Opiniones

La novela picaresca y la caza. Por Laureano de las Cuevas

El autor del artículo, Laureano de las Cuevas.

Recurro a este título, que poco o mucho tiene que ver con lo que a continuación acontece, animado por esa moda de sacar de contexto o trastocar los titulares de los artículos, con el fin de “reclamar la atención del lector” como hace algún tiempo me confesaba el director de una afamada revista del sector. Sector, donde algunas de sus publicaciones, llevan algún tiempo amarilleando como las hojas de un viejo libro. Pero esa, es otra guerra.

Define el diccionario, ‘Picaresca’, como aquella «forma de vida ruin, aprovechada y carente de honradez que se considera propia de un pícaro«. Esa misma picaresca a la que Ortega y Gasset, refiere en su obra como «copia de la realidad que ante sí tiene, con fiero ojo de cazador furtivo», definiendo al género como ‘arte de copia’. Bien pudiera esta, trasladarse a la realidad cinegética de nuestra piel de toro, donde los «pícaros orgánicos, cazadores, y algún que otro voceador de gran predicamento», campan por sus respetos, como ya lo hacían el Lazarillo de Tormes, o el Guzmán de Alfarache, en el novelado solar patrio.

Que la realidad supera a la ficción, es un hecho habitual, y desgraciadamente por ello, catastrófico. La habitualidad y ‘connivencia’ con ‘el jeta‘ de turno, bien por interés, amistad, o por simple aburrimiento. Nos hace bajar la guardia, como lo hace el hastío y la ausencia de ladras, en una fría jornada montera. Y por ello y como siempre, se nos cuela el guarro con la misma habilidad, que ‘el pícaro‘ nos cuela la montería, el coto o la acción de caza. Lance o estafa que la mayoría no sacará a la luz, por miedo a que le sonrojen las mejillas. Saliendo una vez más el pícaro de rositas, como es su costumbre.

Me va a disculpar el lector, si es que algún despistado presta su atención a este juntaletras, y se ve reflejado en la figura del amigo del pícaro jeta, cuyo silencio es esencial, para que este, ‘el jeta‘, empale a otro pardillo, muchas veces amigo común. Perdón de nuevo, retiro mis disculpas. Si gracias a ese silencio cobarde, ese amigo jeta se la ha vuelto a colar al común amigo, poniendo en peligro su licencia y su cartera, eres, en román paladino, “un cabronazo” de la misma pelambre. Y el día, que llegará, que sea tu amigo ‘el jeta‘ a quién saquen los colores… ¿tres veces como san Pedro?, Judas.

A estas alturas, alguien podrá pensar, que estas líneas, son un arrebato fruto de un cabreo o ataque de cuernos. No es el caso, aunque no puedo negar que, en su día, tuve un ‘amigo jeta’, hoy pendiente de que la Justicia le mida las costillas. Hecho que me ha granjeado la crítica, el recelo, y perder la amistad de algún ‘amigo común’, y por supuesto ‘del jeta‘.

Pero lo más triste de todo, es que ‘el jeta‘, preso de su propia codicia, volverá el domingo a dar esa, parte de mancha, que no es suya, y lo hará ‘invitando previo pago’ a sus amigos y familiares. Entre los cuales se encontrará un año más, ese testigo mudo y desleal, de la felonía que hará que sus amigos, sin saberlo, participen en una acción ilegal de caza, a la par que seguirá alimentando al monstruo. Allá conciencias.

Creo firmemente que, en estos tiempos convulsos para la caza, donde términos como ética o verdad, cacarean en boca de muchos. Es imperativo predicar con el ejemplo, abandonar la retórica, y mandar a galeras todo aquello que envilece nuestra noble forma de vida. Empezando por ‘el jeta‘.

Pero como siempre, esta es tan solo mi opinión; y, por lo tanto, equivocada.

Laureano de Las Cuevas. Madrid, 23 de enero de 2019

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