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Antonio Sánchez: un ejemplo de superación en tiempo de confinamiento

Antonio Sánchez
Adam Barnard y Antonio Sánchez con el waterbuck que cazó Antonio a 208 metros justos (medidos con telémetro) con un .25-06 Rem.

Entonces, a finales de marzo de 2010, nos podíamos dar la mano, incluso abrazarnos.

Hace diez años estábamos en crisis, pero nunca nos hubiéramos imaginado esto, esta pandemia, este confinamiento que parece llevamos años padeciendo.

Muchos héroes están surgiendo en esta situación, pero también hay gente que puede dar ejemplo con su día a día.

Antonio Sánchez
16 de marzo de 2010, todo preparado para el regreso cinegético de Antonio Sánchez treinta años después.

Un cazador que no cazaba

Aquella mañana del 16 de marzo de 2010 lucía espléndida en Spitskop, a menos de 20 kilómetros de Kimberley, capital del Cabo Septentrional y del diamante.

Se despedía de esta manera el verano austral, aunque por la noche hacía un frío que pelaba, y días después cayeron unas tormentas temibles.

Adam Barnard, máximo responsable de Spitskop Safaris, había preparado como aperitivo una montería de springboks, esas gacelas saltarinas.

Montería silente, que cuando te quieres dar cuenta allí están los springboks saltando como demonios, y venga tiros a los huecos que dejan.

No las tenía todas conmigo que Antonio Sánchez fuera a cazar, aunque me había acompañado a no pocas expediciones cinegéticas desde hacia años, pero su último gasto de pólvora fue a finales de la década de 1970:

«Cazó el pájaro de la mano de Heraclio, su padre, en su Salamanca natal, algo más de menor con su hermano mayor, homónimo del progenitor, algún guarro, un par de rebecos… y pare usted de contar».

(Treinta años despuésCaza y Safaris, nº 305, mayo de 2010).

Por su saber de campo, lo que aprendió de su padre y hermano, también en la finca familiar, Antonio realmente era un cazador que llevaba sin cazar más de 30 años.

Antonio Sánchez
«Sólo viendo cómo se encaraba el rifle probándolo, me di cuenta de que el cazador seguía ahí treinta años después».

Todo comenzó…

Precisamente esa mañana de marzo.

Bueno, no, comenzó con la amistad que trabé con José María Aranda el socio de Adam, por aquel entonces en Spitskop Safaris y ahora en una compañía de la dimensión de 4 Aces Outfitters.

Por aquel entonces los safaris de antílopes estaban a un precio increíble, seguramente por la crisis, por lo que si se podía había que aprovechar una ocasión pintiparada.

Como digo, a través de José María, esbozamos un plan de safari…

Se lo fui proponiendo a amigos de esos de los que se puede presumir, a Antonio Mingo, «sí, claro», a Pepe de Grado, «me apunto», este a su vez se lo dijo a dos amigos suyos, Pedro Madrazo y Roberto Alexander se unieron al grupo.

Sánchez, como he comentado, se apuntó como acompañante primero, después le medio convencí para que al menos intentara cazar algo.

José María me dijo, «tenemos allí un rifle del .25-06 que puede ser ideal para él». (1)

La verdad es que no había oído hablar mucho de ese calibre.

Sólo viendo cómo se encaraba el rifle probándolo, me di cuenta de que el cazador seguía ahí treinta años después.

Antonio Sánchez
«Cinco tiros después, Antonio había cobrado cinco springboks, alguno a más de 200 metros. ¡Increíble!»

Y el cazador despertó

Regresemos a la batida silenciosa.

Antonio y yo ‘doblando’ (2×1), aunque yo más bien disfrutando viendo la vuelta al ruedo cinegético del amigo, y Adam de jefe, de cazador profesional, lo que es.

Cinco tiros después, Antonio había cobrado cinco springboks, alguno a más de 200 metros. ¡Increíble!

Surgió entonces el cazador que estaba latente. Sánchez cerró el safari cazando otros siete antílopes.

Destacó un waterbuck que Antonio bajó ¡a 208 metros justos con el .25-06 de certero disparo! Además era grande.

El safari fue simplemente inolvidable, disfrutamos muchísimo.

(Diario atípico de un safari. Otra mirada: Caza y Safaris, nº 309, septiembre de 2010). (2)

Antonio Sánchez
El safari había concluido, desde entonces Antonio y Adam son grandes amigos.

Desde entonces Antonio mantiene una profunda amistad con Adam y su familia, y con José María. Y es inseparable de Frankie, ese pistero de otra galaxia.

Con nosotros ya la tenía de antiguo, a través de Roberto del Barrio, en cuyo emporio gastronómico, la Cervecería Universitaria, que lleva con su hermano Juan Carlos, una comida de escándalo, con no pocas veces con carne de caza en el menú, daba paso a la tertulia por la que habitualmente desfilaba la caza, África.

Recechando muflones en Extremadura.

Un inciso, cuando esto pase, no dejen de visitar a los del Barrio y su equipo, son, además, gente maravillosa.

Del buen comer de la Universitaria y de las ‘tertulias africanas’, también participaban, además de los ya nombrados, Luis de la Torriente, Pablo Pando y Luis Roquero. Disfrutamos de momentos memorables, de esos que no se olvidan nunca.

La caza como ‘leitmotiv’

Conversador formidable, culto, muy leído, además del campo en general, le gusta particularmente el mundo del toro, incluso fue representante del «peor torero del mundo, Adolfito», me ha comentado en numerosas ocasiones con cierta sorna.

Gusta del buen comer regado con vino de categoría, de la charla variada, de envidar a la grande llevando tres pitos y ganar el envite…

Con un espléndido niala cazado en Cabo Oriental.

En una posición desahogada y viviendo solo, aunque con mucha actividad en distintos y variados grupos, con muchos amigos y una gran familia como apoyo, Antonio decidió desde que finalizó el safari de 2010 agarrarse a la caza como otro de sus leitmotiv.

Fue, en cierto modo, como una ventana abierta a la que aferrarse sin dejar ninguna de sus otras actividades tan placenteras.

Antonio Sánchez
Este bushbuck del Cabo lo cazó Antonio tras un lance espectacular, le acompaña Antonio Mingo.

¡Imparable!

Curiosamente optó por la caza mayor, si vamos de menor, regresa a su papel de acompañante.

Compró rifles, el .300 Win Mag para montear y el 7 mm-08 Rem para recechar, por similitud un poco con su querido .25-06 Rem.

Con mi amigo Antonio. Cazó este buen ñu negro sin mayor problema con el .25-06 en Spitskop.

Varios son sus santuarios cinegéticos.

Por supuesto, Spitskop, allí ha regresado varias veces, con su tocayo Mingo y conmigo mismo, con Pepe de Grado después cazó su primer búfalo, posteriormente en los safaris de remate de temporada con José María Aranda.

Visitando otras concesiones en Cabo Oriental, el Kalahari sudafricano y KwaZulu-Natal.

Con un tremendo sable de 44 pulgadas.

Ha conseguido trofeos importantes, como otro búfalo de gran boss y 43 pulgadas, un sable de 44, un eland y un redunca también muy grandes.

Muy a su pesar, con los búfalos tuvo que abandonar a su querido .25-06 y tomar los mandos de un .375 H&H ‘algo’ más efectivo para estas moles.

Antonio Sánchez
Frankie, Antonio y Adam con un buen facochero, uno de los muchos que ha cazado.

También ha cazado numerosos, y no exentos de calidad, facocheros y springboks.

Higuera y Villaviciosa, sus santuarios en España

Higuera de Albalat es otro de sus lugares predilectos, en este caso para montear, entró a través de Roberto del Barrio, socio secular.

Allí los ‘pre sorteos’ eran memorables, con el mismo Roberto, los hermanos Javier y Paco Valle o José Ignacio Torrejón. Muchos momentos inmejorables.

Antes de sortear en Higuera de Albalat: Javier Valle, Antonio Sánchez, Paco Valle, Marcos Torrejón y su padre José Ignacio.

Cazó en Higuera uno de sus muflones, los otros lo ha cazado a rececho, aunque su especie predilecta para recechar es el corzo.

Al poco de regresar del safari de 2010, mi amigo Rafa González Muñiz me ofreció la posibilidad de cazar un corzo en Villaviciosa.

Antonio se apuntó de inmediato, en calidad de asesor visual -¡cómo ve la caza!- y gastronómico, que no es poca cosa.

Antonio Sánchez
Recechando corzos en Villaviciosa.

Tanto le gustó y disfrutó, que ya al año siguiente regresó con intención cinegética, y desde entonces pocos puentes de mayo ha faltado a uno de sus rincones favoritos.

Generoso como es, sin cazar él, nos invitó a Rafa, a Dani Menéndez y a mí a una mariscada colosal en El Porcón, el restaurante ovetense de Dani al que también les recomiendo ir cuando esto finalice.

Con uno de los muchos corzos que ha cazado en los cotos de El Portal.

Muchos recechos en los cotos de la Asociación de Cazadores El Portal que preside Chema Pezón, normalmente acompañado por su amigo Paco Millán. Cazando con guías de la categoría del propio Chema, Héctor Sampedro, Ramón Cueli o Toño Iglesias.

Gran cochino, a unas décimas del oro.

¡Pundonor!

Lógicamente ha cazado en muchos más lugares y especies, como un precioso venado en berrea en Saja o un cochino formidable, rozando el oro, de espera en los Montes de Toledo. Cacerías que le preparó a la perfección Luis de la Torriente.

A corzos en Hungría.

La fiebre corcera le llevó hasta Hungría, con Mingo y con Pepe.

Antes del venado de Saja, estuvimos en Babia –yo siempre lo estoy– en el coto de Rafa y Dani. Antonio se fue con Dani a la berrea y yo de rebecos con Rafa, por cierto se me escapó uno bien grande.

Antonio sufrió un percance en la rodilla derecha, en aquellos terrenos tan dificultosos para andar.

No sin mucho esfuerzo, Antonio logró cazar un bonito venado en Saja.

Maltrecho, logró después en Saja, no sin esfuerzo, cazar el venado, salió a relucir su pundonor.

En otra ocasión, septiembre de 2014, estábamos en Caso también a la berrea, Antonio de ‘asesor’ y yo con clara intención de encararme el rifle.

La tarde anterior, localizando venados, Antonio, en un mal gesto, volvió a resentirse y mucho de la rodilla.

Caída tras el macho montés

Cambiando otra vez los papeles, acompañé al amigo a Sierra Nevada, a un coto almeriense lindando al parque nacional.

La ilusión por todo lo alto, esperaba hacerse con su primer macho montés, pero…

Antonio con Sebastián Hernández en Sierra Nevada. En esa cacería sufrió una fortísima caída.

Una inoportuna y considerable caída, afectó no solo a su dañada rodilla, también a toda la pierna y a todo el costado en general.

El terreno estaba fatal, muy resbaladizo por la lluvia y la nieve, el transito era muy complicado.

Su amor propio le hizo apurar todas las opciones, pero tras pasar una noche malísima, a la mañana siguiente pusimos rumbo a casa y al médico. Era marzo de 2015.

Pepe de Grado y Antonio en el fuego de campamento.

Nunca se rinde

Tras este episodio, era de esperar que nuestro protagonista abandonará su intensa cruzada cinegética de cinco años muy productivos.

Pero Antonio se aferró de nuevo a su fuerza de voluntad, se repuso poco a poco, perdió peso y, sin solución de continuidad, siguieron las cacerías y los safaris.

En 2016, por temas familiares, tuvo que trasladar su residencia a Salamanca, allí, igual que hizo en Madrid, montó su ‘casa trofeo’ con un gusto exquisito, sus vivencias acumuladas, ordenadas dentro de un dominio de la luz.

En Salamanca, su sobrino, Joaquín Cañete, conformó su ‘pareja de baile’: monterías y recechos.

Este kudu dio mucho juego.

Nochebuena aciaga

Todo iba sobre ruedas, hasta la Nochebuena de 2017.

La desgracia llegó en fecha tan señalada vestida de ictus.

Tras el impacto inicial, Antonio ya estaba tirando de coraje para recuperarse, sin prisa pero sin pausa.

Primero fue recobrar la movilidad, lo consiguió, paso a paso pisó otra vez la calle, ayudándose de muletas o de un bastón.

Lo siguiente era recuperar la movilidad del brazo dañado, muy despacio, poco a poco lo iba consiguiendo.

Surgieron incluso planes cinegéticos, viajes a África incluidos, de hecho, en la temporada 2018-2019 acompañó a su sobrino Joaquín a alguna montería a Higuera. Él aún no podía cazar…

Pero el maligno ictus tenía otros planes, y antes de que recobrara la movilidad del brazo y que se pudieran hacer realidad sus ilusiones cinegéticas, atacó de nuevo.

No tan fuerte como el inicial, pero si lo suficiente como para hacer que todo tuviera que empezar desde cero. Antonio, indomable, se agarró otra vez a la vida y comenzó así todo el proceso desde el principio.

Antonio con José María Aranda y un formidable búfalo de 43 pulgadas.

Orgullosos de tener un amigo así

Cuando ya disfrutaba otra vez de salidas, e iba mejorando muy lentamente, ¡otra vez llegó el innombrable!

Antes de la cuarentena general quedó confinado en casa, cada vez más inmóvil, ya parecía que le fallaban las fuerzas… estando toda una semana en cama, sin embargo, no hace mucho, un día se pudo levantar una hora…

Y eso ha sido otra ventana abierta, otra oportunidad, en ese momento han aparecido su pundonor, su coraje, su fuerza de voluntad, su amor propio y su fortaleza, todos juntos, y Antonio se ha aferrado con una inusitada vitalidad a ellos.

Nunca bajó los brazos, y ya, con ayuda, se va levantando con asiduidad, está luchando otra vez y generando ilusiones.

El eland del Cabo tampoco era malo.

En los últimos diez años, Antonio Sánchez Díaz, ha dedicado algo menos de ocho a completar un currículum cinegético atípico, pero formidable, y en algo más de dos ha completado un currículum vital inmejorable, todo un ejemplo de superación.

En cuanto se pase este confinamiento, nos presentaremos los amigos en Salamanca, nos abrazaremos, si es que se puede, como en 2010, echaremos un mus, ganará Antonio y el que vaya con él, aunque le hagamos alguna trampa, y brindaremos con y por el amigo, copas levantadas al aire de una dehesa charra de toros bravos…

Orgullosos de tener un amigo así.

Letras para un amigo con coraje de Adolfo Sanz Rueda

 

(1): Próximamente les ofreceremos el artículo de José María Aranda sobre el calibre .25-06 Rem que se publicó en la versión impresa de Caza y Safaris.
(2): Diario atípico de un safari. Otra mirada, define lo que era una cacería de antílopes hace diez años, por lo que lo actualizaremos para que lo puedan releer en tiempo de confinamiento.
Antonio Sánchez va de caza. Safari con Antonio Sánchez. Antonio Sánchez va de caza. Safari con Antonio Sánchez. 

 

 

 

 

 

 

 

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