En la prensa

El humo de los incendios en Siberia ha cubierto una superficie mayor a la de la Unión Europea

Mientras Siberia continúa ardiendo sin tregua desde hace dos meses, el área del humo provocado por los incendios supera los 7 millones de kilómetros cuadrados, una superficie mayor a la del conjunto de países de la Unión Europea -que cuenta con 4.476 millones de kilómetros cuadrados-.

Los científicos apuntan que esta extensa capa de humo incide en el calentamiento global. «El humo sobre las nubes puede ser particularmente importante cuando se piensa en el clima», explica a Euronews Antti Lipponen investigador en el Instituto Meteorológico de Finlandia. «El humo absorbe la radiación solar que de otra manera sería reflejada de vuelta al espacio por las nubes, pero ahora parte de la radiación no se refleja debido al humo».

Pierre Markuse, experto en obtención de imágenes por satélite, muestra en su cuenta de Twitter cómo se ve la cantidad de humo de los incendios en la República ruso de Sajá, limítrofe con el océano Ártico.

Anu-Maija Sundström, investigadora también del Instituto Meteorológico de Finlandia, ha comprobado que el humo ha llegado a alcanzar la costa norte de Alaska, Estados Unidos.

Ozone Mapping and Profiler Suite (OMPS) | Earthdata – NASA

Greenpeace dijo el lunes que la superficie afectada por los incendios forestales en Siberia sigue creciendo y se extiende a día de hoy a 5,4 millones de hectáreas.

Konstantín Fomin, uno de los portavoces de la ONG en Rusia, confirmó a Efe que desde los inicios del año el fuego afectó ya a 14,9 millones de hectáreas.

Dos meses después Siberia sigue ardiendo en gigantescos incendios visibles desde el espacio

Las redes sociales exigen a Rusia que actúe contra los incendios

El triste récord de la superficie quemada fue registrado en 2012, cuando los incendios forestales arrasaron 18,1 millones de hectáreas en este país, cifra que podría ser superada en 2019, advirtió el portavoz de la organización ecologista.

La ONG añadió que en la actualidad se lucha contra el fuego solo en 283.200 hectáreas, ya que la gran parte de los incendios se encuentran en zonas remotas donde las autoridades no están obligadas a combatirlos.

Lo malo no es solo que arda Siberia. Lo terrible es que los incendios están asolando este verano todo el Ártico. Las imágenes por satélite ofrecen un panorama pavoroso de Alaska, Siberia, Groenlandia y Canadá, donde inmensas columnas de humo se yerguen hacia las alturas en un sobrecogedor espectáculo que pocas veces se había visto. Que el Ártico sea una descomunal brasa es muy peligroso para el planeta, por cuanto el carbono desprendido acelera el proceso de fusión de la nieve y el deshielo en la región.

Se ha emitido tanto CO2 como el liberado en un año por 36 millones de automóviles. Por desgracia Rusia está acostumbrada a devastaciones similares, como la infligida por los fuegos en 2012, una catástrofe que arruinó 18,1 millones de hectáreas. La cifra puede ser superada esta vez, según la organización ecologista Greenpeace. Las expectativas no son nada halagüeñas, hasta el punto de que el Gobierno de Putin fía para largo la extinción de los incendios y teme que el foco permanezca activo hasta febrero. Por el momento el daño a los ecosistemas es cuantioso. Unos 13.000 animales salvajes que habitan en la taiga siberiana han muerto o han huido hacia zonas lejos de las llamas.

En una muestra de dejadez que bordea la negligencia, el gobernador de Siberia, Alexander Uss, se rindió ante la fatalidad y dio a entender que los gastos para apagar las llamas eran tan elevados que no convenía hacer el mínimo esfuerzo. Aducía además que el peligro no acechaba a núcleos de población. Resignación. Las palabras del gobernador fueron interpretadas como una provocación y obtuvieron una airada respuesta en las redes, lo que obligó a intervenir al mismísimo Vladímir Putin. En un gesto de autoridad, el presidente ruso envió al Ejército para apagar los incendios. Fue una respuesta enérgica, pero tardía.

Incluso el mandatario estadounidense Donald Trump hizo una oferta de ayuda a su colega ruso para mandar efectivos a la región. Un gesto que Putin agradeció por teléfono al inquilino de la Casa Blanca, aunque por el momento no ha considerado necesario aceptar el ofrecimiento. Quizá el presidente ruso debiera cambiar de opinión, porque la intensidad de los fuegos «está muy por encima del promedio», según declaró a ‘The Guardian’ Mark Parrington, científico del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera del programa europeo Copérnico.

Calentamiento acelerado

El avance de la formidable pira es tal que algunos científicos deslizan la hipótesis de que el Ártico, incluida Siberia, está experimentando un calentamiento que progresa dos veces más rápido que el del resto del planeta. El combate contra las llamas se complica por el hecho de que muchos de los focos se encuentran en zonas de difícil acceso, además de que los bomberos se enfrentan a cientos de incendios a la vez.

El temor de las autoridades estriba en que el fuego prenda la turba del subsuelo. Si así ocurriera, los incendios se volverían subterráneos, lo que dificultaría muchísimo su extinción. A causa de las altas temperaturas de los meses precedentes y de ahora, la vegetación se ha desecado muy rápido. Para colmo de males, la turba es un material orgánico rico en carbono y dotado de una masa esponjosa y ligera que si está seca arde como la paja.

Boguchani, población de 11.000 habitantes situada a 600 kilómetros de la ciudad de Krasnoyarsk, en una de las regiones más afectadas, lleva meses soportando espesas humaredas que varían según la dirección del viento. Los vecinos se encierran en sus casas a cal y canto y se mueven únicamente en automóvil. «No hay nadie en las calles. Los niños ya no juegan. Nadie sale en bicicleta», cuenta Dmitri Ajamadichin, de 37 años, a la AFP en su casa. «Estos dos o tres últimos días llegaron helicópteros para intentar apagar algo. Pero antes de eso no vimos nada de nada». Pese a los esfuerzos desplegados, la magnitud de las llamas es tal que solo se están atacando el 9% de los incendios. Una batalla más perdida.

Unidades militares

Vladímir Putin se ha visto obligado a enviar al Ejército para sofocar las llamas, una respuesta que, aunque enérgica, ha sido tildada de tardía. En media docena de territorios se ha declarado el estado de emergencia. Unos 13.000 animales salvajes han muerto o abandonado sus guaridas, según Greenpeace. La nube de humo ocupa una superficie equivalente a la UE y es tan densa que a veces impide ver el Sol.

Millones de hectáreas es la superficie carbonizada por los incendios que asolan desde hace dos meses y medio Siberia. Son cientos los focos que arden. Los expertos creen que en Siberia, y por extensión en todo el Ártico, el calentamiento climático progresa dos veces más rápido.

Fuente: Hoyeuronews

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