Opiniones

Paco Mena: una vida por y para la caza. Coloquios con José Ignacio Herce

«No es buen cazador quien no cuida la caza», refrán alemán

Don Francisco Mena Martín-Delgado, Paco Mena (PM) para todos los que tenemos el honor de ser amigos suyos, es ya desde hace mucho un referente de la caza en nuestro país. Ha sido todo prácticamente en este mundillo, ingeniero de montes, profesional de la caza desde el ámbito de la administración hasta el privado, cazador impenitente, reconocido gourmet

Don Francisco, todos tus amigos nos preguntamos cómo te va la vida, que se hace difícil verte últimamente…

PM: Pues muy tranquilo, en casa. Vivo en el campo y de vez en cuando voy a Madrid para ver y comer con amigos. Normalmente todas las mañanas voy a Madridejos, compro el periódico, me tomo el aperitivo y a comer a casa. Como puedes ver, tranquilidad absoluta. Hace dos o tres años tuve una caída y por proteger el rifle me hice una lesión en el codo y no me he recuperado bien, por lo que ya no cazo más que tres o cuatro monterías, uno o dos ojeos de perdiz al año y algún conejito.

Defíneme que es para ti la caza

PM: La caza ha sido mi vida, mi pasión, mi devoción, mi profesión… pero entiende que cazar no sólo es darle al gatillo, es disfrutar del monte. Muchas veces voy con algún amigo al puesto y le dejo que dispare él, yo disfruto sólo estando allí y viendo como tira.

«La caza ha sido mi vida, mi pasión, mi devoción, mi profesión… pero entiende que cazar no sólo es darle al gatillo, es disfrutar del monte»

¿A quién debes tu afición a la caza?

PM: A mi padre. Cuando era pequeño le acompañaba a ver los trabajos del campo y, mientras mi padre despachaba con los trabajadores, yo me iba a dar una vuelta con la escopetilla a matar un conejito, una liebre o una perdicilla si me salía.

Luego mi afición fue creciendo, pero hasta que empecé la carrera no me inicié en el tema de la montería y compañía (palabra muy típica de Paco…). Esta afición se consolidó sobre todo cuando tuve que inventariar los Montes de Toledo, a pie, a caballo y en moto. Luego, sobre 1960-1961, colaboré con Patrimonio Forestal del Estado durante dos años inventariando fincas para repoblaciones y caza, y eso me hizo interesarme mucho por el asuntón.

Recuerda tu primera pieza de caza

PM: De caza menor los conejillos, como te contaba antes, con mi padre. De caza mayor un guarro, ya con unos veinte años. Fui tardío porque por mi tierra no había caza mayor en aquellas épocas.

¿Qué es para ti la montería?

PM: La montería es lo más bonito de la caza si sabes interpretarla y si sabes leer lo qué pasa en el campo, pero tienes que ir muchas veces para saber lo que es realmente. Sobre este ‘sentir la montería’, me han enseñado mucho mis amigos Íñigo Moreno y Alfonso Urquijo que, respecto a la montería, veían sólo dos facetas, una en la que el protagonista de la montería es el perro, no el cazador, que sólo es un espectador, y, la otra, que lo importante es el lance, si el lance es bonito el trofeo es bueno aunque tenga seis puntas y si el lance no lo es, el trofeo tampoco, aunque tenga 26.

Recuerdo por ejemplo que en Valero, en Cáceres, tiré a un venado en un cortadero y se me vino el vecino de al lado a echarme una bronca monumental porque había tirado a un venado que había entrado sin perros… pues bueno, era su opinión, no la mía. Como decía Alfonso, lo importante es el lance.

«La montería es lo más bonito de la caza si sabes interpretarla y si sabes leer lo qué pasa en el campo, pero tienes que ir muchas veces para saber lo que es realmente»

Para ti, que has conocido la caza desde hace ya muchos años, ¿cuál ha sido o es la época dorada de la caza en España?

PM: Sin duda, la que yo conocí sobre los años 70. La caza no estaba comercializada, se cazaba en fincas de amigos y no en grandes monterías sino en ganchetes y nos divertíamos muchísimo. Recuerdo cacerías, por ejemplo, en Navalsaz, cuando era de Alfonso Urquijo, que cazábamos siete u ocho amigos y se ponían también los guardas, sus parientes… Tirábamos a lo que te entraba no a lo que veías, algo que ahora ya se ha olvidado. Te enseñaban a pistear… aquello era una escuela viviente.

También cazaba a rececho en las reservas, echaba mi papela y a veces me tocaba una cabra o cualquier otra cosa. Otras veces compraba algún permiso o iba de selectiva. En caza mayor llegué a zascandilear todo.

¿En qué ha cambiado el mundo de la caza en estos años?

PM: En todo. La caza se ha deshumanizado, al que va a cazar no le interesa nada más que el resultado. No saben ni la finca en la que han estado, ni la mancha, ni la armada… ¡no saben na de na! Van, pagan, cazan y se van a casa, a veces no les interesa ni la pieza. Yo nunca, nunca, nunca me he dejado nada en el campo, ni carne ni trofeos (rotundo).

Te puedo decir que conozco desde el punto de vista cinegético más de 160 fincas y me acuerdo de todas y cada una de ellas, sus manchas, sus detalles, el día que las cacé, lo que he fallado, lo que no…

Ahora todo ha cambiado, los puestos van doblados, se tira hasta donde llegue el rifle y si le das al guarda o al vecino pues… es lo mismo. Y lo de cobrar la pieza ni te cuento…

«Al que va a cazar no le interesa nada más que el resultado. No saben ni la finca en la que han estado, ni la mancha, ni la armada… no saben na de na. Van, pagan, cazan y se van a casa, a veces no les interesa ni la pieza. Yo nunca, nunca, nunca me he dejado nada en el campo, ni carne ni trofeos»

¿Cuáles son los valores que a tu juicio deben imperar en la caza en general y en los cazadores en particular?

PM: ¡La educación, la solidaridad…! Hace muchos años Jaime de Foxá dio una charla sobre la caza en España, comenzó diciendo que éramos un país rico en caza y el más anárquico a la hora de explotarla, y yo, después de muchos años, añadiría que con una absoluta falta de solidaridad entre los que nos movemos en este mundillo. El galguero se mete con el escopetero… si tienes que arrastrar una res y no conoces al de al lado estas perdido… en fin, una lástima.

Has conocido grandes cazadores nacionales y extranjeros, para ti, ¿quién o quienes representarían mejor esos valores?

PM: No puedo nombrar sólo a una persona que encarne esos valores de educación y respeto a este nivel, porque conozco a varios grandes cazadores y tiradores que a la vez son muy buenos y grandísimos amigos y podía desmerecer al resto. A este respecto, en una ocasión alguien muy conocido me pidió que organizara un premio para el mejor cazador del año, y recuerdo que comentándolo con Alfonso Urquijo me preguntó: «¿Quién es es el mejor cazador del año, el que más ha cazado, el que más tira, el que más dinero tiene…?».

La  verdad es que es muy difícil contestar a esta pregunta porque hay muy buenos cazadores, magníficos tiradores, aunque no hay muchos que hagan el doblete de cazadores y tiradores…

La pena es que en general no se respeta nada, vuelvo a reiterarme en la insolidaridad, o falta de educación del colectivo. Como dice un refrán alemán, «no es buen cazador si no cuida la caza» y aquí ni se cuida ni se respeta, con carácter general insisto.

Has cazado en casi todas partes dentro y fuera de España, ¿cuál sería la finca que para ti representaría el auténtico modelo de gestión cinegética?

PM: Como te he dicho, he conocido muchas fincas y, por momentos, algunas auténticos modelos de gestión. Lo realmente difícil es hacerlas, lo fácil es deshacerlas después por diferentes motivos… He cogido fincas donde no había nada, un venado y dos ciervas, y las he hecho yo, de manera que en cinco o seis años conseguí ciento y pico de reses, cazando en los primeros años dos o tres oros con seis años, y ¿qué ocurre…?, que al año siguiente quieren más porque piensan que no se va acabar nunca y cazan lo que se debe y lo que no, así duran dos años más y ¡a hacer puñetas!

 «He conocido muchas fincas y, por momentos, algunas auténticos modelos de gestión. Lo realmente difícil es hacerlas, lo fácil es deshacerlas después por diferentes motivos…»

Ese recuerdo imborrable…

PM: ¡Puffff…!, muchos, pero así de golpe, quizá un venado excepcional en Poyatos (Cuenca) que cacé sin saber lo bonito qué era, ya que le tiré viendo sólo la palma porque me daba el sol de cara. Fue uno de los venados más bonitos que he visto en mi vida, entendida la belleza como algo muy subjetivo. He visto bichos enormes con 26 puntas pero no me parecen bonitos, yo no miro los puntos a la hora de valorar la belleza. Y un rececho a un conejo que no olvidaré nunca… estuvimos horas siguiéndole hasta que le cobramos como si fuera un corzo.

Y, ¿ese recuerdo absolutamente ‘olvidable’…?

PM: Muchos, así de pronto, también… el fallar un eland de Derby a 50 metros parado y darle un tiro en la pezuña. Me pasé llorando media mañana (sonríe). Y luego en una finca en Córdoba en la que una vez fallé siete venados, otra vez cinco, otra vez no vi nada y a la siguiente el propio dueño me dejó su puesto donde cobraba todos los años 13 o 14… ¡pues no me entró ninguno! Y en cambio en el que me había tocado por sorteo cobraron ocho… (sonríe).

¿Qué sientes no haber hecho en el mundo de la caza?

PM: (Piensa bastante) He hecho casi todo… no siento haberme quedado con la ganas de hacer algo. He ido donde he querido, quizá no en las condiciones deseadas o cuando quería, pero lo he hecho.

De todas las especies que has cazado en tu dilatada historia cinegética, ¿cuál es la que más satisfacciones te ha dado?

PM: El venao que te dije y el eland de Derby que cacé después del de la pezuña… Recuerdo que tenía los pies sangrando por las llagas que me hicieron las botas, pero esa ilusión por cobrar el gran antílope fue superior. También he disfrutado mucho, mucho, en el Pirineo con los rebecos.

 «Cazando el eland de Derby acabé con los pies sangrando por las llagas que me hicieron las botas, pero esa ilusión por cobrar el gran antílope fue superior»

¿Cuál sería tu retiro dorado cinegéticamente hablando?

PM: (Sin dudar) ¡El que tengo!

Háblanos de tu museo teratológico de Jumelo, ¿cómo y cuándo comenzó tu afición por estas piezas raras?

PM: En el año 1961, inventariando los Montes de Toledo, en una finca cerca de El Castañar, el guarda me dijo que había cobrado un venado muy raro y me lo regaló. Luego vinieron muchos más, regalados y comprados. El único que no he podido tener fue un guarro con doble juego de amoladeras y colmillos en Ciudad Real, pero entonces me pidieron mucho dinero y no andaba yo boyante…

¿Cuál ha sido la última pieza de tu museo teratológico?

PM: Una lesión mecánica en un venado con tres cuernas, pero la verdad es que tengo el asunto un poco abandonado.

¿Cuál es el ejemplar más raro de este museo?

PM: Una pezuña vuelta que compré porque me acordé de un zapatero de Madridejos que tenía también el pie para atrás. Tenía un termómetro metido en ella y me costó ¡cinco duros…! (ríe). Y un venao que mande del Hosquillo a una finca y que abatí allí mismo cinco años después (lo supe porque aún tenía el crotal) con una peluca importante.

«Los ejemplares más raros de mi museo teratológico son una pezuña vuelta y un venado con una peluca importante»

¿Sé que estabas en gestiones para hacer un ‘verdadero’ museo, has llegado a algún acuerdo para instalarlo en algún espacio concreto?

PM: No lo sé. He pensado varias soluciones pero no he llegado a nada seguro. Me gustaría que se quedara en Cuenca, pero lo que me preocupa es que se ponga en un sitio donde no tenga visitantes. Quizá algo volante para que lo pueda ver la mayor cantidad de gente posible.

Eres miembro destacado del Club de Bibliófilos de Caza y propietario de una importantísima biblioteca sobre la materia, ¿si sólo pudieses salvar un libro de caza, cuál salvarías?

PM: (Sin duda) La Historia de la Montería en España, del duque de Almazán. También Los lobos de Morla o Solitario (quise hacer su vida a caballo pero las cercas me lo impidieron).

«Si sólo pudiera salvar un libro de caza, salvaría la Historia de la Montería en España, del duque de Almazán. También Los lobos de Morla o Solitario»

¿Te sigue ilusionando que te llamen para ir de caza?

PM: ¡Sííííí!, pero en algunos sitios, en otros confío en que se olviden mí… (sonríe). Recuerdo hace años que eran tantas las invitaciones que tenía para cazar, que siempre rezaba para que se olvidaran de mí y no me invitaran, y lo digo con todo el cariño porque a veces vas a cazar con más y otras con menos amigos.

Da un consejo a los jóvenes cazadores y gestores

PM: Que el que tenga afición, que aprenda… En mis tiempos lo hijos iban con los padres de morraleros, hoy día un niño con 18 años ya ha cazado un elefante y con menos todo tipo de trofeos (sé del nieto de un amigo conocido que con 10 años mató 32 reses en una mañana y otro, con 11 años, 100 en un fin de semana…), así que, ¿qué esperas para cuando tenga 25 años…?, no hay ilusión (decepcionado).

Como curiosidad te cuento que uno de mis nietos dice que quiere ser cazador como yo pero que le da vergüenza decirlo en el colegio.

«En mis tiempos lo hijos iban con los padres de morraleros, hoy día un niño con 18 años ya ha cazado un elefante y con menos todo tipo de trofeos (sé del nieto de un amigo conocido que con 10 años que mató 32 reses en una mañana y otro, con 11 años, 100 en un fin de semana…)»

La caza cada vez se está poniendo más difícil en nuestro país, el avance del animalismo es notorio en la sociedad urbanita, ¿crees que alguna manera los cazadores hemos contribuido a esta situación?

PM: (Rotundo) Evidentemente, por lo que vengo repitiendo, la falta de solidaridad. El cazador lo que quiere es coger el escopeto, salir de su casa hacer lo que le salga de los cojones… y poco le importa lo que le pase al otro.

Faltaría una asociación de cazadores de verdad que canalizara ese millón de votos para hacer cosas con sentido común en acuerdo con los grupos ecologistas. Es mejor llegar a un acuerdo que seguir en esta lucha permanente. Tienen que entender que la caza no se puede prohibir porque, entre otras cosas, hay cientos de pueblos que viven de ella.

A la vista de lo anterior, ¿cuál crees que es futuro de la caza?

PM: Se irá incrementando la caza menuda, con más o menos piezas. Si faltan perdices, pues se comprarán perdices y habrá las que hagan falta. La caza mayor, como está cercada, se mantendrá como una ganadería salvaje y si se le da el mismo tratamiento que a una vaca, pues igual que tengo 50 vacas tendré 50 reses.

 «En un futuro se irá incrementando la caza menuda, con más o menos piezas. Si faltan perdices, pues se comprarán perdices y habrá las que hagan falta. La caza mayor, como está cercada, se mantendrá como una ganadería salvaje»

¿Qué comida recuerdas con verdadera delectación?

PM: La mejor comida (no lo duda) fue una en casa de Pedro Guerrero, entremeses, un jamón excepcional, unos camarones igualmente excepcionales, un pastel de verduras y un magnífico rabo de toro… todo regado con un Château Haut-Brion reserva… (lo paladea con el pensamiento…).

Es la hora de comer. ¿Qué plato de caza tenemos que pedir?

PM: Un goulash de corzo, sin duda.

¿Qué pregunta no te he hecho y te gustaría haber contestado?

PM: ¿Qué echas de menos en tu vida actual? Y te hubiera contestado: un novia enfermera… (ríe).

Conversar con Paco Mena ha sido, es y será un auténtico placer. Se pueden pasar horas charlando con él, es tal su saber, su experiencia y, sobre todo, su amenidad, que hace que sea difícil resistirse a su encanto personal. Por eso yo siempre he dicho que, cuando sea mayor… quiero ser como Paco Mena.

Coloquios con José Ignacio Herce Álvarez

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