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Rebecos en un paraíso natural, por Rafael González Muñiz

Rebecos en
Rebecos en un paraíso es el sincero relato de un durísimo rececho de Rafael González Muñiz, al que pueden ver al llegar a la cabaña donde pernoctarían.

Experto conocedor de la montaña asturiana, Rafael González Muñiz, acumula en su dilatada experiencia cinegética un buen número de lances de caza mayor, pero los rebecos son su gran debilidad. En este artículo nos transmite su profundo conocimiento de la caza del rebeco, reconocido como una de las piezas cinegéticas más difíciles de abatir.

Llevaba tiempo empecinado en hacer un rececho de rebeco en Cabrales, curiosamente uno de los pocos lugares donde aún no había recechado, y que por una u otra razón no se había concretado la opción de disfrutar de la caza en estos inigualables parajes de la montaña cabraliega en el corazón de los Picos de Europa.

Recibo la llamada de José Vigil, presidente de la Asociación de Cazadores El Jabalí de Cabrales, con el que me une buena amistad, me comenta que existe la posibilidad de adquirir un permiso de rebeco y no me lo pienso.

El rececho del rebeco, una cacería muy dificultosa

Por la dificultad que entraña, siempre he dicho que cazar el rebeco en el norte no es tarea sencilla, es un animal de caza mayor con mayúsculas.

Decía el XXI conde de Teba que para cazar rebecos hacían falta pulmones y cojones, no le faltaba razón.

Es el rebeco un animal muy receloso, inteligente, que si ha sido tirado no se dejará acercar. Sus sentidos están muy desarrollados de forma especial la vista, su hábitat natural está por encima de los 1.000 metros, y eso requiere un esfuerzo máximo para afrontar su caza con garantías.

La caza tiene que ser incierta, que exista dificultad y esfuerzo para ser atractiva, y ello se cumple con creces en la caza de alta montaña.

Tengo que reconocer que a pesar de poseer un buen número de rebecos abatidos, cada vez que puedo disfrutar de un rececho aún sigue siendo un desafío y una lección de esfuerzo y sacrificio.

En la caza del rebeco es el propio cazador el que se pone los límites a la dificultad de sus recechos, pero tenemos que ser conscientes que por muy bien que se de la jornada; tener una buena condición física es algo innegociable, estar habituado a disparar a distancias largas es imprescindible y, por último, la capacidad de sacrificio del cazador será determinante.

Acudía a este rececho con la tranquilidad que dan los lances vividos, en una buena condición física, con el rifle puesto en tiro a 200 metros y con la ilusión intacta por disfrutar de una inolvidable jornada de caza.

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Dos horas de caminata hasta la cabaña

Consciente de la dureza de esta zona y de afrontar la jornada sabedor de la calidad de rebecos que existen en estos terrenos cinegéticos de la montaña me dirijo a Carreña, en Cabrales. Allí me esperaban Raimon Guerra, el guarda, y David.

Después de los saludos de rigor, nos dirigimos hasta el cazadero, unos 20 minutos de coche, y a caminar, nos esperan unas dos horas de subida a buen ritmo hasta llegar a la cabaña, sita en Semuñon, donde vamos a pasar la noche.

Llegamos a la cabaña después de casi dos horas de caminata a buen ritmo –o al menos eso me pareció, seguro que a David y a Raimon, con muchos menos años que yo, les parecería un ritmo de paseo–, aún con luz para poder recechar, pero la niebla no nos da opción a nada.

Nos instalamos y quedo maravillado de las instalaciones que la Asociación de Cazadores El Jabalí pone al servicio de los cazadores, un auténtico lujo.

La empatía con Raimon y David es inmediata. Disfrutamos de una buena cena y comentamos largo y tendido acerca de la situación de la caza en Asturias, su futuro, los lobos, etc.

Rebecos en
Con el primer rebeco no hubo suerte, además de estar muy lejos, el autor estaba incómodo.

Una mañana complicada, la niebla va y viene, pero se presenta una oportunidad…

La mañana se presenta complicada, David es el más madrugador, a eso de las 6,30 nos informa que sigue la niebla. Hay que tener paciencia.

La niebla va y viene, pero parece que nos dejara cazar.

Vemos un rebeco joven nada más emprender la marcha. Al poco rato, Raimon, que ve los rebecos con pasmosa facilidad, divisa un grupo de ellos, al menos vemos tres extraordinariamente buenos.

Nos decidimos a tirar a uno de ellos, están un poco largos, Raimon me dice que sobre 300 metros, yo creo que  la distancia se acerca más a los 400 que a los 300.

No tenemos posibilidad de entrarles, la orografía no nos lo permite.

El rebeco se tumba, reconozco que estoy lento y además me cuesta mucho trabajo meterlo en el visor, no estoy cómodo para realizar el disparo a esa distancia.

El animal esta tranquilo, la niebla se va y viene y eso dificulta un poco todo, lo tengo metido en el visor, hago las correcciones oportunas en el mismo para disparar a esa distancia. Sigue tumbado. No parece decidido a levantarse.

Pasan los minutos y la niebla sigue dándonos motivo de preocupación. Después de mucho pensarlo voy a disparar, monto el pelo y suavemente deslizo el dedo… El tiro se va bajo, vuelvo a cubrirle, el rebeco se para y disparo… bajo otra vez, no hay opción a más disparos.

Nada puede servir de excusa, ni la distancia ni el apoyo, ni un posible error de calculo al manipular el visor.

Me preocupan mis carencias visuales Rebecos en

Más que el fallo en sí, que no es el primero ni será el último, me preocupan mis carencias visuales, me ha costado mucho ver el rebeco, algo que jamás me había sucedido.

Seguimos cazando, vemos más rebecos, intentamos alguna aproximación pero los estos aguantan poco, Raimon y David creen que están desconfiados por los lobos, y su comportamiento no es el habitual.

Continuamos cazando y empiezo a pensar que va a ser difícil abatir un rebeco, me siento mal porque soy consciente del esfuerzo que están haciendo los guardas, estamos cazando bien, con entradas como mandan los cánones, pero mi vista no esta a la altura, la situación es desagradable, intento mantener la calma y confió en tener una oportunidad y no desaprovecharla.

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Raimon con su sabueso de Baviera.

Un rececho duro, caza de verdad, en estado puro

El rececho se hace duro, ya llevamos más de seis horas caminando en un terreno rompe piernas, el cazadero es precioso, un auténtico paraíso natural, Brañas, Redondiella, Teribios… caza de verdad, en estado puro.

Apuramos las últimas horas, aún nos queda alguna posibilidad, el esfuerzo de Raimon y David es encomiable, su trato hacia mi persona impagable.

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Un rebeco trabajado, un lance bonito, caza en estado puro, sacrificio y esfuerzo.

Un rebeco trabajado, sacrificio y esfuerzo

Vamos de retirada hacia la cabaña, llegamos a una zona conocida como Salinas, localizamos tres rebecos, les hacemos una entrada que nos deja a unos 120 metros de ellos, se tapan un rato.

Con tranquilidad esperamos a que den la cara, tenemos el aire bien.

Raimon no se equivoca, enseguida uno de ellos se pone a tiro, lo meto en el visor y sin dudar disparo. Creo que le he alcanzado, el guarda me lo confirma: ″¡SECOOO!”

David –que se había quedado más atrás– nos dice que lo ha visto salir hacia arriba, quizás no estaba mirando al mismo rebeco que nosotros.

Raimon se encamina a la zona del disparo acompañado de su inseparable sabueso de Baviera, allí está el rebeco, el tiro está bien colocado, no es el que buscábamos, pero es un rebeco trabajado, un lance bonito, caza en estado puro, sacrificio y esfuerzo.

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El durísimo rececho ha concluido, Rafa González Muñiz con cara de satisfacción, cansancio y agradecimiento.

Damos por finalizado el rececho, llegamos a la cabaña a las 16,45, reponemos fuerzas y emprendemos el camino de vuelta hacia el punto de partida, hora y media de descenso que las piernas acusan después del esfuerzo de la jornada.

Ha merecido la pena, una bonita e inolvidable jornada de caza en el corazón de los Picos de Europa, Cabrales, paraíso natural.

EL EQUIPO DE RECECHO rebecos en

En esta ocasión opté por un rifle del calibre .30-06 Sprg, con pelo, montando un Visor Zeiss  Diavari ZM 3-12×56 MC, y con munición Hornady Superformance de 165 grains y punta de plástico.

Prismáticos Navigator Horizon 10×42 de Berthiot Optics

Ya conocéis mi predilección por los productos de la casa BENOIST BERTHIOT IBÉRICA, S.A., en esta ocasión dispuse de unos prismáticos de 10×42 de la serie Navigator Horizon, con una de las ópticas de mayor calidad de Berthiot Optics.

La serie Navigator Horizon encarna los valores que todo amante de la naturaleza desea, máxima calidad  precio contenido.

Cuerpo en policarbonato forrado en goma, su recubrimiento integral en goma, brinda una protección de alto grado.

A su sellado Waterproof no le afecta el agua y su tratamiento con nitrógeno los dotan de características Fogproof, no se forman humedades ni empañamientos en interior.

La rueda de enfoque grande y sobredimensionada, es fácil de usar incluso con guantes.

Su gran salida pupilar, los hace fáciles de encarar y de usar durante largos periodos de tiempo.

El prisma BaK4, brinda a las imágenes un brillo y una nitidez inusual en aparatos de este precio.

La percepción lumínica es muy superior a la de otros aparatos con la misma apertura de objetivo, gracias a su tratamiento en fase del prisma.

El telescopio, otra maravilla de la misma casa

Una auténtica maravilla y con una relación calidad preció inigualable y el telescopio de la misma casa que es una apuesta segura para recechos de montaña, muy práctico y manejable y también  destaca como todos los productos por su extraordinaria relación calidad precio.

Su excelente óptica, su tamaño compacto y su resistencia a toda condición meteorológica, lo hacen perfecto para todo tipo de usos en el campo y en la línea de tiro.

Lentes tratadas antireflejo, prisma BaK 4 de alta translucidad, un sistema de enfoque fino y de gran precisión, hacen de este pequeño y portátil telescopio, el compañero ideal para todo tipo de escapadas al campo.

Mi agradecimiento a la Sociedad de Cazadores El Jabalí de Cabrales, un modelo de gestión a imitar, a Raimon y David, extraordinarios anfitriones.

Rebecos en Un artículo de Rafael González Muñiz

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