Las brumas del Duero Opiniones

‘Con crítica y sin criterio’, por Felipe Vegue

Las críticas entre cazadores son siempre afiladas y no parece importar a nadie que éstas, sean o no certeras, siempre te sorprenden por venir de personas que ni conoces, pero que se creen importantes, sólo, por dar su venenosa opinión, ahora más que nunca, desde la comodidad del anonimato y la red, donde surgen todo tipo de alumbrados personajes.

Todos, incluso quien ataca, ha sentido rabia, o dolor, y han dejado un poso de emociones diversas, de ira, de impotencia. Buscan perjudican a la credibilidad de la persona que las sufre y producen un tumor interno que difícilmente deja de producir dolor.

Ya tenemos que aguantar en nuestro colectivo demasiados ataques de todo tipo, sufrimos insultos,  amenazas y hasta se regocijan cuando sufrimos graves accidentes, conductas tan reprobables y que deben de acabar poniendo ante los tribunales a quien se escuda en la impunidad del anonimato que proporciona la red.

La caza está siendo como nunca atacada y son muchos grupos críticos y de opinión, como para que, ahora, tengamos que soportar a los adictos de nuestro sector en las redes. Éstos, casi siempre, rebotados de instituciones y espoleados por sus fracasos, intentan reventar una y otra vez el trabajo de los pocos que buscan soluciones o que intentan organizar el maremágnum de egos en el cual se encuentran inmersas nuestras instituciones, por razones de todos conocidas.

Por si todo esto no fuera suficiente, quienes encuentran en la red un lugar para dar rienda a su forma de protagonizar la caza, difunden en canales temáticos, páginas y demás medios barbaridades sinfín, disparates rebuscados, siempre ajenos (faltaría más) que se cometen y que publican, sin darles ningún rubor, evidencias, filmadas y/o fotografiadas, siempre en dudosas situaciones, presentando a sus protagonistas en prácticas carentes de ética y dudosa legalidad o que nada tienen que ver con la caza. En estos casos la polémica está servida y muchos están obligados a dar su opinión, explayándonos a gusto en el rechazo, pero contribuyendo con poco conocimiento a difundir basura mediática.

Somos un sector poco acertado en la difusión de nuestras actividades. Honrosas excepciones siempre las hubo, aunque consideramos que nuestras propuestas siempre son acertadas y, como contrapartida, no dejamos de acumular elementos tóxicos que nuestros enemigos encuentran con facilidad en grabaciones de dudoso gusto y eficacia, utilizándolos como armas en contra y de esto se hacen eco el periodismo basura, ávido de carroña, y que encuentra eco y audiencia entre los alejados del mundo rural. En demasiadas ocasiones es como si buscáramos nosotros mismos reprobación a lances no siempre acertados.

¿Cuántas acciones de derecho deberemos emprender para lograr poner coto a la impunidad que propician ataques a nuestra pasión?, ¿quién debe encargarse de defendernos?, ¿disponemos, acaso, de la suficiente unidad en nuestras entidades? Si hasta un partido político que debe representar la defensa de los intereses del mundo rural, recientemente es ridiculizado por el periodismo del esperpento, cachondeándose de las recientes propuestas en defensa de nuestras tradiciones, que el partido esgrime como objetivos, burda manipulación hipócrita de los buenos modos imperantes, buitres mediáticos, manipulando con sentido de ironía y sarcasmo algo que les debe parecer muy gracioso y deben de creer que nos importa un comino, que nos gusta que nos ridiculicen. Nunca deberemos consentir que sitúen al mismo nivel el honor y la humillación y eso, señores, les debe producir un coste.

Disponemos de un bagaje cultural inmenso, cada cazador debe ser fiel conocedor de la tradición y de las normas, nuestra mejor baza es nuestra ilusión y nuestras inquietudes y, junto a los fuertes lazos de amistad que propicia la caza, recorrer un difícil camino, defender a muerte nuestra unidad, a nuestras instituciones, el mantenimiento de las cazas tradicionales aunque éstas sean practicadas por  minorías, el valor de los grandes y pequeños gestos en nuestras jornadas camperas, cazar en paz consigo mismo y con los demás, y utilizar los juicios de valor para ayudar a quien los necesite, que hay, y muchos, para recordarles que a cazar se aprenden compartiendo vivencias y jornadas y que nunca podrán ser sustituidas por la teoría, y para ello, añadir la importancia que tiene, emplear el lenguaje adecuado, dirigirnos en términos tales como «en mi opinión…», «si me permites…», «creo que deberías valorar…», puede ayudar incluso al crítico a ser valorada su opinión y encontrar un amigo en el interlocutor.

Para avanzar debemos todos ser constructivos y cuestionarnos cualquier intención despectiva, no estamos en el sector cinegético muy sobrados de confianza, precisamente, y cualquier lección mejor frente al espejo que en público.

Tendré que empezar a valorar el criterio de quienes ofrezcan su tiempo y sus energías y presenten enfoques diferentes cuando se fracase, pido a los demás que antes de opinar cultiven su tolerancia haciéndose una ‘autocrítica’, que dejen de vivir buscando los defectos ajenos, cultiven la tolerancia entre acólitos y recuerden sus logros si alguna vez los tuvieron, y que no reprueben errores o conductas ajenas a imitación de nuestros enemigos, en un momento u otro de nuestras vidas como cazadores las circunstancias cambian, el tiempo y el esfuerzo que dediquemos puede transformarse en un legado de importancia, responsable y de respeto hacia todos nosotros.

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