Panorama montero

Trilogía jabalinera de Pelillo SC

Trilogía jabalinera de Pelillo
La trilogía jabalinera de Pelillo SC tuvo un inmejorable colofón en El Cerro.

Javier Rodríguez Torrecilla, máximo responsable de Pelillo Servicios Cinegéticos, decidió esta temporada darse un respiro en lo que a programas apretados de monterías se refiere.

Escogió en un principio organizar tres monterías cochineras, muy distintas, pero todas con una característica común, son muy querenciosas para el jabalí.

Y digo en principio porque después añadió Chozuelas en Anchuras, a venados, jabalíes y ciervas.

Teníamos la intención de acudir a las tres: La Matilla, Valmorisco y El Cerro, pero resultó imposible, por lo que al final solo hemos podido montear en la última.

Dejemos que sea el propio Javier el que nos dé unos apuntes de las dos primeras.

Trilogía jabalinera de Pelillo

TRILOGÍA JABALINERA DE PELILLO SC (I): LA MATILLA, MUY DIVERTIDA

Primera montería de los cuatro que celebraremos este año.

Día muy divertido con muchos cochinos y muchos lances.

Gracias de nuevo a los monteros por acompañarnos.

Trilogía jabalinera de Pelillo

DATOS DE LA MONTERÍA

Organización: Pelillo Servicios Cinegéticos

Fecha: 4 de diciembre de 2021

Finca: La Matilla / Finca abierta

Término: Trujillo, Cáceres

Puestos: 37 / Sin cupo / Rehalas: 2

Jabalíes: 28 (2 navajeros)

Trilogía jabalinera de Pelillo

TRILOGÍA JABALINERA DE PELILLO SC (II): VALMORISCO, ¡SIEMPRE CUMPLE!

Bocas, muchos lances , grandes ladras, venados bonitos de montería…

Valmorisco sigue consolidándose como una de las mejores fincas cochineras de la Vera.

Dar las gracias a todos los asistentes nuevamente por su presencia, rehalas, catering, guarda y, ¡cómo no!, a mi equipo de campo.

DATOS DE LA MONTERÍA

Organización: Pelillo Servicios Cinegéticos

Fecha: 8 de enero de 2022

Finca: Valmorisco / Finca abierta

Término: Jarandilla de la Vera, Cáceres

Puestos: 52 / Sin cupo / Rehalas: 17

Jabalíes: 41 (2 navajeros)

Venados: 5

Ciervas: 1

TRILOGÍA JABALINERA DE PELILLO SC (y III): EL CERRO, INMEJORABLE COLOFÓN

CRÓNICA

Retomamos el teclado de esta trilogía jabalinera de Pelillo Servicios Cinegéticos con la crónica de El Cerro.

Por la mañana salí tan contento de casa, el plan era inmejorable.

He repetido un millón de veces que he tenido mucha suerte en la vida, por mi familia y por mis amigos.

No me tengo que ir muy lejos, al levantar la vista de este teclado veo a un buen tipo, mucho antes amigo que compañero. Siempre está trabajando. Pero además Moisés Ruiz Merello es un cazador auténtico, me atrevería a decir que, a la antigua usanza, de los que saben aviar perfectamente lo cazado y cocinarlo después –«no se puede dejar nada en el monte, Adolfo»–, y de los que disfrutan tanto o más viendo cazar que cazando.

De tal palo, tal astilla. Su hijo Nicolás es muy educado, discreto, callado… y muchos sabiendo de campo y de caza una décima parte de lo que él sabe, lo estaríamos pregonando a los cuatro vientos, y más con su edad.

Padre e hijo demostraron su valía cinegética ese mismo día, junto con Trasto, su teckel…

Completaba la partida de caza José Luis Sánchez, una frase hecha le define, es más bueno que el pan.

A Jose le hacia especial ilusión montear en El Cerro, ya que su ‘coto de toda la vida’ se encuentra relativamente cerca y en la ruta que llevábamos.

Nuestro punto de reunión en las salidas por la autovía de Extremadura suele ser Las Esparteras, allí el primer café y reorganización si es el caso de la expedición cinegética.

Navarmorcuende está tan a tiro de piedra de Madrid que, en ese punto de reunión, ya habíamos avanzado más de un tercio del camino.

Moisés, Nico, Jose y Javier antes del sorteo.

Tras el primer café

Jose ya estaba esperando cuando llegué con diez minutos de antelación, justo en ese instante aparcaban los Ruiz.

Tras el reconfortante café, eché los bártulos en el coche de Jose y la partida de caza puso rumbo a Navamorcuende.

Jose se emocionó al pasar por su coto de siempre, no lejos de Talavera, que no es malo de menor y tiene bastante jabalí, y en el que incluso una vez cazó un venado.

La mañana estaba fresca y con un molesto airecillo –que ya se sabe lo que puede ser con los cochinos si aireas–, aunque lucía un sol espléndido.

Navamorcuende tiene encanto, estando como está en la sierra de San Vicente, en la misma falda de El Piélago, donde se sitúan las mayores alturas (Cruces, 1.373 m), y dando vistas por el norte al imponente macizo de Gredos.

El asador de El Piélago se nos antojó ideal para organizar tanto el sorteo como la comida.

Había un patio perfectamente decorado con platos de cerámica –como no podía ser de otra forma–, a un lado se podía disfrutar de la vista de Gredos y al otro, en una carpa, Javier Rodríguez Torrecilla, máximo responsable de Pelillo Servicios Cinegéticos, tenía la ubicación perfecta para dar las pertinentes normas y realizar el sorteo.

Saludamos efusivamente a Javier, nos apuntamos, y mientras que acababa de preparar todo para sortear nos apretamos un bocata de panceta monumental, gentileza de don Moisés.

La mañana estaba saliendo redonda, las cosas como son.

Y no les voy a decir que ya tuviéramos el día hecho, qué tontería, porque faltaba a lo que habíamos venido, faltaba cazar, pero este previo a cargar el rifle estaba resultando sumamente satisfactorio.

Trilogía jabalinera de Pelillo
Javier dando las normas de la montería.

Sorteo

Javier comenzó su alocución haciendo hincapié en la seguridad, como es su costumbre.

Comentó que «no creo que haya ningún venado o cierva, pero en cualquier caso no se pueden tirar».

«Hay puestos cerrados, que no quiere decir que sean malos solo que tienen menos tiradero, son muy cochineros. No puedo hacer nada con el aire, y hoy habrá puestos que airearán –se encogió de hombros, como pidiendo disculpas–, pero sí puedo asegurar que la mancha está muy cuidada y cargada de cochinos», prosiguió.

«El Cerro es una mancha muy recogida y está al lado de Navamorcuende, por lo que salimos de aquí mismo según el orden que figura en vuestra tarjeta de puesto. Hay 35 puestos, y aquí están las 35 tarjetas», concluyó.

Barajó otra vez las 35 tarjetas, una voz inocente dijo un número entre el 1 y el 35 y a partir de ese montero Javier comenzó a nombrar.

Quiso la suerte distribuirnos por toda la mancha.

Jose a los Cañaos, que fue al que más sonrió la suerte a priori.

Nico, que esta vez llevaba un secretario de lujo, Moisés, al Carreterín.

El cronista al 2 del Cierre Tamujoso, «es de los cerrados», me comentó Javier. Pues el rifle sin visor, me dije.

El Cerro

Efectivamente, El Cerro es una mancha recogidita, de apenas 300 hectáreas, al oeste de Navamorcuende y muy cerca de la localidad.

Se puede considerar perfectamente como una estribación de la sierra de San Vicente.

Alturas moderadas, que en ningún caso llegan a los 800 metros.

Típico monte mediterráneo: tomillo, romero, retama, jara, chaparro, encina, roble, algún pie de alcornoque…

Monte a veces muy cerrado con zonas más abiertas de monte bajo e incluso pastizal o praderío.

Aroma, comida y encame para el hermano jabalí.

La montería

Dejé los bártulos en la tablilla del 2 y bajé inmediatamente a ver al montero del 3. No teníamos fácil el tiro entre los dos, a cochino pasado, pero como este fuera apretado, sería muy complicado.

Marcamos nuestra posición con el sobrante de las prendas fosforescentes naranjas.

Más sencillo era el tiradero hacia el 1, así se lo hice ver a Enrique –que me causó una fantástica impresión–, el montero que lo ocupaba, él podía tirar sin peligro alguno hasta la zona más apretada de monte, al estar los nuestros puestos en martillo, y yo podría tirar sin problema a mi izquierda, hacia arriba. Deberíamos extremar las precauciones ambos con los visos, como por otro lado hay que hacer siempre.

Me quedé muy tranquilo con esos compañeros de armada, es algo esencial.

La tira marca puestos de Dibe chivándose del aire.

Aireando

El molesto vientecillo no dejaba de soplar, lo malo además es que aireaba, aunque por un despiste inicial creí que se cazaba la otra parte del monte, y la verdad es que me llevé un chasco cuando verifiqué la realidad.

La caza, la montería, es así.

Muy complicado en esas condiciones que rompiera un guarro hacia el 3, sin embargo, por la posición de los puestos, entre el 1 y el 2 dejábamos un hueco sin airear.

Un puesto con vistas siempre es muy agradable, y más si estas son a ese capricho de la roca que es Gredos, la imponente mole granítica donde reina el macho montés.

También era agradable ver en la lejanía alguno de sus preciosos pueblos de ladera, creo que era Pedro Bernardo el que ‘dominaba’ desde el 2 de Tamujoso.

Recuerdo el pavoroso incendio que sufrió esta localidad y su término en 2019, el tercero de esas características desde 1986. ¡Una calamidad!

Había poca nieve en las cumbres. Desgraciadamente este latiguillo lo estoy repitiendo mucho en las crónicas: ¡tiene que llover!

Hasta que no se soltó no se animó algo el cotarro. Disparos sueltos, aunque por mi ubicación no podía oír todos los tiros.

Se monteaba despacio con 6 rehalas selectas, entre ellas las de Pelillo, con don Antonio Rodríguez al frente.

Tiros sueltos, alguna racha, bien, muy cochinero. Tranquilidad en Tamujoso (aireábamos en general), hasta que…

¡Qué intensidad, qué emoción!

Hasta que, de repente, tiró Enrique y se me vino un arrollón de monte encima, a no más de 15 metros de mí el guarro se paró, movía todo el monte, resoplaba…

Estaba claramente herido.

Solo me podía mover unos pasos en paralelo, imposible, no le podía ver.

Otro arrancón, ¡ahora sí que se me viene encima! Y otra vez se paraba, resoplaba, y no le podía ver. ¡Qué impotencia!

Preparé el cuchillo, porque si llegaban los perros ‘habemus’ agarre y tendría que entrar al remate raudo.

El caso es que me daba la sensación de que el guarro se quería arrancar hacia mí, suelo tener sangre fría en estos casos, pero no niego que al menos estaba intranquilo.

Un cochino, que tenía todas las hechuras de ser grande, moviendo monte y bufando de esa manera a escasos diez metros, no es una broma.

Y hubiera sido una barbaridad meterme en el monte sin perros, otra cosa es un agarre, avisando al montero del 3 con el «entro a rematar» hubiera sido más que suficiente.

Minutos infinitos… Rifle en guardia alta… Fue imposible llegar a verle.

Repitió la operación el cochino ahora un poco más lejos, y de repente se hizo el silencio.

A mi modesto entender el animal se había tumbado definitivamente, solo quedaba que acabara la montería e indicarle a Enrique donde estaba.

Epílogo clásico

El guarro se salió de la mancha por el hueco por donde el 1 y el 2 no aireábamos, Enrique lo tiró al ganar el monte fuerte vaciándose del cazadero.

Llegó a mí una rehala con la mano de recogida.

Entró el rehalero con algunos perros donde vi los últimos arrollones de monte, y el guarro no estaba. Malo…

Recogí y fui a buscar la sangre, en esto estaba cuando llegó Enrique y le conté lo sucedido, regresé al puesto y le indiqué donde vi los últimos tarameos, encontró sangre enseguida.

Me dijo que el cochino acusó el tiro claramente, pero se metió en el monte por lo más apretado, también que le entró otro al viso al que por supuesto no tiró.

Dando por seguro que lo encontraría rápido, me tuve que ir porque venían Moisés y Nico a por mí para ir a comer al Piélago.

Mientras, se formaba el plantel muy cerca del puesto que ocupé, un magnífico escenario en lo alto del cerro con Gredos de fondo.

Atípica pero espléndida comida, lentejas y de segundo pollo a la parrilla, un disfrute…

Jose no tiró y no vio nada, eso puede pasar perfectamente en manchas cochineras, sus vecinos sin embargo tiraron y casi todos cobraron caza.

Moisés, Nico y Trasto con la cochina que cobró Nico.

Nico se hizo con una cochina grande e imposible por la velocidad que llevaba, disparó en el único hueco posible, y eso que también aireaban.

Les tuvo en vilo desde que la tiró ante la posibilidad de que fuera un macho.

Yo relataba una y otra vez lo del cochino herido.

En ese momento llegó Enrique, ¡no había cobrado el cochino! Y eso que encontró grandes charcos de sangre donde se tumbaba, pero era imposible seguir el rastro en esa selva.

Entonces Nico y Moisés se ofrecieron a acompañarle con Trasto cuando acabáramos de comer…

Trilogía jabalinera de Pelillo

Un lujo de plantel, inmejorable colofón de la trilogía jabalinera de Pelillo SC

Solo por el marco donde estaba, el plantel ya era un lujo.

Yo eché cuentas de unos 15-20 cochinos cobrados… ¡qué corto me quedé! Ya dije que no escuchaba gran parte de los tiros.

Ya había 28 jabalíes expuestos, más 4 de los perros que estaban cobrando, ¡un total de 32 para 35 posturas! ¿32? Esperen, esperen…

Además, había 5 navajeros de categoría, grandes, es posible que ninguno llegara a medalla, pero sí de los que llenan bien una tabla.

Un lujo para este coqueto cerro, un inmejorable colofón de la trilogía jabalinera de Pelillo Servicios Cinegéticos.

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Javier estaba más que contento, lógico, charlábamos sobre las incidencias del día con él, con su padre, Antonio, que esta vez hizo funciones de rehalero, y con Miguel Recio también del equipo y al que ya saludamos por la mañana. ¡Qué agradables y qué buena gente son!

Merecidas fotografías a monteros, rehaleros, equipo de Pelillo SC, propiedad… y a los jabalíes cazados y expuestos con el máximo respeto.

Llegó Enrique, los Ruiz reiteraron su oferta, cogieron a Trasto, también nos bajamos Jose y yo hasta mi puesto, donde teníamos mejores referencias.

Trilogía jabalinera de Pelillo
Moisés y Jose en el 2 de Tamujoso, Nico, Enrique y Trasto ya habían empezado a pistear el cochino herido.

Epílogo inesperado

Un segundo tardó Trasto en dar con el rastro, justo ese tiempo.

Nico insistía al fino teckel al que llevaba agarrado con la cuerda, Enrique tras ellos.

Moisés, Jose y yo estábamos viendo la jugada desde el 2 de Tamujoso. Es una sensación agradable pero rara a la vez volver al puesto una vez finalizada la montería.

Escuché a Nico decir «que cerquita los has tenido, Adolfo».

Pero en vista de que el cobro no era inminente, Jose y yo nos despedimos, ya que al día siguiente tenía un emotivo encuentro con mi niñez y juventud montera en Ardales.

Lo sentí muchísimo, sobre todo por Jose, que es muy de apreciar el trabajo de los perros, y hubiera disfrutado de lo lindo.

Moisés se unió a la comitiva de rastreo.

Mucho monte, muy cerrado, y hasta una abrupta caída, mucha brega, cuando no era Trasto era Nico el que empujaba y seguía adelante con el rastro.

El rastreo estaba resultando largo y fatigoso, cuando de repente se encontraron una escena nada recomendable.

El cochino estaba vivo, haciéndoles frente, castañeteando las defensas y con las hirsutas cerdas erizadas. Mal momento para resbalar.

Nico resbaló, se cayó al suelo y el guarro se fue a por él con fijeza, por mucho que llevara a Trasto agarrado en los cuartos traseros.

Un instante antes, el teckel, al ver al marrano, rompió la cuerda y se fue como una fiera a por él.

El chaval solo decía «¡qué lo grabe Adolfo!, ¡qué lo grabe Adolfo!», ensimismado en el rastreo no se dio ni cuenta que el cronista llevaba más una hora de agradable charla con Jose y estábamos ya llegando a Las Esparteras.

Trilogía jabalinera de Pelillo
Montarral a la espalda del 2 de Tamujoso donde comenzó todo.

Gloria a los grandes cazadores, a los grandes perros, a los grandes jabalíes

Las patadas al cochino hicieron que este retrocediera en su empeño. Lo que aprovechó Nico para agarrar a Trasto y ponerse ambos a buen recaudo.

El momento fue muy peligroso y de mucha tensión.

Resulta que seguramente por mi culpa, al insistir en que el jabalí debía estar muerto, y porque no había tiempo que perder por la premura de luz, no llevaban utensilios de remate.

Entonces Moisés y Enrique emprendieron una asfixiante carrera a contrarreloj hacia los coches. Cuesta arriba, entre el montarral, media hora tardaron en llegar.

Menos mal que la montería acabó pronto, algo que junto a una respetuosa exposición del plantel es marca de la casa de Pelillo SC.

Lo digo por la luz, porque con otro horario el pisteo hubiera resultado imposible.

El caso es que cogieron los útiles de remate y otra vez corriendo llegaron, ahora mucho más rápido, a la posición de Nico. Este no perdía de vista al cochino que estaba amagado tras una mata.

No cabía otra posibilidad, había que rematar a pólvora.

Enrique declinó tal privilegio, además de la agitación vivida, consideró que era Nico quien se merecía tal honor.

Con Moisés sujetando a Trasto, se acercaron al cochino y este volvió a cargar, ¡qué animal más bravo, más montaraz! Toda consideración es poca para él.

A Nicolás Ruiz Escribano, de 20 años de edad,  no le tembló el pulso. Un ¡pum! puso fin a la contienda.

Se sentaron, se tumbaron, rieron, gritaron, hasta Trasto serenó su ímpetu cinegético…

Se hizo el silencio.

Enrique con Trasto y el bravo jabalí, al que en la foto no se le aprecian bien los colmillos de navajero cumplido.

Epílogos, ahora sí

Javier Rodríguez ha acertado plenamente esta temporada con el planteamiento de Pelillo Servicios Cinegéticos.

Esta trilogía jabalinera se ha saldado casi con un cochino por puesto, ¡en abierto! Un total de 102 jabalíes cobrados con 10 navajeros.

Y ya les podemos adelantar, que la última de Pelillo SC, Chozuelas, ha sido una montería enorme. Muy pronto la crónica.

Sobresaliente para la organización jarandillana en la 2021-2022.

¿32 jabalíes y 5 navajeros? Ven cómo había que esperar, fueron 33 y 6 los cobrados en El Cerro.

Tras los segundos de relax la partida se puso de nuevo en marcha.

Con una navajilla de ‘todo a 100’ de Enrique, Nico avió el trofeo. A pesar de su bravura, el navajero no era bonito, ni fotogénico y estaba escuchimizado… carne para que la aproveche el campo.

De no ser por eso, habrían cargado con el jabalí hasta los vehículos.

Emocionados y exhaustos llegaron a los coches ya con poca luz. Enrique abrazado a la cabeza del cochino.

Gloria para los grandes cazadores, para los grandes perros y para los bravos y montaraces jabalíes, para esos jabalíes que tienen sangre de búfalo.

Crónica y fotografías de El Cerro: Adolfo Sanz Rueda

Fotografías con el bravo navajero: Moisés Ruiz Merello

Crónicas y fotografías de La Matilla y Valmorisco: Javier Rodríguez Torrecilla / Pelillo SC

Trilogía jabalinera de Pelillo

DATOS DE LA MONTERÍA

Organización: Pelillo Servicios Cinegéticos

Fecha: 29 de enero de 2022

Finca: El Cerro / Finca abierta

Término: Navamorcuende, Toledo

Puestos: 35 / Sin cupo / Rehalas: 6

Jabalíes: 33 (6 navajeros)

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