Al viso

De cómo la seguridad puede volverse peligrosa

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No pocas han sido las personas, a las que estos días  he escuchado comentar y criticar ciertas actuaciones, del hasta ahora siempre impecable cuerpo del Servicio de Protección a la Naturaleza (SEPRONA).

Dichos comentarios, no calaron excesivamente en mí, hasta hace unas semanas.
El frío sábado 28 del pasado mes de enero, me encontraba monteando con la sociedad de cazadores de Iruecha, un pequeño pueblecito de Soria. En el sorteo de la mañana, me había tocado un bonito puesto, al borde del camino que atravesaba un extenso pinar. La armada estaría compuesta por unas 13 o 14 escopetas, entre las que me encontraba yo. Todo estaba transcurriendo con total normalidad, hasta que pasado ya el medio día, escuché el ruido del motor de un coche que se aproximaba, alertada, intenté identificar por donde venía el vehículo, pues los perros estaban ya cerca, y el lance podía ser inminente. Para mi sorpresa, 2 o 3 minutos después, paso por delante de mi puesto, atravesando dos armadas completas un coche del SEPRONA que fue parando y requiriendo documentación a muchos compañeros monteros.

Desde mi punto de vista, actuaciones como esta que os cuento, suponen un tremendo peligro, pues atravesar 2 armadas completas, cruzando las líneas de tiro de muchas personas, no puede mas que suponer un riesgo innecesario. Entiendo la obligación que tienen los agentes de este cuerpo especial de la Benemérita, de velar por la seguridad en el campo, comprendo que para ello, han de realizar chequeos rutinarios comprobando que todos los monteros nos hallemos en posesión del seguro obligatorio, la licencia y el permiso de armas, pero lo que no puedo entender, es la necesidad de poner en peligro tanto a los agentes como a los propios cazadores para llevar a cabo dicha misión.
¿ No sería más fácil, mucho menos peligroso y bastante más efectivo, que los agentes se personasen al tiempo del sorteo y fuese ahí en el momento, cuando comprobasen la vigencia y existencia de la documentación obligatoria de cada uno de los participantes en la cacería? Creo poder afirmar que si que lo sería.
Por otro lado, tienen que tener en cuenta, que el silencio y la quietud son requisitos indispensables para garantizar el éxito en cualquier modalidad cinegética, y atravesando caminos y traviesas, veredas y senderos en mitad de una montería con motos y coches, solo puede espantar a cualquier animal que se encuentre en los alrededores. Puede que esto sea por querer llevar al extremo el llamado “factor sorpresa” y de este modo, poder elevar el número de multas.
¿Será que la crisis ha llegado también al campo y el afán recaudatorio ha poseído nuestros bosques?

María Romero de Alba

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