Opiniones Pluma invitada

Las armas no matan. Por José Ignacio Herce Álvarez

El autor, José Ignacio Herce Álvarez, es presidente del Club de Tiro Olímpico Alcor.

«Creo que el mundo estaría mejor si las armas no existiesen, pero seguro que entonces nos mataríamos a pedradas»

Paul Walker, actor norteamericano y biólogo marino

Aunque la tenencia de armas siempre ha sido objeto de polémica, las declaraciones de un político español de actualidad al respecto de «permitir que los españoles sin antecedentes penales y con certificados de idoneidad psicológica» puedan tener un arma en casa para ‘defenderse’, han vuelto a levantar la polémica sobre el tema y han puesto a las armas de nuevo en la palestra. Es precisamente la interpretación que se ha hecho de sus afirmaciones desde una y otra parte, lo que me lleva a escribir estas líneas.

Quiero empezar ese artículo con la explicación de la afirmación que lo encabeza, «no son las armas las que matan, sino las personas». ¿Y por qué afirmo esto? Muy sencillo, si nosotros dejamos una pistola encima de una mesa muy difícilmente disparara contra nada ni contra nadie por más la incitemos a ello y lo mismo ocurre con cualquier otra ‘arma’ de las reconocidas como tales. ¿Y por qué esta aclaración? También muy sencillo… porque a efectos de su uso, cualquier objeto más o menos contundente podría usarse como tal. Cómo decía el protagonista la película Héroe, de Zhang Yimou, «una brizna de hierba puede convertirse en un arma».

De lo que se deduce que el arma por sí sola no mata, mata quien la utiliza. Cualquier cosa puede ser un arma letal, desde un misil nuclear hasta nuestro amado cuchillo jamonero, pasando por martillos, tijeras y hasta un contundente pisapapeles de principios del siglo XIX.

El arma por sí sola no mata, mata quien la utiliza. Cualquier cosa puede ser un arma letal, desde un misil nuclear hasta nuestro amado cuchillo jamonero, pasando por martillos, tijeras…

Las armas reconocidas como tales están sometidas a una reglamentación y a una regulación específica, así como su uso, las otras (cuchillo jamonero, bisturí, un tronco en condiciones…) no.

¿Dónde está entonces el problema?, ¿en la armas o en su caso el objeto usado como tal? o ¿en el usuario de las mismas? Creo que la respuesta es fácil y nos remite al inicio del artículo.

Aunque prohibamos todas las armas existentes, el asesino encontrará algo que haga las veces de ellas, luego entonces lo que estamos haciendo es atacar el problema por el lado que no es.

Aunque prohibamos todas las armas existentes, el asesino encontrará algo que haga las veces de ellas, luego entonces lo que estamos haciendo es atacar el problema por el lado que no es

Como decía, en nuestro país tenemos un Reglamento de Armas que establece los requisitos y condiciones de la fabricación, comercio, tenencia y uso de armas, e incluso las del propio usuario mediante las correspondientes pruebas de aptitud y, atención a esto último… esto quiere decir que todas aquellas personas en posesión de un permiso de armas deben haber superado unas pruebas de aptitud, recogidas en la Resolución de 19 de octubre de 1998, de la Dirección General de la Guardia Civil por la que se dictan instrucciones para la ejecución de la orden del ministerio del interior de 18 de marzo de 1998, por la que se regulan las pruebas de capacitación para obtener determinadas licencias de armas y los requisitos para la habilitación de entidades dedicadas a la enseñanza correspondiente (BOE núm. 290, de 4 de diciembre), entre las que se encuentra aportar un informe en el que se refleje la adecuación de las aptitudes psicofísicas.

Por desgracia, los noticiarios de cualquier cadena o periódico se están convirtiendo en páginas de sucesos que nos recuerdan aquel periódico que se llamaba El Caso y que fue muy leído en su época. A la hora de contar cómo y con qué se han producido los crímenes, se hace siempre un especial hincapié en sí se ha llevado a cabo, por ejemplo, con armas de caza y, como consecuencia, por cazadores. Y volvemos al origen, si el asesino confeso no hubiera sido cazador y no hubiese tenido un arma legal en su casa, ¿habría dejado de producirse el crimen?, por desgracia creo que, sin duda, no, seguro que habría encontrado un sustitutivo para ella.

A la hora de contar cómo y con qué se han producido los crímenes, se hace siempre un especial hincapié en sí se ha llevado a cabo, por ejemplo, con armas de caza y como consecuencia por cazadores

La ‘solución’ del problema entonces radicaría en que el acceso a un permiso de armas y como consecuencia a un arma reglada, debería de hacerse mucho más duro, sobre todo en el sentido de evaluar de una manera más rígida las capacidades del individuo que en última instancia será quien haga el uso del arma. Evidentemente siguiendo nuestro razonamiento, aunque el presunto asesino no tenga un arma reglada buscara otra pero, al menos, tendrá menos facilidades de acceso a ellas.

La ‘solución’ del problema entonces radicaría en que el acceso a un permiso de armas y como consecuencia a un arma reglada, debería de hacerse mucho más duro, sobre todo en el sentido de evaluar de una manera más rígida las capacidades del individuo que en última instancia será quien haga el uso del arma

Si alguien tiene que defender la integridad de su familia, de su casa o de sus bienes lo hará de la manera que pueda en ese momento, con un arma reglamentaria, con el martillo o con la paellera familiar.

Otro de los argumentos que se utilizan en contra de la tenencia de armas es que pueden ser causa de accidentes fortuitos, principalmente en el ámbito doméstico. Obviamente volvemos a lo mismo, corresponde a su titular guardarlas conforme a lo dispuesto en la legislación vigente que ya se encarga de decir cómo, dónde y de qué manera tiene que hacerlo. En resumen, si se produce un accidente no será por el arma sino porqué su propietario ha sido descuidado, al igual que puede ocurrir con una sartén en el fuego al alcance de un niño, la culpa no será de la sartén sino de quien la maneje.

Este razonamiento es sencillo y entonces nos plantearemos la pregunta, ¿por qué este interés en la regulación asfixiante de la tenencia de armas? ¿A qué se tiene miedo realmente?

Un terrorista no va a utilizar un arma legalizada y bien documentada, un atracador tampoco creo que se haya ocupado de tener un arma en regla y que pase sus correspondientes revisiones, el hecho de ser cazador no creo que predisponga al crimen, los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado no creo que sean potencialmente más peligrosos que cualquier otro ciudadano por portar un arma…

Un terrorista no va a utilizar un arma legalizada y bien documentada, un atracador tampoco creo que se haya ocupado de tener un arma en regla, el hecho de ser cazador no creo que predisponga al crimen

Veamos, por ejemplo, algunos de los argumento en contra la tenencia de armas leídos en internet: «Ver a niños de seis años disparando con metralletas es la antipedagogía. Este culto a las armas, a la violencia, a mí me parece malsano y por eso hay una proporción tan alta de matanzas irracionales».

Veamos, el acercamiento de los niños al mundo de las armas desde un punto deportivo, como es caso del tiro olímpico, precisamente lo que hace es quitarles ese aspecto belicoso y beligerante de las armas, iniciándoles en un mundo muy diferente al de la apreciación del autor de la frase.

El acercamiento de los niños al mundo de las armas desde un punto deportivo, como es caso del tiro olímpico, precisamente lo que hace es quitarles ese aspecto belicoso y beligerante de las armas

Como presidente de un club de tiro olímpico que soy y que cuenta con una escuela de tiro con cerca de 40 alumnos a partir de los nueve años, puedo afirmar que ninguno manifiesta actitudes violentas y que no sentimos que tenga tendencias futuras a convertirse en asesino en serie por el hecho de practicar este deporte olímpico que, por cierto está recomendado para los chicos ya que promueve la concentración y demás temas que no vienen al caso. En esta escuela se les hace un seguimiento psicopedagógico y se refuerzan sobre todos los conocimientos sobre seguridad y uso responsable de las armas. Si de ellos sale algún autor de matanzas irracionales no será por haber conocido el mundo de las armas sino porque tendrá alguna patología mental que le lleve a ello.

O esta otra perla: «Una persona ordinaria se convierte en un asesino sangriento en la mera presencia de un arma de fuego, pero se convierte de nuevo en un individuo sano y racional cuando le quitas el arma», esto prefiero ni comentarlo, pero nos da una idea de hasta dónde puede llegar la neurosis obsesiva de la parte contraria.

Y, por último, una de las justificaciones más frecuentes entre los contrarios a la tenencia de armas para defensa personal es la de que los ciudadanos no necesitan armas de fuego para protegerse porque la policía está allí para hacerlo. Pues bien, cuando nos veamos ante una agresión, pediremos al delincuente que nos deje hacer una llamada a la policía, charlaremos un ratito con el hasta que llegue y luego esperaremos a que se entiendan entre ellos.

Visto lo anterior, queda claro que el problema no radica en las armas y por ello la limitación de su tenencia no es la solución, si queremos seguridad en su uso, lo que único que cabe es adecuar el acceso a ellas con unas pruebas psicológicas, endurecer las penas a los que las usan ilegalmente, controlar el mercado negro y educar a sus propietarios en el buen uso y manejo de las mismas.

Queda claro que el problema no radica en las armas y por ello la limitación de su tenencia no es la solución, si queremos seguridad en su uso, lo que único que cabe es adecuar el acceso a ellas con unas pruebas psicológicas, endurecer las penas a los que las usan ilegalmente, controlar el mercado negro y educar a sus propietarios en el buen uso y manejo de las mismas

De seguir así, lo siguiente será prohibir los coches y así se evitan los accidentes de tráfico…

Ahí lo dejo…

Un artículo de José Ignacio Herce Álvarez

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