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El bienestar animal: en el punto de mira

Bienestar animal

La próxima Ley de Bienestar Animal, anunciada por Pablo Iglesias, debería contar y mucho con la opinión de los cazadores, y ser más exigente con el trato a los animales domésticos.

En los primeros años de la década 1960-70, un día del mes de mayo, se paseaba por un pueblo del Alto Tajo un vecino del pueblo de al lado que era pescador del riquísimo cangrejo común, abundante entonces en las aguas cristalinas del río Tajo.

¿Por qué venía por el pueblo aquel hombre taciturno en esas fechas? Pues paseaba preguntando por las casas para saber quién tenía un perro viejo, justo el mismo día que el veterinario acudía a poner la vacuna de la rabia a los perros. Sabía que quizás algún vecino le vendiera el perro viejo que apenas servía para nada, con el fin de utilizar la carne como cebo para los cangrejos. Así el vendedor se ahorraba lo que costaba la vacuna y el cangrejero ya tenía cebo para unos días.

El abuelo de un amigo mío vendió una perra de 13 o 14 años; el chaval se llevó un disgusto que lo recuerdo como si fuera hoy. Ni que decir tiene que, desde entonces, nunca le hablé a aquel hombre, aunque él viese la venta del perro como una cosa normal.

Era la España rural, de su tiempo, la España pobre que entregaba un fiel compañero y guardián por ahorrarse una vacuna. Lo curioso es que todos los vecinos del pueblo conocían esta costumbre, pero ninguno se daba por enterado y menos aun lo comentaba.

La forma de sacrificar el animal no me atrevo a comentarla. Lo que sí recuerdo una vez es ver a aquel tipo del pueblo de al lado llevarse a un perro medio arrastras, atado del cuello con una cuerda.

Por aquel entonces, corría por allí la leyenda urbana que la carne preferida de los cangrejos era la de perro o la que ya olía mal. Les aseguro que eso no era verdad: he pescado mucho cangrejo autóctono, ya desaparecido prácticamente, y lo que más le gustaba a este crustáceo era la carne o el pescado sabroso, como las sardinas arenques, el jamón con tocino…

Desde esta costumbre tan cruel, nunca vista entonces como maltrato animal, han transcurrido muchos años en los que nos ha dado tiempo a mejorar muchísimo en el trato a los animales, aunque, de vez en cuando, aparezcan uno o varios bestias haciendo el salvaje.

Viene este artículo a tiempo, pocos días después de escuchar a un Pablo Iglesias muy contundente con el anuncio en el futuro de una Ley de Bienestar Animal de ámbito nacional, creo que tanto para animales domésticos como silvestres.

Y como el corazón humano y la experiencia ya están acostumbrados a muchos vientos, no sé por qué pero parece que me sopla un aire en el que la caza en esto del bienestar animal está en el punto de mira, nunca mejor dicho, del vicepresidente del Gobierno.

Beneficios de la cazaSecretario de Estado

No me voy a extender, pero ya le digo al señor Iglesias y a la señora Ribera que la caza es el mejor instrumento ahora mismo para conservar la biodiversidad. Si no hubiera sido por las leyes de caza, el hombre, el mayor depredador de la tierra, hubiera arrasado desde hace tiempo con todo bicho viviente. Pero hay más, la caza es parte importante del sustento del mundo rural; sirve para mantener la forma física del individuo; descubre nuevos paisajes que luego son visitados por turismo no cinegético; aporta carne natural; genera numerosos puestos de trabajo y pone a prueba el estado físico del cazador frente a especies bravas: hacer deporte.

Por otra parte, la caza evita bastantes accidentes en las carreteras ante la invasión de jabalíes y en menor medida de corzos y ciervos. También consigue controlar las enfermedades de algunas especies que pueden contagiar al ganado doméstico; pone freno en muchas ocasiones a los daños agrícolas. En fin, una breve pincelada de los beneficios de la caza, para que en lugar de intentar prohibirla o caparla, se la proteja y se cuente con el colectivo de cazadores, agricultores y gentes del mundo rural, para mejorar nuestra biodiversidad con estudios independientes y serios sobre las especies silvestres.

Tras este paréntesis de la caza, creo que la Ley de Bienestar Animal debería servir para poder unificar criterios en toda España, tanto en el control de los comportamientos indeseables con los animales como en las sanciones. Así, deberían estar involucrados ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y gobierno central.

Mayor implicación veterinaria

Ahora, en la práctica, se han dado casos de observar un perro perdido en el pueblo y no saber dónde llamar y al final es, como siempre, la Guardia Civil de la zona la que se lleva el “marrón” de recogerlo o el de avisar a otros organismos, como si no tuviera que hacer otra cosa. A los alcaldes de los pueblos parece que les da alergia cuando les dices que por el pueblo ronda un perro abandonado. Es decir, que tendría que quedar claro quién o quienes deberían hacerse cargo del animal.

Por otra parte, los veterinarios oficiales deberían adquirir más protagonismo y también más responsabilidad en el control de animales domésticos. Obligar a vacunar, desparasitar y a colocar el microchip a todos los perros de pastores de ovejas, vacas y cabras. Aunque parezca mentira, todavía se encuentran perros sin la atención adecuada.

La implantación urgente de campañas públicas de esterilización de perros y gatos es vital. De esta forma, se evitarían camadas no deseadas y muchos abandonos. Países mucho más pobres en la actualidad como Argentina realizan con éxito esta tarea en algunas provincias.

No estaría mal un examen a aquellas personas voluntariosas que vayan a adoptar un animal. Casi todos conocemos algún caso de adopción que ha sido catastrófico porque los dueños no conocían el comportamiento del perro o los mínimos consejos para educarlo. En este sentido, y ya que se trata del bienestar animal, los dueños podrían ser sancionados o, al menos, advertidos por tener los perros y gatos gordos como morsas, con la consiguiente pérdida de calidad de vida.

¿Son felices nuestras mascotas?

De paso, ningún veterinario debería cortar las uñas a perros o gatos. Los primeros, si se pasean como es debido, no tienen por qué crecerles las uñas; y los segundos han de tener en casa instrumentos para arañar. Solo disculparía a las personas mayores, dueñas de mascotas que no pueden sacarlos a la calle el tiempo que desean.

Ya comentaba en otro artículo en este periódico, que me producía mucha tristeza ver a los galgos adoptados con unos cuerpos orondos y con unas uñas larguísimas. De manera que el que se comprometa a tener un perro debería saber lo que mejor le conviene a su mascota.

En un pueblo manchego he visto galgos que los alimentaban con pan duro y poco más. Pues bien, cuando los soltaban en las afueras del pueblo jugaban entre ellos y correteaban felices. Pocos he visto así en las ciudades porque, entre otras cosas, les falta sitio. Por supuesto, mejor estarían con una comida adecuada.

Con tanta mascota y con numerosas razas estamos ante una situación delicada, porque muchos de estos perros están perdiendo sus características innatas de la raza, convirtiéndolos en una especie de “zombies” caminando por las aceras. Con los perros de los cazadores u otras modalidades de competición no pasa esto. Al contrario, se intenta potenciar sus instintos y cualidades de cada raza. Así es que, lo de bienestar animal hay que tomárselo muy en serio y dejar muy claro que es eso de “bienestar animal”.

Con respecto al bienestar animal de los animales silvestres, me parece perfecto que se incluyan en la próxima ley. Imagino que una forma de atenderlos por parte de las administraciones públicas sería la de proporcionarles comida en una semana como la que hemos tenido de enormes nevadas con el fin de que no perezcan de hambre y de frío. Me produce asombro que a ningún “defensor” de los animales, más radical o menos radical, se le haya ocurrido socorrerlos. Muchos cazadores, conocedores de las necesidades alimenticias de la fauna, sí lo han hecho.

O es que alguien puede pensar que aquellas personas que, de alguna manera, viven en armonía con la fauna silvestre y con la caza regulada, la van a dañar. Otra cosa es que aparezca un imbécil y bestia tirando por los aires a un zorro herido hasta matarlo, como hemos visto tiempo atrás. O como ese otro que dice haber matado una hembra de lince con crías, de un disparo porque se había confundido. Pues tanto uno como otro que paguen las consecuencias. Dos de las lecciones que tiene que cumplir a rajatabla todo cazador es la de respeto a los animales y la de no apretar el gatillo sin tener claro a qué se dispara.

Señora Ribera y Señor Iglesias, enhorabuena por la iniciativa de la Ley de Bienestar Animal. Pero no se equivoquen de interlocutores o, al menos, escuchen a todos y respeten sus opiniones. Y, por cierto, me dicen que no todos los que salen al campo con la escopeta al hombro votan a Vox o al PP.

 

Artículo de Jenaro Iritia publicado originalmente en EL DIARIO RURAL

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