.

Este estudio forma parte de un proyecto para crear una herramienta de evaluación económica de incendios forestales, Visual Seveif. En ella, se tienen en cuenta los recursos tangibles -aquellos que tienen precio de mercado- pero también recursos intangibles como la fijación de carbono o, como es el caso, la biodiversidad. El equipo de investigación también ha trabajado para incorporar a la evaluación económica la variable de ocio y turismo, es decir, el valor paisajístico que tiene el bosque y su valor como lugar de recreo.

El proyecto, que comenzó en 2010, concluye con la inclusión de las variables de biodiversidad y de ocio y turismo en la herramienta, aunque ellos no se cierran a estudiar nuevas variables. «Estamos pensando en mejorar la herramienta mediante la incorporación de otras variables como la de vivienda y de erosión del suelo», ha comentado Juan Ramón Molina. Aunque para ver eso, según el investigador, «aún queda mucho».

Fuente: 20 minutos

 

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