Pluma invitada

Pluma invitada: Los animales ‘humanizados’

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Cada vez veo con mayor preocupación que la sociedad occidental y urbanita (en la que me ha tocado vivir) ve el mundo animal desde un prisma absolutamente distorsionado y absurdo, completamente alejado de la realidad del mundo natural.

Todo comenzó con el terrible legado de Walt Disney y sus películas de Bambi (qué gran daño ha hecho este hombre en la mente de generaciones de niños), y ha seguido después con todas las demás películas en las que los animales expresan sus temores y sentimientos humanizados… en las que los carnívoros que matan para comer son los “malos” y los herbívoros simpáticos son los “buenos”. Desgraciadamente, nuestros pequeños se ven bombardeados con esta información cada día en todos los medios de comunicación, y eso afecta a todas las jóvenes mentes infantiles.

Este sinsentido está llegando a extremos absolutamente ridículos, no solo en el mundo de la caza, sino en todos los ámbitos en los que los animales están presentes. En el mundo de la equitación ya hay quienes abogan por montar sin bocado, porque “hace daño” en la boca de los caballos, y defienden el uso de cabezadas sin bocado, en las que las riendas se sujetan en los lados de la cabezada. Sin duda que el caballo va muy cómodo sin hierro en la boca… pero difícil será hacerse con el control de un caballo espantado si no tenemos mando sobre la boca del caballo (su zona más sensible). Lo que le pase al jinete que va encima del caballo es lo de menos… lo importante para los colectivos animalistas es que al caballo no se le haga sentir ningún dolor bajo ningún concepto.

En Holanda se prohibió la caza tradicional de gansos salvajes en 1999, porque para la sociedad urbanita “la caza es mala” y lo correcto es que los pobres gansos se reproduzcan libremente sin ninguna restricción. Desde que se prohibió su caza deportiva su población ha crecido un 2000% en 16 años y ahora tienen que tomar medidas drásticas para controlar su población (representan un peligro para el trafico aéreo y un grave perjuicio para la agricultura), y están gaseando 300.000 gansos cada año. Este es el despropósito al que se llega cuando se prohíbe la caza, renunciando al control natural que la caza establece sobre las poblaciones de animales salvajes.

En Kenya, uno de los países más emblemáticos de África en cuanto a la conservación de la fauna, se prohibió la caza deportiva en 1977. En la actualidad el país ha perdido un 70% de la fauna que tenía hace 30 años, y los ñus y los búfalos han desaparecido fuera de los parques nacionales. Como los animales no son propiedad de nadie, y no tienen interés económico, nadie toma interés en cuidarlos, y son pasto de los furtivos. Incluso dentro de los parques nacionales, un estudio reciente realizado por la BBC establece que el conocido Parque Nacional de Masai Mara ha perdido dos tercios de su población; esto es un desastre ecológico del que nadie se hace eco.

Los toros bravos y las corridas de toros también están en el punto de mira de los colectivos animalistas. ¿Cómo podemos tolerar que se mate a un animal en un espectáculo público? Hemos llegado a ver comentarios agresivos incluso deseando la muerte a los toreros… igualando la vida de un ser humano a la del toro. No parece importarles en absoluto el futuro del toro bravo como especie; con una visión cortoplacista solo les preocupa que los toros “no sufran” en la plaza. Deben creer que la vida de una vaca lechera en una explotación intensiva, bajo un techo de uralita y pisando excrementos toda su vida, es mucho mejor para el animal que vivir cinco años en una dehesa en Extremadura, rodeado de alcornoques centenarios. El día que las corridas de toros se prohibieran en España sería el día en que los toros bravos abandonarían nuestras dehesas y se les condenaría a ser únicamente animales de zoológico.

La guinda del pastel la ha puesto este verano la caza del famoso león Cecil en Zimbabue, que no me resisto a comentar, ya que todos mis vecinos y amigos me han preguntado por el puñetero león. Este verano me he sorprendido mientras estaba en la playa en Calafell, porque todo el mundo allí era un experto en leones, en su situación actual en África y en la gestión de especies protegidas; nadie había pisado nunca África, pero todos mis vecinos y amigos me explicaban a mí, con todo lujo de detalles, las maldades cometidas por el cazador/furtivo/dentista/norteamericano. Zimbabue es un país que lleva desde 1987 bajo la dictadura salvaje del genocida comunista Robert Mugabe, que ha perseguido a los granjeros blancos de su país, en medio de un genocidio sistemático del que nadie parece escandalizarse. En Zimbabue había 200.000 blancos en 1980, actualmente hay solamente 20.000 después de las purgas que el gobierno de Mugabe ha realizado en el país; ninguno de los que claman “justicia” por el león Cecil me ha preguntado nada por la situación de uno de los países más ricos de África en el que paradójicamente la población se muere de hambre.

Ahondando en la noticia de la caza del mencionado león, me encuentro con los comentarios fruto del desconocimiento absoluto. Me dicen que era «cazador furtivo”, cuando el cazador norteamericano había pagado 50.000 USD por su licencia de caza de león (normalmente los furtivos del mundo «cazan gratis”); luego dicen que el león estaba “protegido”, cuando la caza de leones en Zimbabue es perfectamente legal y el cazador tiene una licencia del gobierno para abatir uno; luego se escandalizan de que el león fue “decapitado y le arrancaron la piel”, cuando es lo que hacemos los cazadores con los trofeos de caza, ya que la piel y la cabeza es lo que el cazador se lleva siempre; y lo mejor es “atrajeron al león con un cebo”, cuando este es el método normal de caza de león y leopardo, se matan unos antílopes y se espera a que los carnívoros entren a aprovecharse de la comida fácil que les estamos ofreciendo. La caza de leones ha estado todo el verano en el ojo del huracán y ha servido para que hablen de ello todos los comentaristas y periodistas del país… sin que la mayoría supieran de qué estaban hablando.

Yo entiendo que nuestra humilde tarea como cazadores, porque tenemos conocimientos sobre el mundo natural más cercanos a la realidad que la media de la población urbana, debe ser el intentar instruir a quienes tenemos a nuestros alrededor (familia, vecinos, compañeros de trabajo…). Creo que nos estamos equivocando cuando escondemos nuestra afición y que debemos enfrentamos abiertamente a quienes la critican; porque los “ecolojetas” radicales sí que se van a dedicar a desprestigiarnos y atacarnos de la manera más virulenta posible. Debemos exigir respeto por parte de todo el mundo hacia nuestra actividad y hacia quienes cazamos. No somos asesinos ni criminales, realizamos una actividad completamente legal que ayuda a proteger a la naturaleza. Nuestra actividad cinegética protege a la fauna y nosotros, los cazadores, somos quienes más aportamos a la conservación de la fauna; debemos llevar esto como bandera y decirlo en voz muy alta.

Nos vemos cazando en África.

Por José María Aranda

 

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