Las brumas del Duero

Revuelta rehalera

images_wonke_opinion_felipe_vegueHasta los requerimientos del  Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, el mundo rehalero ha soportado y se ha ido adaptando a las diferentes normativas que año tras año han ido apareciendo para exigir a la rehala el cumplimiento de diversas normas legales, algunas sin pies ni cabeza, como la que nos englobaba, sin más, como animales de producción, es decir, más en la órbita de Agricultura y Ganadería que en la de Medio Ambiente, donde tradicionalmente se obtienen las licencias y cumplimientos legales que la actividad cinegética obliga.

En esta temporada 2013/14 la actividad rehalera en las dos Castillas, Extremadura y Andalucía se ha visto alterada por inspectores de Trabajo, con requerimientos de adscripción  al  Régimen General de la Seguridad Social para todos los participantes en la montería, casi todas en monterías que presuponían como eminentemente comerciales y que denominan «control específico y planificado» del sector cinegético.

Peligroso es generalizar el mundo cinegético en una sola vertiente como la económica, desconocer que incluso en monterías comerciales hay elementos exclusivamente deportivos que intervienen y hacen posible su celebración, sin ánimo de lucro, deseosos de prestar servicio sin remunerar por lo que de ocio y deporte consiguen sus participantes, y nunca han pretendido estar inmersos en planes defraudatorios ni de empleo ni de fraude a la hacienda pública, como quieren hacernos creer.

La rehala siempre es deficitaria con los gastos que soporta y ahora quieren fiscalizar la ayuda en forma de propina que recibimos para intentar paliar parte de los gastos. Recordemos que en diferentes sentencias (éstas a favor) no aprecian el requisito de habitualidad exigido en el Decreto 2530/1970, de 20 de agosto; pero, ¡ojo!, las rentas sobre el salario mínimo interprofesional pueden ser acumulativas, es decir, que si el rehalero tiene ingresos por debajo de dicho salario, con la propina es muy probable que lo supere, estando entonces en la obligación de la inclusión en el RGSS y, aunque no sea así, las orgánicas profesionales indican como obligatorio el alta para la contratación.

De seguir con estas exigencias, podremos ver el fracaso político que nos recuerda a épocas pasadas: el de la Ministra Narbona y su Ley de la Biodiversidad, siendo la primera vez que todo el sector marchó unido y manifestó su indignación por tan arbitraria ley. Hechos que se pueden volver a repetir de seguir coaccionados por un Ministerio, al cual nunca negaremos el mantener vínculos razonables y que hasta la fecha tenemos establecidos en el sector primario de los trabajadores del campo, incluidos en éstos guardería, trabajadores de granjas y fincas cinegéticas y orgánicas o empresas de gestión de caza que, indudablemente, participan en la montería y ya se encuentran al corriente de sus deberes.

Se dará cuenta el legislador que los objetivos que tiene en mente acabarán en una grave crisis que, de persistir, conformará una gran revuelta como única vía de defensa de nuestras modalidades tradicionalmente respetadas y practicadas.

Necesitamos una rectificación inmediata. De no ser así, desaparecerán rehalas y, con su desaparición, muchas de las monterías que se celebran ahora en nuestros pueblos no podrán hacerlo, perdiendo sus habitantes unos ingresos necesarios para estas localidades que, aparte del turismo cinegético interior y exterior, muy pocas posibilidades económicas tienen a su alcance.

La caza es un derecho adquirido de una amplia mayoría social en la totalidad del territorio nacional. Disponemos y pagamos nuestras licencias y seguros, territorios de caza, medios de transporte, vacunas, microchips, piensos, combustibles, respetamos las órdenes de veda, controlamos las especies de caza mayor, nos movemos por territorios muy desfavorecidos con pequeños negocios locales, la mayoría de gremios artesanales establecidos en zonas deprimidas tienen a los practicantes cinegéticos como clientes esenciales… Además, los rehaleros son personas de variados oficios y condiciones, ejercen como tales muy pocos días al año y, por tanto, no se puede considerar «forma de vida». La rehala «es lo que es» con sus definiciones y protagonistas.

Ahora el Gobierno quiere obligar al rehalero a exigencias e impuestos injustificados. Pero todas las organizaciones cinegéticas, unidas en la defensa de los rehaleros, pueden garantizar una larga batalla hasta lograr recuperar lo que en siglos ha sido nuestro derecho y que la inoperancia y falta de diálogo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social quiere cercenar.

No debemos, por tanto, confundirnos en creer tesis y enrocarnos en posturas, no separar lo que es una única realidad: no deben existir rehalas deportivas vs. comerciales. El enfrentamiento sería de bastas consecuencias y seguro que todos saldrían perdiendo, muchas rehalas desapareciendo y otras confundiendo su sentido y cumpliendo horarios y trabajos bajo la batuta de las responsabilidades y la obligación, nunca de la afición y la pasión. Hay que encontrar garantías para no excluir a unas de oficio, de terrenos deportivos y las otras de monterías comerciales.

A nuestros rehaleros, hasta ahora, se les podía arrebatar y exigir casi todo, menos sus perros. Es la elección como última de las libertades de un mundo que cada vez comprende menos a los cazadores. La elección del rehalero es personal, pasional y de dignidad. No podemos dejar que cambien lo que nuestras tradiciones nos han legado. Tampoco buscamos un nuevo orden, sino recuperar y fijar costumbres y tradiciones perdidas en clara lucha entre cazadores y legisladores. Necesitamos a nuestros perros y con los mismos collares de siempre, no admitiremos dicotomías entre rehalas del norte y del sur, ni el encaje entre comerciales o deportivas.

Nos están poniendo en situaciones extremas: a parados y jubilados que se les niega un derecho, la caza, adquirido por propia naturaleza, de manera que de no obtener rectificación al respecto de la obligatoriedad de darse de alta en la Seguridad Social, los rehaleros seguirán en su derecho de defender lo que consideran justo y razonable con el pleno apoyo del sector cinegético.

 

Por Felipe Vegue.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.