Gestión y Medio ambiente

Agronomía y caza (I). La gestión de ganado, agricultura y caza, el mejor indicativo de un buen manejo

agronomía

Primera parte del artículo sobre agronomía y caza de Tomás Cortés Sánchez.

Sin duda, estamos en un país único con un patrimonio natural espléndido, grandioso, maravilloso e único que, curiosamente, es más valorado fuera de nuestras fronteras que dentro de ellas.

Estamos situados en una península, rodeados de costa por todas partes excepto por una.

Somos el tercer país más montañoso de Europa detrás de Suiza y Austria, con una altitud media de seiscientos sesenta metros sobre el nivel del mar.

Si bien los suelos con los que contamos en nuestro país son de media pobres, (pues son poco profundos) también, poseemos deltas maravillosos que le dotan de una diversidad grandiosa tanto en flora como en fauna.

Para ser más eficientes los suelos necesitan la ayuda del abono.

ABONO agronomía

“Tan solo debes sembrar lo que puedas abonar”.

A finales de septiembre tenemos que (dependiendo de las primeras lluvias) se inician las labores agrícolas para preparar los barbechos, para que posteriormente se produzca al sembrado.

En un principio se produce la incorporación y el tratamiento herbicida en los campos.

Antiguamente se aprovechaba septiembre para meter el ganado en las rastrojeras, a fin de que, por una parte, se comieran los restos de paja de las siembras, a la vez que con sus heces abonaban la parcela.

De forma tal, que en cuanto lleguen las primeras lluvias incipientes del otoño el estiércol se empiece a disolver en la tierra. ovejas agronomía

La mayoría de los suelos de la zona a la cual me refiero, con suelos graníticos o pizarrosos, son deficitarios en fósforo, con lo que hay que suplementar ese componente para tener rendimientos medianos.

Pues bien, es con el ganado con el que tradicionalmente se suplementaba ese elemento esencial.

Las ovejas, por lo general, son los mejores elementos de transmisión de semillas, pues hay algunas de esas semillas que, al pasar por el estómago siguen intactas, y al caer en terreno de rastrojo se funden con las heces en el suelo dando un mayor poder germinativo.

Otro grupo de grandes transmisores de semillas está formado por la fauna salvaje, acomodada a dormir en lo profundo de los montes, pero que pace en los pastos y en los sembrados de la dehesa.

Me ciño al estiércol, pues en las fincas ganaderas se produce de forma natural, teniendo un componente necesario en lo referente al aprovechamiento de la dehesa.

Conocemos también que, según se descompone el estiércol, se transforma en humus o mantillo, teniendo una reacción.

El humus combinado con al ácido fosfórico y la potasa produce fomatos y humofosfatos de potasio que asimilan las plantas cultivadas.

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Fotografía © J. M. Agromonte.

Por otra parte, el poder absorbente del humus es mucho mayor que de todos los elementos que componen la tierra y tarda en evaporarse cuatro veces más que la arena caliza fina. Con lo que se crea en la tierra un depósito de agua.

Otra de las labores que se realiza es la incorporación que suele consistir en romper la consistencia de la tierra mediante un pase de grada, con lo que preparamos el terreno para que absorba el agua de esas primeras lluvias.

Si hemos aprovechado la zona con el ganado por un lado retiramos o se pican las pajas sobrantes eliminando los acolchados que evitarían que la tierra cogiese la humedad necesaria.

Ha sido el pastoreo extensivo la forma más eficiente de perdurar y mejorar las capas de producción herbácea de nuestros suelos deficitarios.

Pues gracias a estas formas de alternancia en extensivo mejoran la calidad de la fauna y la capacidad de carga ganadera.

CARGA GANADERA agronomía

Pongo la definición de carga ganadera que apareció en el siguiente artículo en esta revista:

Las cargas ganaderas en las fincas de caza: un problema sin resolver

¿Qué es la carga ganadera? La carga ganadera se describe como la cantidad de Unidades Animales en términos de necesidades alimenticias por unidad de superficie que existe en un determinado área (Paladines, 1992).

Así tenemos, que la Capacidad de Carga Ganadera, también denominada Capacidad Sustentadora, es la cantidad de Unidades Animales que una unidad de superficie es capaz de soportar un territorio conservando su estado y condición (Gastó et al., 1993).

Bien, pues en base a estos conceptos, toda aquella mejora de suelos o de materia que hagamos en pastos se verá recompensada o sancionada en nuestra calidad de ganado y de caza en los años futuros, si no hay que comer ni materia que produzca el monte para el próximo verano, nuestra capacidad sustentadora mermará teniendo una implicación directa en nuestra fauna silvestre.

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LAS UNIDADES MEDIDAS  agronomía

Las órdenes militares eran las dueñas de casi el sesenta por ciento del territorio de Extremadura, Castilla la mancha, Murcia y Andalucía.

El resto pertenecía a la corona a unas cuantas casas nobles, y un poco a una burguesía muy incipiente y muy limitada en número.

Las cuatro órdenes más importantes eran Santiago, Alcántara, Calatrava y Montesa, que administraban sus terrenos en competencia con la todopoderosa Concejo de la Mesta.

Fue el pastoreo el que poco a poco cambió los terrenos de pastos, pero esto pertenece a otra historia que contar.

El caso es que las órdenes militares, en su proceso de gestión de las encomiendas para denominar lo valioso de una finca, usaron una unidad de medida.

Me he encontrado que, por lo general, en la Orden de Calatrava en los montes de Toledo y sobre todo en las provincias de Ciudad Real y Toledo, muchas fincas se medían por quintos.

También en la toponimia de la zona se hace mucha referencia a los quintos: Quinto de Don Pedro, Quintos de Mora (no confundir quinto con quintos ni millar con millares, pues el plural denotaba mayor número de un quinto), Quinto Bocanegra, etcétera.

El caso es que un quinto venía a suponer que en la época de mayor carestía agraria (que en La Mancha coincide con el verano, por la carestía de agua) la superficie en cuestión mantenía quinientas cabezas de ovino.

Sucede que en el verano, en el interior, antiguamente no había puntos de agua con un caudal regular, con lo que grandes extensiones no aseguraban un mínimo de cabezas por mantener, quizás sí con comida, pero no por el agua.

Por ejemplo, conozco fincas donde con una superficie de tres mil quinientas hectáreas formaba tan solo un quinto, mientras que otras con seiscientas hectáreas formaban un quinto.

De este modo en los montes de Toledo donde abundan sierras de pedrizas con rañas de rendimientos pobres las fincas eran muy malas y se destinaban casi por entero a las cabras y a la caza.

En Extremadura con cursos de aguas más regulares (Tajo y Guadiana) los suelos tienen algo más de profundidad con lo que las fincas tenían mayor capacidad de carga.

De esta forma la Orden de Alcántara tomaba otra medición más grande que era el millar.

Sucede lo mismo que toponímicamente abundan en los mapas las referencias al millar (tan solo tenemos que mirar en el Sigpac o cualquier mapa).

Millarones, los Millares, Medios Millares o el Millar, todos ellos nos indican que esas determinadas superficies eran capaces de mantener mil cabezas de ovino y sus múltiplos o divisiones.

No es la única unidad de medida, pues en los prados y agostaderos de Gredos me enteré que la superficie se medía por el binomio de vaca y temporada.

De forma que unas cuatrocientas hectáreas podían hacer doscientas vacas o cien, dependiendo de la calidad del pasto.

Creo que, agronómicamente la superficie también se medía por rendimientos de forma. El celemín se utilizaba para medir trigo y equivalía a cuatro coma seis litros de trigo.

La fanega equivalía a doce celemines, con lo que media fanega eran seis celemines.

De esta forma, la fanega es una unidad de grano, no de superficie. Todo ello nos lleva a compararlo con la hectárea.

Y está claro que mientras en algunas zonas la hectárea tiene tres fanegas, en otras fanega y media dan el resultado de una hectárea.

Al comparar las fanegas por hectáreas o las UGM (Unidades de Ganado Mayor) nos puede facilitar una somera idea de cómo es la calidad de la tierra, pero esto no significa que no pueda estar sobreexplotada.

GESTIÓN DE GANADO, AGRICULTURA Y CAZA agronomía

La gestión de ganado, agricultura y caza es en la dehesa el mejor indicativo de un buen manejo.

Al igual que en una poda de encinas, en su época correspondiente marcamos el devenir futuro de la montanera, una carga ganadera excesiva marca que arrasaremos la capa de pastos, quitando recursos alimenticios a la fauna salvaje, con lo que provocamos que interactúen más con el ganado domestico haciendo más permeable a posibles problemas sanitarios.

La fauna salvaje, al tener un menor recurso alimenticio, es más propensa a las enfermedades y al contactar con las charcas, pajeros o pastillas de pienso para el ganado es capaz de transmitir las enfermedades con una alta probabilidad.

Es horrendo el ver como en fincas como cercones con trofeos abundantes de ciervo se matan anualmente un número excesivo de reses, como cupo anual, estando, pues, sobreexplotado, cuando miramos el monte vemos que está muy ralo, corto, bajo, los arbustos apenas sin hojas pues denotan el ramoneo de las reses, las encinas con los troncos pelados y con un monte muy permeable.

Vamos, que es, sin duda, la mejor forma de esquilmar una finca en una generación.

Por otro lado, conozco manchas de monte con unas ciento cincuenta hectáreas donde anualmente se le matan casi la cuarentena de jabalíes y la decena de ciervos.

Evidentemente, no es por la superficie de monte si no por los pastos colindantes, pues la fauna salvaje para mantener una población estable necesita unos mínimos recursos anuales que sean también estables.

EL MANEJO DE LA DEHESA agronomía

Hablando con un ingeniero agrónomo de reconocido prestigio (a quien llamaremos «L») especializado en la dehesa, tuve la siguiente charla:

-(T) Una pregunta si me permites, ¿por qué se produce un deterioro tan fuerte de la dehesa? ¿Por qué no conseguimos ganar la batalla contra “la seca” de las encinas?

-(L) Verás, el caso es que hemos abandonado la agronomía, ya no tenemos las prácticas que teníamos antes.

-(T) ¿A qué te refieres con agronomía? ¿Puedes ser más concreto?

-(L) Antes se pastoreaban las ovejas y se abonaban partes distintas de la dehesa, se encerraban con cancillas en lugares distintos de una cerca, con lo que se iba abonando toda la cerca. Además, el pastoreo fomentaba una diversidad mayor.

-(T) ¿Cómo?

-(L) Queda demostrado que antes del esquileo uno de los mayores polinizadores de la diversidad de flora de la dehesa es la oveja, pues en la lana transmite semillas, polen, y también las abona con sus heces. A los retoños de las encinas no los ataca de forma tan fuerte como las vacas con lo que favorece un desarrollo mayor en la regeneración.

-(T) Pero las vacas también forman parte de la dehesa, ¿acaso son antagónicas?

-(L) Ni mucho menos, pero cada una debe tener su espacio, donde come una vaca, fácilmente luego puede comer una oveja, pero no al revés, pues la oveja corta más cerca del suelo el tallo.

-(T) Entiendo que consideramos las razas autóctonas como las más apropiadas para la dehesa.

-(L) Indudablemente son las mejor adaptadas, Aunque el desarrollo de la industria por un tipo de carne muy concreta, de ciclo más rápido, ha propiciado que las razas autóctonas, al no engordar tan rápidamente, no sean tan rentables en una explotación, con lo que…

-(T) Pero volvamos a la agronomía, ¿qué es lo que se puede hacer para evitar la seca?

-(L) Pastorear, rastrojar, no utilizar labores profundas que dañan el sistema radicular de la encina, cuidar la poda, sanear…

-(T) Sigue, por favor.

-(L) Al fin y al cabo, no olvides que la encina es un ser vivo y que cuando más fuerte esté con esas labores mejor podrá competir con las enfermedades que le atacan. Si sometemos a la dehesa a una sobreexplotación al final recogeremos lo que hemos sembrado, en este caso obtendremos carestía, falta y escasez.

Por no extenderme mucho, tan solo comentaré que en unos minutos me aclaró, por completo, la situación del campo de la dehesa extremeña.

Y vinimos a darnos de bruces en el problema de la carga ganadera, el cual le atribuimos gran parte de los males.

Claro que a todo lo expuesto había que añadirle la gestión de los animales salvajes, en definitiva, la caza.

Vamos, que descubrí que tenía una madeja ante mí, una vez que tiré de ese hilo.

Un artículo de Tomás Cortés Sánchez

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