Siendo una de las actividades más seguras, no deja de tener también sus riesgos, aunque los accidentes de caza resultan fáciles de evitar respetando una serie de sencillas normas.
Al llegar cada año la media veda y el otoño, surge siempre la triste noticia de algún accidente de caza mortal. En esta pasión nuestra se da una extraña condición que a veces se nos olvida: el resto de los cazadores pone su vida en nuestras manos y nosotros ponemos la nuestra en las suyas, sean amigos o no, sean expertos o novatos. Un descuido o un exceso de confianza puede acabar con una vida, pero puede segar muchas otras en su camino. Demasiados futuros rotos, no hay lance que merezca la pena.
La primera regla de oro de la seguridad es que no hay lance que valga un susto o un medio susto. La segunda regla de oro es: «No dispares a lo que no veas o estés completamente seguro». La tercera regla es que trates el arma como si siempre estuviera cargada. Realmente con estas tres reglas de oro evitaríamos casi todos los accidentes de caza, pero siempre es bueno recordar otras buenas costumbres y hacerlas nuestras.
Nunca cargada en la funda
El arma, siempre descargada hasta que no empiece la acción de caza y con el seguro puesto hasta el momento del disparo y evitaremos los accidentes de caza. Acabada la acción de caza, se descarga, se verifica las veces que sea necesario y se guarda en la funda. Hay que estar seguro de no meter nunca el arma cargada en la funda.
El seguro está por algo, hay que tenerlo puesto siempre hasta el instante previo al lance. Una rama puede entrar en el guardamontes, presionar el gatillo y disparar el arma; lo mismo puede pasar con una cremallera de la cazadora. Todos hemos perdido algún lance por el seguro y no pasa absolutamente nada, nunca se falla por ser demasiado cauteloso. Apoyar el dedo índice en el guardamonte hasta el momento del disparo, nunca en el gatillo.
Conviene llevar una prenda visible, preocuparse por localizar a otros cazadores y hacerse uno mismo visible. En puesto fijo, no hay que abandonarlo nunca hasta ser recogido. Aunque las ganas apremien, no hay que moverse para ver una res abatida ni entrar en la zona de caza, así uno se juega la vida. Al acudir a un remate, hay que avisar a los compañeros de los puestos cercanos y no entrar si no se está seguro de poder hacerlo.
Respetar el tiradero y no apuntar fuera de él
Primero, porque solo se debe cazar en la zona que corresponde a cada cazador; y segundo, porque es muy peligroso. Vigilar los vecinos y marcarse los espacios de seguridad donde no se puede disparar. Ojo con disparar hacia la mancha, estar atento a los perros y a los perreros.
Siempre que se maneje un arma, hay que vigilar hacia donde apunta el cañón; y hay que apoyarla, mejor en el suelo y con el cerrojo abierto. No disparar nunca al viso, una bala 30-06 puede recorrer fácilmente 700 metros y seguir siendo letal. No hay edad ni experiencia para la seguridad, esto nos afecta a todos, nos va la vida en ello.