Gestión

La Carne de caza un tesoro de nuestros campos

Por Gabinete de Peritación Veterinaria Albeitares SLU

Uno de los más importantes tesoros que albergan nuestros sierras y campos no son tanto los trofeos de las piezas de caza sino su carne, una fuente proteínica de incalculable valor nutritivo y culinario, que enriquecen no solo nuestros organismos sino el calor de la comida de caza entre buenos amigos y los excelentes caldos de nuestro país.

Actualmente se ha puesto en duda de la higiene y la seguridad de la carne de caza, sin duda por una serie de aspectos que son propios de las características de la carne de caza pero que no bien explicados o dirigidos de forma mal intencionada vienen a perjudicar y lesionar, este tesoro.

La carne de caza, dada sus especiales condiciones de obtención, tiene la consideración de carne de especial cuidado al tratarse de una carne obtenida en un estado de stress del animal y de generarse sin las debidas condiciones de sangrado, contiene una alta cantidad de sangre en su interior lo que provoca una especial sensibilidad a su deterioro en comparación con otras carnes obtenidas en mataderos industriales y con especiales cuidados en su sangrado y maduración en instalaciones. La carne de caza es sensible a una mas rápida alteración por lo que requiere unos tiempos de manejo menores a los de las piezas normales y dada esta especial sensibilidad requiere que se maneje de forma separada a las demás carnes. pero esta especial sensibilidad le da su riqueza nutritiva extraordinariamente superior a la carne habitual, con texturas, sabores y olores que le son propios de su característica y naturaleza. debemos de mantener y fomentar su consumo por las especiales aporte nutricionales que esta carne obtiene, generando una confianza en el consumidor, la cual debe ser trabajada por todos en el cumplimento estricto de las condiciones de manejo, transporte, adecuación, distribución y consumo de este tipo de carne.

Las especies silvestres están bajo un control sanitario muchas veces inferior a las que tienen las comunes de las especies domesticas, por ello su vigilancia e inspección debe extremarse cuando son obtenidas estas carnes en las fases de caza. Pero si nos esforzamos todos en mantener las líneas de faenado, distribución y consumo establecidas, podemos llegar a asegurar en plena veracidad que la higiene y la seguridad de estas carnes están garantizadas.

Solo la picaresca y una mala interpretación de malas costumbres anteriores pueden generar importantes daños no solo a la salud de los infractores sino que lesionan en la opinión pública de una carne que, no solo es óptima en su valores nutricionales, sino de especial aporte en la cocina de nuestra tierra.

Sin duda, el empleo de municiones en base de plomo, suponen un riesgo de contaminación en la carne de caza, pero este riego de contaminación va más en la mano de las contaminaciones de terreno que por las municiones empleadas en el abate de las mismas piezas. Pero, de igual forma, debemos conocer que estas posibles contaminaciones son del todo inocuas por el consumo que se realiza de las carnes de caza, ya que los efectos de los contaminantes están siempre sujetas a sus dosis y es de especial reseña que las dosis analizadas son dañinas por su consumo en los hábitos normalmente establecidos. y en este punto debemos señalar que existen numerosos contaminantes especialmente ambientales en nuestro entorno y en nuestro quehacer diario que el que pudiera generar el consumo habitual de esta carne.

Como profesionales , debemos indicar con la seguridad que nos proporciona nuestra información y formación que el consumo de carne de caza mediante los mecanismos y centros autorizados a esta distribución y comercialización proporciona unos elevados aportes nutricionales con unos parámetros de higiene y seguridad comparable al resto de carnes y alimentos que se consumen de forma reglada.
¡Buen apetito y disfruten de los tesoros de nuestros campos y sierra!

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