Pluma invitada

¿A que cojones estamos jugando?

¡Menuda oda a la hipocresía!. El cazador siempre es el mejor gestor de la naturaleza…

 

¿Cómo podemos tener semejantes enaguas para prodigar exorbitante mensaje cuando “con cien cartuchos por banda, ansía de matar a toda vela, no dispara, sino vacía el cargador, un vulgar criminal”?. En éste mundo de intereses, todos somos cazadores por el mero hecho de estar federados o pasear un arma por el campo, todos somos un colectivo unido y todos respetamos, conocemos y amamos el campo… ¡Y una mierda!

 

Vivimos una época en la que lo que vale es la cantidad de vainas que se hallen huecas, igual da cómo, dónde y porqué razón. Se habla de cientos de tiros en la montería, de vacié tres cajas de balas, de tiré 10 cajas de cartuchos… ¿Y esto que tiene de caza? Nos estamos convirtiendo en verdaderas máquinas de contaminar el campo a base de plomo, de aniquilar bicho andante, de criar para después darles un final honroso a tan gustosos y espléndidos animales. Igual da liarse a tiros con los corzos desde el coche, desvirgar nuestra ansía de tiros con los goteantes zorzales o acribillar a las becadas en sus cotidianos pasos.

Debo ser un pobre desgraciado, un jodido friki al que sus maestros (a los cuales tengo en un pedestal) le enseñaron a cazar con garra y pasión, a disfrutar de una manera sentimental en la que ni por asomo el recurso principal es el disparo. Me enseñaron a degustar un lance, a saborear un paisaje, a percibir su melodía y olfatear sus bálsamos. Poco se puede decir de un país basado en la prohibición y no en la educación, criamos borregos y queremos cabalgar en ellos hasta un mundo mejor.

Lamentablemente, hay cuatro perros verdes armados con un alma conservacionista en nuestro colectivo, personas con dotes para gestionar y cuidar cómo ser humano y cazador, los diferentes ecosistemas que se presenten en su camino. Pero aún hay menos apoyo para que esas personas ejerzan cómo gestor de la naturaleza, o, simplemente, para que formen a generaciones venideras que no es que sean el futuro, también son el presente.

El error sin lugar a dudas está a la hora de cortar a todos por el mismo patrón, es una forma de enjuiciar muy abstracta que en muchos casos une a verdaderos cazadores con vulgares criminales de armas tomar. Y quizá la solución también esté en cortar, cortar mala conductas, pegar hostias a diestro y siniestro y reconducir a ese rebaño de borregos que endulzan las críticas ecologistas a base de osadías.

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