Opiniones Pluma invitada

‘Orgulloso de ti’, por Manuel Cabezas

No tengo la menor duda de que esta es la carta por la que todos alguna vez en la vida nos toca pasar, momento en el que no pensamos, pero sabemos algún día llegará y para el que, aunque creamos estar preparados, nunca es así.

El pasado 21 de mayo, y tras una larga lucha durante más de diez años contra el cáncer, en los que he aprendido innumerables cosas de mi querido padre, emprendió un largo viaje en el que, si Dios quiere y dentro de muchos años, espero poder volver a reencontrarme con él. Hombre sencillo, fuerte, trabajador, serio y humilde del que estoy orgulloso por haberme educado e inculcado muchos de los valores más importantes de esta vida y gracias a los que hoy puedo compartir esta despedida con todos vosotros.Desde muy pequeño, mi pilar, mi hombro, mi fiel consejero y, cómo no, mi mayor e incondicional apoyo en todo aquello que por bien o mal siempre decidí hacer. Desde muy pequeño me enseñó la naturaleza, el campo, el respeto a la caza y las armas. Jamás fue un amante de trofeos y sí de momentos, aquellos que pasaríamos juntos en innumerables días, en los que nos llevaríamos a casa más risas y vivencias que lances o trofeos.

Jamás contó con un pabellón lleno de trofeos, ya que casi siempre cedía los honores finales a algún amigo o, en su caso, la mayoría de las ocasiones a mí, y si ir mas largo a día de hoy me pasa lo mismo, pocos son los trofeos, aunque muchos no lo crean, en mi haber, pero, sin embargo, presumo de tener un gran pabellón de caza dentro de mi corazón en el que guardo todos las jornadas de caza y amigos con los que cuento, como un día me enseñó mi padre.

Al principio y por mi juventud no quiso que me dedicase profesionalmente a este bonito, pero difícil mundo. Pero mi pasión e ilusión era tal que sería irremediable el que mi vida no estuviera dedicada al mundo de la caza. Poco a poco, con mucha dificultad y con su apoyo quise cumplir mi sueño realidad, y a día de hoy era para mí todo un honor el poder ver a mi padre orgulloso de su hijo, aún lo estoy viendo con el calendario de monterías debajo del brazo enseñándoselo a todo aquel al que le gustase la caza, o a todas las monterías a las que me pudo acompañar en las que siempre tenía algún corrillo alrededor contando como desde pequeño mi pasión eran las monterías. Puro en mano y casi pasando siempre desapercibido, observaba siempre orgulloso todos mis movimientos en las monterías.

Hoy y siempre estaré orgulloso de ti, espero poder seguir llevando tu apellido con orgullo, y que mis hijas el día de mañana puedan decir de mí lo mismo que yo hoy de ti, eso me servirá para saber que hicimos las cosas bien.

Esta temporada, aunque no te la pueda contar, sé que, como siempre, seguirás pasando desapercibido y estoy seguro que en nuestro corazón la viviremos juntos.

Siempre y por siempre juntos. Orgullosos el uno del otro.

 

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