Desde el pulpitillo

Pintan bastos para la caza

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Carlos Enrique López
Acabamos de cerrar una temporada que no ha sido de las mejores, y rezamos porque la próxima no venga a demostrarnos que fue buena la anterior. Hablo naturalmente de caza menor, pues en la mayor parece que los resultados han sido bastante buenos, quizá no para los organizadores sino para los cazadores, que han visto como las monterías en muchos casos han bajado de precio e incluso han mejorado sus expectativas. Tenemos que admitir tanto cazadores como organizadores que con la crisis económica las aguas han vuelto a su cauce, y que ahora se caza de forma más cercana a la realidad. 
La burbuja inmobiliaria contribuyó a que mucha gente que en su vida había pegado un tiro se comprara un rifle como el que se compra una bicicleta y se dispusiera a “cazar”. Como había dinero (mucho, y más negro que el sobaco de un grajo) se gastó sin control y sin mesura.  Hasta los políticos de izquierdas se pusieron en contra de su colega Cristina Narbona, y algunos se dejaron ver el plumero en monterías celebradas en sitios en los que no disponían de licencia para cazar. Algún sinvergarzón, abusando de que era juez, se fue de cacería con sus amigotes sin respetar la ley, y todos lucieron el trasero que se les quedó al aire. Muchos, presumiendo de ser cazadores, ofendían todo lo que esta gran palabra representa.
Pero vino la crisis, y con ella desaparecieron organizadores que habían nacido al amparo de la crecida indiscriminada de nuevos ricos, que utilizaban la caza no como afición, sino como excusa para dar salida a sus oscuros negocios e intereses. Hemos quedado los cabales, los que ya estábamos “antes de” y estaremos “después de”. Porque para nosotros la caza es una forma de entender la vida, de transmitir a nuestros hijos lo que aprendimos de nuestros padres, empezando por el respeto a la veda y a las distintas especies así como a sus hábitats.
Decía al principio que ésta no ha sido una gran temporada de menor, y mucho me temo que “pintan bastos”. A estas alturas la sequía es salvaje y el campo es una pura antorcha. Ahora es el momento de prepararnos para el verano, tenemos que reforzar los cortafuegos en las fincas, dotar de bebederos los espacios de cría y hacer un control de depredadores que este año será particularmente importante, ya que la ausencia de hierba y de agua limitará el número de nuevos ejemplares y los predadores oportunistas estarán dispuestos a comerse lo que pase por su lado.

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