Opiniones

‘¡Respeto!’, respuesta de la joven cazadora María Pliego a los ataques en RRSS

Esto va dedicado a todos los que defendéis la integridad de una cebra antes que el respeto a otro ser humano: no sé por dónde empezar, voy a empezar por calmarme.

A diferencia del sector al que dedico estas palabras, yo sí tengo educación, elegancia (y dos dedos de frente). Bueno, no sé si aplaudiros por lo ‘valientes’ y ‘justos’ que sois cuando os indignáis al ver la foto de un animal abatido por un cazador, o más bien echarme a llorar porque sois una evidencia más que confirma mi hipótesis sobre si será minoritaria la existencia de vida inteligente en el planeta Tierra. En cualquier caso, como dijo Jack el destripador (al que seguro que no criticáis tanto), vamos por partes:

Primero, aquellos que os ponéis casco, armadura y espada para criticar por las redes a quienes cazan animales… me imagino que será porque, previamente, ya habéis criticado a todos los países que tienen armas nucleares, a los dirigentes políticos que han llevado a su pueblo a una guerra civil, a la ONU por su incapacidad manifiesta para resolver conflictos, al capitalismo salvaje, la pobreza extrema, el hambre en el mundo, la ausencia de consenso sobre el cambio climático… ¿verdad? Doy por hecho que si os vais a poner a defender la integridad de una cebra es porque, previamente, ya habéis defendido la de todos los seres humanos. De lo contrario, permitidme que os diga que sois un poco HIPÓCRITAS, con mayúsculas, que es más visual.

Segundo, presupongo que cuando nos llamáis «asesinos» a quienes cazamos es porque para vosotros todos los que se ganan la vida trabajando en un matadero también son asesinos, ¿no? Vaya, si la lógica no me falla, a vuestro juicio la mitad de la población española debería ser condenada por artículo 139 del Código Penal (no me engañéis, que al menos una mosca habréis matado alguna vez). ¡Ah, vale!, que ahora es cuando viene vuestro argumento estrella: «quien se gana la vida en un matadero no mata por diversión; un cazador se divierte con el sufrimiento». Y, ahora, digo yo… ¿y quiénes se ganan la vida trabajando en el mundo cinegético? O, mejor aún, ¿es que el hecho de que yo cace un animal me convierte o no en asesino en función de si mientras lo hago me estoy divirtiendo? Vamos a ser claros. Entonces, ¿si un empleado de un matadero disfruta en su trabajo le consideramos un asesino? Y si yo cuando me voy de caza no me lo paso bien, ¿entonces, soy inocente? Pues, yo creo que vuestro argumento estrella se os ha estrellado por una razón de lógica y causalidad.

Tercero, ¿cómo va la dieta vegana?, ¿muchos suplementos? Porque claro… si os parece mal cazar un animal, no me quiero ni imaginar qué pensaréis de los que nos los comemos. Debéis tener en mayor autoestima a Hitler que a mí por pedirme un solomillo en un restaurante. ¡Qué despropósito! ¡Ah, no, espera, que me acaba de llegar por el pinganillo que a vosotros también os gusta comer carne, y que en Nochebuena no os falta el plato de jamón en la mesa…! ¡Dios santo! ¡Al menos espero que no os creáis que al cerdo le mataron a besos! A ver si se os dan mejor otras cosas en la vida de lo que se os da elaborar una buena línea argumental, queridos…

Cuarto, dejando al margen estas puntualizaciones básicas, vamos al apartado que a mí más me interesa dejaros claro. Se titula así: RESPETO. Mirad, os voy a explicar un razonamiento estadístico paso a paso para que no os perdáis.

En el mundo convivimos 6.000 millones de personas. Eso quiere decir que existe una gran pluralidad de razas, etnias, nacionalidades… y también de ideas, gustos y pensamientos. Pues bien, si queremos una vida tranquilita, más vale que aprendamos a respetarnos los unos a los otros. Yo, particularmente, soy una persona muy crítica, tengo mis ideas muy claras, sé qué me gusta y qué no me gusta, y defiendo con toda mi alma aquello en lo que creo. Pero que yo luche por proteger los valores con los me identifico no significa que lo haga atacando a quienes protegen, simpatizan o defienden ideas contrarias a las mías. RESPETO. Así se titula vuestra asignatura pendiente, ¡a ver si la aprobáis ya! Además, si vuestro propósito oculto es el arte de la persuasión (es decir, intentar convencer para que alguien cambie su opinión sobre un determinado asunto), os recomiendo encarecidamente que os leáis a Schopenhauer a ver si os ilustra con su obra y comprendéis que insultando, amenazando y humillando a alguien no vais a conseguir que siquiera se siente a tomar un café con vosotros para escucharos. Como mucho os lo tirará encima…

Quinto. El uso de las redes sociales es vuestra segunda asignatura pendiente. Vamos a ver, ¿no os da vergüenza desearle la muerte a alguien por un mensaje directo de Instagram? Es decir, ¿de verdad le dais a enviar y seguís con vuestras vidas como el que envía una felicitación de cumpleaños? Os lo pregunto porque, honestamente, cuando he visto uno de esos mensajes me he tenido que frotar los ojos para verificar que era real. Qué os creéis, ¿qué cuándo yo me meto en explora no veo publicaciones que me parecen aberrantes, o que me hieren la sensibilidad? Pues, claro. Vamos a ver, que esto es más fácil que multiplicar x 1: si las publicaciones de una cuenta no te gustan, ni sigas a la cuenta, ni le pinches al corazón rojo. Y sigues con tu vida. Así de fácil. En serio, no es normal eso de ir deseando la muerte como el que va deseando un feliz año. ¡A ver si os habéis confundido y los asesinos vais a acabar siendo vosotros!

Y, bueno, en este punto una pequeña mención a algo que también me ha hecho particular gracia: las marcas que dejáis de colaborar con una cuenta porque publique fotos de caza… El tema de investigar cómo se fabrican muchos de los productos que os envían vuestros proveedores ¿qué tal? Estaréis puestos al día en la explotación infantil y la precariedad laboral, ¿no? Seguro que sí… me imagino que ni un solo producto «Made in Somalia, Pakistán, China, Zimbabwe, Congo…» (¡a ver si apreciáis aquí el sarcasmo!).

Y, finalmente… sexto punto y consejo personal. A ver, que yo comprendo que tengáis mucho tiempo libre y queráis pasar las horas haciendo algo que os haga sentir útiles. Pero, tal y como os he expresado, tenéis mucho que aprender aún sobre cosas tan básicas como la tolerancia. Así que os animo a que os sentéis a reflexionar sobre esto, aclaréis vuestras ideas, y comencéis a preocuparos por problemas y situaciones que verdaderamente ¡sí! deberían indignaros. Y, sobre todo, que os alejéis un rato de las redes sociales, que tenéis más peligro que el Señor de los Anillos en una joyería…

Atentamente: María Pliego, joven cazadora y orgullosa de serlo.

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