Opiniones Un cazador observador

El cazar de nuestros padres. Por José Luis Charro

El cazar de nuestros padres
‘El cazar de nuestros padres’, otro acertadísimo capítulo de ‘Un cazador observador’.

Indagar cómo fue la caza en otros tiempos, es una labor estimulante para el cazador.

Hoy no vamos a volver siglos atrás, ni a consultar libros de historia. Vamos a ver someramente cómo fue la caza en la década optimista de los años sesenta del pasado siglo, años en que cazaron nuestros padres y abuelos y que nos transmitieron ese amor romántico por la naturaleza, cristalizado en la caza.

En parte también nos traspasaron ese sentimiento de nostalgia de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Aquellos tópicos de que “antes sí que había caza”, y lo de que “antes se podía cazar en todas partes”,  inducen esa pequeña tristeza melancólica, originada por el recuerdo del paraíso perdido, que hay en todo cazador.

Cómo, dónde y cuándo cazaba el urbanita en la década de 1960

El éxodo masivo de los pueblos a las ciudades alrededor de 1960, situó en éstas a la mayoría de los cazadores.

Veamos cómo, dónde y cuándo cazaba el urbanita.

Y también como un hecho terminó con la alegría del cazador de ciudad, que desde entonces ha elaborado esa añoranza que mencionábamos.

Para todo hay fechas señaladas, para la caza menor en la segunda mitad del siglo pasado hay dos efemérides, el comienzo de la fabricación del Seat 600 en 1957 y la promulgación de la Ley de Caza de 1970, estos dos acontecimientos, aparentemente tan dispares, no los olvidarían muchos cazadores.

En los cincuenta, a cazar en tren

Todavía en los años cincuenta el cazador de ciudad cazaba cerca de donde vivía, en el campo limítrofe con el casco urbano; o bien tenía que desplazarse en ferrocarril, sujeto al horario del único tren correo de ida y vuelta, este modo de transporte le limitaba el ejercicio de la caza a los pocos pueblos por los que pasaba el tren.

El cazador salía de casa con su escopeta armada y colgada del hombro, si había decidido ‘coger el tren’ para cazar algo más lejos, se encaminaba andando a la estación luciendo su escopeta y su perro.

En el vestíbulo de la estación había siempre más cazadores, todos sacaban el billete de tercera, y para su perro “uno de perrera”, como la RENFE no estaba obligada a poner perrera en todos los trenes, los perros viajaban encantados tendidos a los pies de sus respectivos amos.

La revolución del Seat 600

Por aquel entonces en España se empezaron a fabricar automóviles, y apareció por primera vez el concepto de ‘utilitario’.

Pionero y emblemático lo fue el Seat 600, coche que motorizó a tantísimos españoles por ser asequible su compra.

Así que el cazador medio se encontró con que podía comprar un coche. Algo inimaginable diez años atrás.

Este pequeño automóvil daba al cazador la libertad para desplazarse, por lo que éste podía trasladarse de la ciudad a cualquier pueblo. Conseguir este coche era un sueño, además para el cazador con el valor añadido de elegir libremente los cazaderos. El utilitario dejó atrás la época del tren.

Los terrenos libres

En aquellos años abundaban los terrenos libres para cazar, y así los cazadores automovilistas llegaban a los pueblos los domingos.

La expresión fin de semana no se utilizaba apenas, ya que todo el mundo trabajaba los sábados, de hecho se decía “hacer semana inglesa” a no trabajar alguna vez en sábado.

Aunque la mayoría de los cazadores lo eran de escopeta y perro, había también muchos galgueros.

La pieza reina de la caza menor era, lo sigue siendo, la perdiz roja, en aquellos años no sabría decir si abundaba, o simplemente había suficientes.

Para el hombre del seiscientos aquello era maravilloso, volvía casi siempre a casa con varias perdices y alguna liebre o conejo.

Muchos lugareños pensaban que les arrebataban algo suyo…

Pero el cazador no se daba cuenta de que aquel festejo iba a terminar muy pronto. Podía desplazarse a muchos cazaderos, disfrutaba con ello, se sentía libre.

No se puede afirmar que la presencia de foráneos fuera del agrado de los vecinos del pueblo, al que acudía el cazador.

Muchos lugareños pensaban que les arrebataban algo suyo.

Terreno libre, terreno de libertad

En aquellos años, poco a poco, fue cambiando el modelo agrario, de manera que a principio de los setenta estaba más tecnificado el trabajo del campo. En aquellos sitios en que esta mecanización era imposible se empezaron a abandonar las tierras por su escasa productividad.

Hoy tenemos grandes extensiones de monte, donde en otro tiempo hubo tierras de labor.

Pero aunque el uso del suelo cambió, eso no terminó aún con los desplazamientos a lugares diversos para cazar.

Los compañeros de cuadrilla se reunían, las vísperas, para decidir el sitio donde cazar el domingo.

Terreno libre, terreno de libertad.

De la recarga de cartuchos a los de vaina de plástico

En aquellas reuniones alguien enseñaba por primera vez el cartucho con vaina de plástico, aunque algunos seguían recargando sus cartuchos pero ya eran los menos, y todos admiraban algo tan prodigioso. Los cazadores iban sustituyendo las escopetas de ‘llaves a la vista’ y las del calibre 16, usadas por ser más barata la munición, y que ya estaban más que viejas obsoletas, por nuevas escopetas de llaves ocultas del calibre 12, que podían disparar cartuchos de 70 mm y cartuchos de pólvora sin humos.

Se hablaba, ‘totum revolutum’, de tecnicismos elementales: choke, full, juegos de cañones… se veía que el desarrollo llegaba a los cazadores.

Por motivos de espacio las escopetas no podían llevarse armadas en el utilitario, y se compraron las primeras fundas para ellas. Y se vio que además era un modo de prevenir accidentes.

Según han ido pasando los años las medidas para la seguridad en la caza han aumentado, y de esto nos alegramos todos.

He conocido cazadores que, muchos años después de llevar su escopeta armada en el tren, por ir con el arma colgada cerca de un camino de parcelaria, han sido multados y les ha sido retirada la licencia por un año, una eternidad para un jubilado.

Los tiempos cambian a mejor al exigir más seguridad, pero no estaría de más que Medio Ambiente diera más publicidad a las denuncias, e informara de un modo desagregado, así sabríamos cuantos pecadillos veniales han sido duramente sancionados, y conoceríamos el número de grandes furtivos.

Acercarse a una vía secundaria con la escopeta armada va contra la seguridad, eso es muy cierto y debe sancionarse, pero no es menos cierto que circular a 140 km/hora por una autovía, es más grave para la seguridad y se sanciona con una multa, no con la retirada temporal del permiso de circulación, eso sería para cosas más graves. Pero no perdamos el hilo hablando de la Administración que siempre ‘da tema’.

La Ley de Caza de 1970

Cuando los cazadores conocían muchos y variados cazaderos, relativamente alejados de su residencia, y que habían visitado año tras año, unos y otros según la época, llegó la Ley del 70. Esta Ley facultaba que los pueblos acotaran sus términos, y en dos o tres años se acabó la fiesta, amparándose en la norma todos acotaron.

Había que protegerse de los cazadores que “terminaban con todo”.

Hubo un fenómeno de contagio, algunos pueblos se acotaron por que lo habían hecho los de al lado, y así España se convirtió para la caza en un mosaico de acotados, donde los cazadores ya no podían ir.

El hombre del seiscientos ya no podría ir cada ‘fin de semana’ a un cazadero distinto, ya había aparecido la expresión que algunos, sin saber inglés, decían ‘weekend’.

Adelante hombre del 600

Y casi simultáneamente el 600 dejó de fabricarse, fue en 1973. Se acabaron los nacimientos de más ‘caballos de metal’, como llamaban los Desde Santurce a Bilbao Blues Band a este automóvil utilitario, en la entrañable canción de título ‘Adelante hombre del 600’.

Después del 600 ha habido mejores coches, mejores armas, mejor munición y… menos sitios para poder cazar libremente.

Ha sido un recuerdo, de lo que el tiempo dejó atrás.

Este artículo es un post del libro ‘Un Cazador Observador’ de José Luis Charro Caballero

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• Otras obras cinegéticas del autor:

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• Enlace a otros artículos o libros de José Luis Charro:

‘Reflexiones sobre La Caza’, un notable ensayo cinegético de José Luis Charro

‘Un cazador observador’, de José Luis Charro, un certero análisis de la evolución de la actividad cinegética en la actualidad

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