El pasado día 2 de abril tuve el placer de asistir a un entrenamiento muy especial, un entrenamiento de auténticos atletas, un ejercicio de pura musculación y fondo. Tuve el placer de ver el cuidado y la atención que se les brinda a los galgos.
Y es que, digan lo que digan esos que lo saben todo y de nada saben, el ser humano hace miles de años que viene preocupándose cada vez más de “su mejor amigo”, mejorando sus cuidados básicos y su calidad de vida.
El perro, que siempre ha estado presente acompañando al hombre en sus tareas, hoy día se ha convertido casi en un inseparable, con el que compartimos paseos, tiempo de descanso, diversiones, ejercicios físicos, etcétera.
Son muchas las actividades deportivas caninas que reúnen a miles de aficionados con sus perros y, como bien sabemos, una de las más significativas es la caza.
En concreto, la caza con galgos tiene como pilar fundamental, no el abandono como siempre nos venden, sino el entrenamiento. Que estos atletas consigan dar caza a la liebre requiere preparación física, entrenamiento periódico de manera extremadamente cuidadosa, constante y rigurosa, con revisiones veterinarias, controles de alimentación y peso, además de llevarse a cabo un estudio y preparación del terreno donde entrenan, todo para evitar cualquier mala lesión o malformación que pueda dejar en el banquillo a nuestro amigo. Prueba indiscutible de la preocupación del cazador por el bienestar del can.
Con afecto a todos los herrereños que me han permitido disfrutar tanto de este día de entrenamiento,como de una bonita temporada galguera y conocer su afición, su respeto y pasión.