Opiniones Pluma invitada

Pluma invitada: ‘¡Ya vale con tanto león Cecil!’

león cecil

Soy cazador de caza peligrosa, frecuentemente problemática y a veces selectiva, normalmente en zonas comunales. Cuando practicamos esta actividad, vamos acompañados por un guía con licencia para cada país –cazador profesional (PH)– pisteros, frecuentemente de la zona, y un guarda del gobierno. Además, estamos amparados por el CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre ), que es el organismo competente para decidir si se puede cazar o no.

La carne de los animales que abatimos se entrega a las comunidades para su consumo, en algunas zonas, a veces, es la única carne que van a consumir en todo el año. El coste de la cacería, en gran medida, sirve para la conservación de los animales. Según mi experiencia, y muchos lo pueden constatar, la coexistencia de seres humanos y determinados ejemplares de varias especies no es posible. He asistido, por ejemplo, a una situación de ataques de leones devoradores a agricultores, mientras los niños van a la escuela con los mismos leones merodeando. En otra ocasión, cerca de nuestro campamento, un elefante mató a una mujer. Frecuentemente somos recibidos en muchos poblados como héroes porque cazamos a sus enemigos y defendemos su “riqueza”, que son sus pingües cosechas.
En África, entre muchos, hay dos grandes problemas. El primero y serio, es la sobrecogedora pobreza de extensas áreas geográficas en determinados países: hambre, enfermedades, niños que no llegarán a adolescentes… Por qué no se habla de esto y, sobre todo, qué se hace para remediarlo (¿). Lo que hay que preservar prioritariamente es la especie humana.
En segundo lugar, el furtivismo organizado, en mi último viaje, he encontrado búfalos atrapados en lazos, varios de ellos agonizando. Más grave aún es el furtivismo por el marfil de los elefantes. No me atrevo a dar la cifra que manejamos entre animales cazados legalmente y los matados ilegalmente por el comercio del marfil, la proporción es inaudita. El furtivismo sí pone en peligro la conservación de determinadas especies. ¡Qué poco se habla de esto!
Con todo ello, tanto león Cecil, me aburre y me cabrea a partes iguales, reprobando categóricamente su captura, si se ha hecho de forma ilegal.
Señores, en lugar de hablar y divagar sobre animales, frecuentemente desde el desconocimiento, por favor, pónganse a trabajar para ayudar a los seres humanos que tanto lo necesitan. Hay muchas formas y organismos que pueden canalizar estas ayudas.

Por Juan Giné Gomà
(Carta enviada también al periódico La Vanguardia)

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