Reflexiones en el puesto

Venador

Así era denominado uno de los tipos de gladiadores que, durante la bonanza de Mérida, la romana Emérita Augusta, se batía la vida en el circo romano, solo o acompañado, frente a manadas de animales salvajes, jabalíes, ciervos o toros, para ocio y disfrute de los ciudadanos del Imperio.

 

Pero eso quedó atrás, muy atrás. Por fortuna. Después vinieron siglos de secularización y escolarización, y se consolidó el acceso universal a las artes y a las letras. Y, con ello, llegó la extensión de la educación a todos los niveles, incluyendo la ética y la cultura, así como una incipiente y necesaria formación medioambiental a lo largo del devenir de los siglos. 

Pero todavía hoy en día son aún cotidianos actos cruentos, supuestamente cinegéticos, carentes de todo principio y sentido cazador, y sólo alimentados por legos egos sedientos de sangre, trofeos, números, premios o títulos, realizados por “compañeros” de caza que a sí mismos erróneamente se denominan cazadores, pues no son más que venadores, seres humanos convertidos en animales salvajes. Y, por desgracia, los actos de los unos, amparados en un colectivo desunido y sin voz propia, como es el nuestro, no hacen más que dar altavoz y justificar las críticas de todo un sector de la sociedad, opuesto a nuestra actividad, que, por otro lado, tiene todo el derecho a expresarse. 

Una corriente de opinión significativa y a tener en cuenta que se expresa con celo y pasión ante una realidad que el propio colectivo de cazadores le hace convivir, aunque sea de soslayo, naciendo su crítica feroz desde el alejado y aséptico urbanismo, respondiendo a opiniones particulares muy sesgadas y tergiversadas, aunque en muchas ocasiones con contenidos de fondo no carentes de sentido. Eso es lo preocupante. 

Mientras que en otros países, mucho más desarrollados que el nuestro en términos de evolución y gestión de su política medioambiental, como pueden ser los Estados Unidos, donde los cazadores, que repito son seres humanos que ejercen la caza entre otras muchas actividades, son una especie de héroes locales que protegen a los ciudadanos frente a plagas o ataques de animales salvajes y ayudan a la gestión medioambiental, la imagen que gran parte de la sociedad actual española tiene labrada de los cazadores compatriotas es, en muchos casos, la que nos merecemos, todo sea dicho, y completamente contraria a los principios y leyes naturales de la caza, como modelo de gestión y conservación de la naturaleza.

En estos tiempos que corren es primordial ser estrictos y honestos en el ejercicio de nuestra pasión. Como digo siempre, todos a una. La sociedad nos mira a todos como colectivo, bajo una gran lupa mediática y hemos de ser conscientes que seremos juzgados como un todo por las acciones individuales de cada uno, por lo que en cada uno estará la parte proporcional de responsabilidad ante la imagen que queramos transmitir, a presente y a futuro. 

La pregunta es: ¿queremos ser cazadores o venadores? 

Por Luis de la Torriente

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