En la recámara

En defensa de la caza y el cazador

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Hace algunos meses un buen compañero y cazador puso en marcha uno de esos proyectos que se antojaban imprescindibles para seguir teniendo esperanza en el futuro de la caza, un proyecto por el que muchos veníamos clamando y que, gracias al empeño y la ilusión de cazadores como Michel Coya, hoy comienza a ser una realidad.

La creación de ENDECA, En Defensa de la Caza y el Cazador, supone un gran paso en la lucha por salvaguardar nuestro derecho a cazar, si somos capaces de darle el apoyo necesario, claro. Esta nueva asociación, nacida sin otro objetivo que no sea el preservar la dignidad de la caza y de los cazadores, se declara «sin ánimo de lucro» y en sus estatutos despeja cualquier duda que pudiese surgir respecto a su exclusiva intención de luchar contra aquellos que quieren privarnos de nuestra pasión, primero, y borrarnos del mapa, después.

Conozco a Michel, como conozco a otros de los que se están dejando el pellejo para sacar este ilusionante proyecto adelante. A ellos, a nosotros mismos y a la caza, les debemos poner de nuestra parte y hacer lo que esté en la mano de cada uno para contribuir al éxito de ENDECA, que será el éxito de todos.

Vivimos, los cazadores, tiempos difíciles. El auge de los grupos ‘anticaza’, de los pseudoecologistas radicales y excluyentes, el abandono de la Administración, la ineficacia de la Federación Española y el desconocimiento por parte del gran público de la realidad de la caza, de su significado, de su esencia y de su incontestable necesidad de protagonismo, nos han sumido en un pozo del que sólo podremos salir, de una vez por todas, si estamos unidos.

Hay muchas peñas, plataformas, asociaciones y federaciones, la mayoría creadas con la mejor de las intenciones, sin duda alguna; pero, a día de hoy, la variopinta amalgama de colectivos, que casi cubre por completo nuestro país, no ha sido suficiente, ni capaz, de hacer valer la fuerza que tenemos.

La consecuencia es obvia: los que no nos quieren, avanzan; los que nos odian, se multiplican; los que anhelan acabar con nosotros, se crecen… No podemos continuar así, no podemos dejar que la perezosa inacción, los desvergonzados intereses personales o la estúpida vanidad, impidan poner los medios necesarios para colocar a la caza y los cazadores en el lugar que corresponde.

Sin dejar de apoyar a los grupos a los que cada uno pertenezcamos, creo que es el momento de hacer efectiva una unión imprescindible para preservar nuestros derechos y defendernos de quien nos acosa, insulta, amenaza y agrede.

Son quince euros al año, 1,25 al mes, lo que pagamos cada día por un café, para mantener abierta la ilusión de poder reivindicar el puesto que nos corresponde. Creo que vale la pena intentarlo.

Alcanzar un número significativo de asociados, sin duda nos daría la fuerza imprescindible para poder llegar a ser interlocutores, con voz y voto, en todas las cuestiones que nos atañen como cazadores. Además, si logramos conseguir una implicación suficiente, estoy seguro que las metas que alcanzaríamos nos sorprenderían a nosotros mismos.

Llevamos demasiado tiempo callando y dejando hacer, demasiado tiempo conformándonos con lo que nos quieran dejar, menospreciados, apartados de los centros de decisión. Hemos permitido que nos vayan arrinconando, que manipulen aquello que amamos, que otros decidan por nosotros, que muchos se avergüencen de reconocer su condición de cazadores…

Tenemos que acabar con todo esto, si no queremos que todo eso acabe con nosotros.

Sin otro interés que el de defender la caza y nuestro derecho a cazar, animo a todos a colaborar y unirse a este proyecto ilusionante que se quedará en nada si no vamos ¡muchos a una…!

 

por Alberto Núñez Seoane

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