Opiniones Pluma y pólvora

‘El animalismo también mata animales’, por Juan Lobón

Una vez más tengo que recurrir a escribir para defender la caza frente a tanto ataque animalista. Hay una verdad tajante y es que, ante el progreso y el desarrollo de la humanidad, los animales y las plantas siempre pierden. Es triste, pero es así, desde encender una luz a cazar, todas nuestras acciones cotidianas atentan contra el ecosistema mundial. Unos de una manera y otros de otra, pero nadie está libre de «el famoso maltrato animal». Si no vives en el monte con los animales, alimentándote como ellos, no estás libre de pecado.

La caza quizá sea el método más directo de «atentar» (según los animalistas) contra un ecosistema, pero, a la vez, es el modo más ético de alimentarse y conservar una especie, eliminando individuos enfermos, viejos o controlando su población. Lo que no es ético ni entendible es que los que están en contra de la caza contribuyan al asesinato de miles de animales inmaduros criados en jaulas y sacrificados para nuestro consumo. ¿No son animales igual? Un cerdo o un jabalí, un ciervo o una ternera, un corzo o un cordero, son animales sintientes, pero con una gran diferencia: los animales salvajes viven en libertad, mientras que los que compramos en bandejas y plastificados son criados engordados y sacrificados sin ser animales maduros, llenos de medicamentos y alimentados artificialmente.

Yo pago por cazar, mientras que ellos pagan porque sean otros los que maten, nos nos diferenciamos en nada, sólo en que el cazador conserva su instinto.

El instinto cazador, como el de toda la humanidad, sigue latente en mí y me permite cazar (matar para sobrevivir), mientras que, en los que el instinto no es tan fuerte, quieren imponerme sus ideas. Para que lo entendáis: mientras a mí me señalan como un asesino desalmado por cazar (matar), ellos, con la otra mano, devoran un animal criado en una jaula.

Veganos y vegetarianos. Dos grupos donde el instinto cazador ha desaparecido por completo, pero no por ello dejan de servirse de los animales para sobrevivir ellos. Cultivar una tierra mata animales, los productos fitosanitarios con los que son tratados esos vegetales matan animales, la maquinaria contamina, los ríos se contaminan y, ¿sabéis quién paga el pato? Sí, los animales, indirectamente, sí; pero ellos son los principales perjudicados.

Para no hacer daño a la madre naturaleza sólo hay un método y es vivir en la naturaleza como un animal, como ya he dicho al principio.

Los medicamentos, los productos estéticos… son testados en animales que sufren y mueren en nuestro beneficio.

Carreteras, vías, puertos, oleoductos, puentes, edificios, todo tipo de construcciones que la humanidad ha creado para nuestro beneficio perjudica la vida animal, mata animales, genera residuos que matan animales y plantas, pero no renuncian ni renunciamos a ello, porque nos hemos acomodado a un estilo de vida en el que primero somos nosotros y, luego, el planeta.

Puedes ser vegano (que lo respeto) cuidar perros, gatos, infinidad de animales, pero, indirectamente, contaminas y matas animales.

El animalismo actual, violento radical y dictatorial, busca imponer sus ideas y no desde una base científica, sino desde una creencia sectaria que antepone la vida animal (la vida animal que ellos ven y por la que sufren, lo que no ven no les importa aunque sea más dañino) a la vida humana.

Recordemos el caso de los toreros fallecidos y cazadores que han sido objeto de burlas, ellos y sus familiares. Los deseos de muerte y vejaciones a los que no piensan como ellos, incluidos niños y mujeres, incluso llegando a profanar el descanso eterno de un cazador fallecido.

Humanizar un animal y querer reprimir sus instintos es otro tipo de maltrato, reñir a un galgo porque se pone en guardia cuando ve un conejo (como presencié hace pocos días) es cortar las alas de un instinto cazador, someter y prohibir, que es muy distinto a educar.

Así que los únicos que viven en paz con los animales y el planeta son las tribus que aún viven en las selvas, viviendo de lo que la tierra les da y la caza les da. El que llama «asesino» a un cazador por matar una pieza para luego comerla, sentado delante de su ordenador comiendo una hamburguesa, es tan culpable, incluso más, que el cazador de dañar el planeta.

Sí, ha abatido un animal, pero él se ahorrará ir al mercado varias veces mientras que el que odia la caza tendrá que consumir carne «enlatada».

El animalismo busca dejar de utilizar los animales para nuestra supervivencia y que nos alimentemos todos de un modo respetable con ellos. Pero, ¿quién son ellos para decidir mi modo de alimentación o mi forma de vida?

La caza es necesaria y la caza no es ni un deporte ni da placer ni esas bobadas con las que ellos quieren prohibirla. La caza es una fuente de alimentación y una manera de cuidar las especies animales y controlar su población.

Siento deciros la verdad, pero es así de cruda: matamos animales a diario directa o indirectamente y, si no estás conforme con ello, siempre tienes la posibilidad de irte al campo con un taparrabos y vivir de lo que seas capaz de comer.

Por Juan Lobón

 

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