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‘El valor de la comensalidad’, por Alfonso Aguado, presidente de la AER

comensalidad
Fotografía: David Florido

‘El valor de la comensalidad’, por Alfonso Aguado, presidente de la AER.

Agradezco a Pablo Palenzuela el haber conocido esta expresión que aglutina en una sola palabra otra dimensión de la montería, no tan conocida como se debiera.

La comensalidad, expresión utilizada en las ciencias sociales define «a quienes comen en la misma mesa», compartiendo el pan en común, reforzando con este ritual sus vínculos sociales.

Otra diferencia más con los animales que, comiendo hacen manada, pero no comunidad como los seres humanos (aunque en algunos casos tengo mis dudas).

El profesor Palenzuela, en su magnífico informe antropológico, que sirvió de prueba suficiente para el reconocimiento de la montería y la rehala como bien de interés cultural en Andalucía, se refiere así a esta noción en diversos momentos, como son el tradicional desayuno previo al sorteo, así como la comida posterior a la jornada cinegética.

Son estas dos fases, primera de encuentro con los amigos a los que hace tiempo que no vemos y segunda, en la que nos relatamos las cuasi-verdades de lo acontecido en la jornada.

Momentos de chascarrillos, chistes y burlas, en los que el ánimo se relaja y disfrutamos del entorno con una mesa rodeada de amigos.

 

Como señala Palenzuela en su informe, citando a Michel Maffesoli:

“La comensalidad constituye un medio universal para expresar sociabilidad e igualdad. El hecho de comer trasciende su aspecto nutritivo para revestir connotaciones sociales y ceremoniales, ya que la mesa es por excelencia el lugar del convival, y la comida una técnica simbólica, una metáfora de la socialidad intimista que establece esta comunión en los momentos festivos”.

Sorteo montería AER
Fotografía: David Florido

Siempre hemos dicho que este momento también forma parte de la caza, pero, al menos en mi caso, nunca le había puesto nombre: es la comensalidad y a esta parte esencial de la montería van dedicadas estas líneas, en una temporada condicionada por las necesarias limitaciones sanitarias, a las que nos tiene sometida esta innombrable pandemia.

Echamos de menos los momentos de esa convivencia en jornadas, en las que no vivimos el sorteo, conociendo el puesto asignado por whatssap, medio por el cual nos envían la ubicación del punto de encuentro con nuestro postor, que nos lleva y nos recoge del puesto.

El mismo que, si hay suerte, nos entrega un taco para que comamos en solitario durante la echada.

¿Es esto cazar?

Podremos tener suerte ese día en los lances, pero, desgraciadamente, no habrá a quien contárselo y nos preguntamos: ¿es esto cazar?

Pues esto es lo que hay, al menos este año. Siempre he dicho que los cazadores, sobre todo los rehaleros, somos resilientes y se nos caracteriza por la resistencia y la capacidad de adaptación a la adversidad.

Si hemos sobrevivido a todas las normas hechas para acabar con la caza, cómo no vamos a sobrevivir a esto.

Ahora bien, este año más que nunca estamos echando de menos nuestra comensalidad.

Con esta reflexión os animo a superar el momento que estamos padeciendo y, a la vez, propongo que le demos el valor que tiene como ritual para que, cuando salgamos de ésta, no falte al empezar en ninguna montería: un plato de migas, un sorteo, el rezo a la Virgen, un viva España y un buen potaje en una mesa compartida al final de la jornada.

La montería no es soltar perros y pegar tiros; es otra cosa, gracias también a la comensalidad.

Venare non est occidere.

Por Alfonso Aguado Puig, presidente de la Asociación Española de Rehalas

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