Con los prismáticos en la mano Opiniones

‘Romance del Conde de Leganares, que se quedó solo en sus lugares’, por José García Escorial

Castillo de Coca
Castillo de Coca. Autor: José Luis Cernadas Iglesias.

Romance del Conde de Leganares, que se quedó solo en sus lugares

Estaba el señor Conde triste y afligido:

sus mesnadas de caza no habían salido,

permanecían sus alanos callados,

sus azores y halcones alicaídos.

Los raudos caballos de los monteros

comían tranquilos en sus reposaderos,

a su alrededor nada se movía,

cada hora aún más se afligía.

El buen señor dejaba pasar los días,

para su pena, sin salida.

Los monteros allende los mares no vendrían,

los de acá, tampoco acudirían.

Pero se le ocurrió una idea genial

y, de repente, le pareció fenomenal:

si era claro que montear no podrían,

pero porqué no rececharían

la brava cabra montesa,

alejada de sus dehesas,

refugiada en sus montañas,

sin ser objeto de saña

podría ser la brillante solución.

Se puso a la faena con dedicación,

se le pasó la idea de viajar a Atica,

terminó su excursión a África

y, cuando llegaron Los Santos,

con mucha nieve en los altos,

estaba todo listo

como él había previsto.

Le llegó la misiva del rey:

estaba prohibido por la ley

salir, merendar, pasear,

comer, viajar y cazar. conde

El motivo era un diminuto desliz,

los sabios le llamaron COVID

Él, cual vasallo humilde,

no puso a la norma una tilde,

se refugió en los muros de ladrillo

de su muy elevado y alto castillo

y, allí, solo en su casa,

tranquilo a la fuerza repasa,

escribiendo sus días de gloria

cuando todo era fanfarria,

fuerte sonido del tambor

y estrepitoso tronar del cañón.

Sueña anhelando el momento

que se ponga fin a este tormento,

que aparezca, por fin, la vacuna

y que vuelva a rodar la fortuna.

Conde Un poema de José García Escorial

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