13 de febrero de 2014. Última montería del año para mí y amanece un día lluvioso en la finca Monte Bayón, en pleno temporal, pero que, contra todo pronóstico, se aclara hasta dejar paso incluso al sol. Era el augurio de lo que sería un gran día de montería.
Quince éramos los puestos privilegiados escogidos a suerte y que, una vez realizado el pertinente briefing, partían hacia la mancha. Tres únicas cuerdas, tres únicos cortaderos, inmensos, en los que los ojos no dan abasto a contemplar cada detalle de por dónde romperían los animales. Todo está dispuesto y ya se oyen los primeros disparos sin que se haya realizado ninguna suelta. En mi puesto es un constante paso de animales, en las primeras ocasiones ciervas, corzos y corzas que hoy no son el objetivo de mis encares, pero que, sin lugar a dudas, ¡nos tienen con el corazón en un puño! Los disparos no cesan y es a partir de las doce de la mañana cuando empieza mi festín cinegético.
¡No paran de entrar cochinos por mi postura!, ¡no me da tiempo a quedarme con todos! Con mi hermano junto a mí, empiezo a dejar el cortadero sembrado de animales, ¡a cual más grande! Las posturas de mi izquierda y derecha están igual o mejor que nosotros.
Un plantel de nueve jabalíes es lo que puedo cobrar, con tres más que nos remataron unos perros que, ese día como en tantos otros, hicieron un trabajo impresionante y que, una vez más, se les da las gracias por su enorme trabajo, por supuesto, que sin ellos esos enormes ejemplares no se hubieran movido de la tierra que era su casa.
Un día, sin duda, inolvidable para los que, como yo, vivimos la caza de una forma diferente y en la que estos días perdurarán en nuestra retina para siempre.
En total, 148 jabalíes con 50 grandes bocas. Gracias a la organización de Sierra España por tan magnífica gestión cinegética. ¡Un abrazo a todos!
Por Raúl Blázquez