Caza Mayor Relatos

Esperando la temporada

Espero mientras escribo. Mientras escribo espero y hasta que llegue el momento, les digo…

Que quedan tan solo unos pocos días para que se levante la veda. Pronto, muy pronto, estará en marcha el carrusel particular de perros, remolques, coches, archiperres, armas… y, por ende, el de todos, alcanzando la fiesta una dimensión que llegará a las costuras del territorio, o lo que es lo mismo, al país entero.

Que somos un millón y como la tradición manda y la ley obliga debemos ser ejemplo de buen hacer y saber estar por donde vayamos. Respetemos al compañero, mantengamos limpio el monte y disfrutemos de la caza con nobleza, pues cazar es mucho más que cobrar una pieza; el cazador actual tiene, a mi entender, mayores responsabilidades y exigencias cada día: mayor regulación tanto de armas como de la actividad cinegética, en la gestión del acotado, presión de grupos animalistas, etc., etc.

Que somos un millón y como la tradición manda y la ley obliga debemos ser ejemplo de buen hacer y saber estar por donde vayamos

Bien al contrario que nuestros maestros que pudieron disfrutar la caza sin esas influencias e incluso contando con el respeto y consideración de la sociedad en general. Ya ven, los tiempos que van cambiado y mucho. Intentar mantener el equilibrio entre lo recibido (modalidades de caza, forma de cazar, normas de conducta…, tradiciones, en definitiva) junto con las obligaciones que son de todos y cada uno de nosotros, será el reto a conseguir en aras de un futuro cinegético de cimientos sólidos. Debemos salir con orgullo al campo, felices, pero cumpliendo siempre con nuestras obligaciones.

Porque vivir es convivir, respetando usos y costumbres, sin imponer nada, sino, más bien, intentando aprender el porqué de esa forma de vida

Sembradores de vida, tan escasa fuera de la ciudad. Sí, así lo creo porque la caza conlleva protección, áreas de riqueza animal y vegetal, etc. Y porque vivir es convivir, respetando usos y costumbres, sin imponer nada, sino, más bien, intentando aprender el porqué de esa forma de vida, compartiendo aunque sea una simple conversación con cualquier paisano, escuchando… No hace falta mucho más, solo respetar, ¡qué simple y complejo a la vez! Falta humildad y sobra postureo. La vida es más sencilla de como nos la quieren hacer ver y lo importante no suele coincidir con lo que nos venden. Prueben los “salvapatrias” la naturaleza los días que no brilla el sol, los días que llueve, hace viento, nieva… Prueben. Los que se manchan de barro y saben aguantar el frío, los que se mojan si llueve. Los que avían una res, los que habitan aldeas y pequeños pueblos en invierno. Los que encienden una lumbre, una luz en la oscura noche de la vida rural… somos nosotros, los cazadores.

Los que se manchan de barro y saben aguantar el frío, los que se mojan si llueve. Los que avían una res, los que habitan aldeas y pequeños pueblos en invierno. Los que encienden una lumbre, una luz en la oscura noche de la vida rural… somos nosotros, los cazadores

En puertas de otra temporada volveremos a llenar los pulmones de aire limpio, caminar e ir a la sierra, a las montañas buscando la esencia de la caza: la soledad o los amigos, desconectar, integrarnos en la naturaleza, la fotografía, por supuesto cazar y, cómo no, también comer: sea un bocadillo sentado sobre una piedra en mitad del monte sea compartiendo mesa y mantel.

Como dijo aquel, la felicidad está en el camino.

Y mientras llega la fecha, a soñar. Con la arrancada de una perdiz que nos sorprende enmontada izando el vuelo mientras describe un arco que nos obliga al contorsionismo para intentar derribarla; con la carrera del conejo que busca entre saltos la salvadora boca del vivar; con la carrera del galgo tras la rabona; con la postura de nuestro perro marcando la pieza…, o con el jabalí sorteando jaras evitando lo limpio mientras le pedimos a la Virgen de la Cabeza que asome por el claro donde echarlo a rodar. Soñar con las cuernas de un venado que parecen flotar sobre el monte cuando corre hacia el cortadero y sentimos que el pecho nos estalla por los latidos del corazón…

Llega la temporada, terminó la espera.

Por Ángel Luis Casado Molina / www.librosdecaza.es

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