Desde el pulpitillo

¡Perdidos! Y encontrados gracias al WhatsApp

La gran utilidad del ya famoso WhatsApp (supongo que se escribe así), me ha pillado un poco de sorpresa. Todo el mundo habla de la posibilidad de enviar mensajes sin que nos cueste un real (hasta que le pongan precio), pero ayer me explicaba mi hijo mayor una de las utilidades que para mí era desconocida y a la  creo importante dar difusión, sobre todo entre los que ya tenemos unos años y las innovaciones tecnológicas nos han pillado a contrapié. 

 Yo tengo 54 años, pero no puedo olvidarme de que teniendo algo menos de la edad de mi hijo pequeño (doce) instalaron en mi casa un teléfono de aquellos negros que, colgados de la pared, parecían un toro disecado, y mi abuelo decía que era un invento del diablo. Si ahora pudiera decirle que, estando perdido en medio de la sierra, te pueden encontrar con una precisión de un diámetro de diez metros gracias a un aparatito que metido en el bolsillo llevamos para hacer fotos y poder hablar con cualquiera, me diría que el diablo era yo mismo.

Para los aficionados a la caza, la pesca, el senderismo, el ciclismo de montaña, la escalada libre y cualquier deporte que exija salir de las zonas urbanas, la mejor utilidad del dichoso WhatsApp, no es la posibilidad de mandar mensajes gratuitos, sino que, en una situación de emergencia, gracias a esta aplicación pueden localizarnos por más enmontados que estemos en medio de la sierra.

Yo sólo me he perdido una vez, pero las pasé canutas, a pesar de que mi padre me enseñó desde muy pequeño a tomar puntos de referencia desde que salgo del coche y es algo que ya hago de forma instintiva . 

En una ocasión, cogiendo níscalos con mi hijo mayor, que entonces tenía once años, nos fuimos internando en un pinar, cada vez más espeso, con la vista fija en el suelo, aquí cojo uno, allí me doy la vuelta a por otro, en este pino me agacho y salgo por la parte contraria. “Papi, mira éste”. “Edgar, ven, coge éstos…”. Cuando quise acordar, no tenía ni repajolera idea de dónde me encontraba y, estando con un niño pequeño, me asaltó el miedo, que disimulé lo mejor que pude, y apliqué los conocimientos adquiridos en mis tiempos de legionario en África.

Le expliqué a mi hijo que estábamos desorientados y que lo importante era no andar en sentido circular, así que establecí el Norte guiándome por la humedad en la corteza de los pinos y el musgo nacido en sus bases. Había un nublado de órdago a la grande, por lo que la posición del sol no era utilizable. 

La neblina amenazaba con cerrarse y convertirse en niebla espesa y por más que subíamos intentando llegar a una altura que nos permitiera situarnos, las copas de los pinos nos impedían ver nada que la niebla hubiera consentido.  Teniendo en cuenta que estábamos en medio de Despeñaperros, decidí que andando en dirección Noreste, por narices tenía que llegar el momento en que apareciéramos en la autovía o en la carretera y así lo hicimos. 

Después de cuatro interminables horas, dimos vista a la autovía y conseguimos llegar a una gasolinera desde donde un alma caritativa nos llevó hasta donde habíamos dejado el coche, ¡a siete kilómetros! Puedo jurarles que lo pasé muy mal.

Desde entonces incorporo una brújula al morral y un silbato en el bolsillo de cada uno. Cuando uno se despista un poco y no responde a los silbidos, un pitido de esos silbatos de árbitro se oye a diez kilómetros en el campo, con lo que el compañero te oye aunque esté dentro de una rehoya y contesta con el mismo método.

Ahora, mi hijo mayor está en la Unidad de Espeleosocorro de la Unidad Militar de Emergencias, y nos aconseja a su hermano y a mí sobre las medidas a tomar antes de salir al campo. Nos ha mandado una guía para la utilización del WhatsApp en caso de desorientación o emergencia, que pongo a vuestra disposición.

En caso de accidente o extravío:

1º ) Llamar al 112.

El operador nos pondrá en contacto con la Unidad de rescate o de socorro más cercana a la situación aproximada que indiquemos.

2º) Uno de los miembros de la Unidad a la que hayan encomendado nuestro salvamento, nos enviará un WhatsApp a nuestro móvil y establecerá contacto.

En caso de que no seamos muy duchos en el manejo del móvil, el responsable de nuestro rescate nos indicará cómo conectar el GPS del teléfono.

Nuestro teléfono en un par de minutos establecerá la posición en que nos encontramos a través del geolocalizador. 

3º) Una vez que el geolocalizador haya establecido nuestra posición, enviamos el archivo del mapa, vía WhatsApp (utilizando la aplicación adjuntar archivo) a los responsables del rescate, que recibirán el plano de nuestra situación, con posibles accesos, carreteras, caminos más cercanos y nuestra posición exacta con un margen de error de diez metros.

A partir de ahí, sólo queda esperarles, sin nervios y sin miedo. Además, nos harán compañía mediante la conversación con el móvil.

De manera que, mirad cuántos puntos tenéis, cambiar el viejo móvil por uno de última generación y aseguraros de llevarlo siempre bien cargado. Ensayadlo cuando estéis en el campo. Aprovechad los ratillos de aburrimiento para aprender a hacer estas sencillas operaciones y facilitarle el trabajo al Ángel de la Guarda, que anda “mu liao”.

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