Panorama montero

Aluvión de ladras y disparos en ‘Las Paredes de Abajo’

CRÓNICA

Amanecía despejado en Logrosán la mañana del 24 de noviembre, en la que Monteros el Bardalá había puesto fecha para cazar la mancha de La Higuera, dentro de la finca Las Paredes de Abajo, muy cercana a esta cacereña localidad.

Los monteros acudían al restaurante el Jamón, donde el amigo Gile había citado a sus monteros, con las ilusiones puestas en disfrutar de una buena jornada tras jabalíes y venados.

La mancha había sido preparada a conciencia durante todo el año por la organización y siempre ayudados por la propiedad, y tenían puestas las ilusiones en esta jornada en la que ‘cabalgaban’ solos.

Había indicios y muchos, de que los escurridizos guarros estaban dentro de la zona a cazar, por lo que los nervios se palpaban en los instantes previos al sorteo, y durante el desayuno solo se escuchaban conversaciones sobre las zonas de encame y la forma de entrar las rehalas.

No se demoró el sorteo, y de la mano de Gile que daba las últimas indicaciones, comenzaban a ser nombrados uno por uno los cincuenta cazadores que iban a cerrar la mancha.

El sorteo se realizó a sobre puesto y tras el mismo, el amigo Joaquín Gonzálvez organizaba la salida de las armadas.

Así, partían en primer lugar los dos cierres de Barvellido y el del Potrón, que eran los que cerraban la parte alta de la finca, seguidos del de la Huerta, el del Camino y el de la Cierva, quedando totalmente cerrada la mancha cuando se terminaba de colocar el cierre del Arroyo y de las Paredes.

Pasadas las once entraban al cazadero las Traviesas del Buho, del Pimpollar y del Machalino, provocando que ya algunas reses intentasen salirse del cazadero, escuchándose ya algún disparo en el cierre del Camino.

Media docena de disparos se habían escuchado antes de que las rehalas soltasen en la parte más alta de la mancha, para cazarla hacia el sopié, favoreciendo así la labor de los perreros.

Sobre las doce y cuarto se abrían portones y se organizaba la mano para adentrarse en la espesura de esta mancha de robles y jaras con abundantes zarzales en lo más intrincado de las abundantes cañadas, todo un paraíso para los escurridizos guarros.

Mas de un cuarto de hora tardó en escucharse algún disparo y no fue hasta pasada la media hora de montería, cuando los perros encontraron el primer encame de jabalíes, corriendo estos hacia las traviesas del Pimpollar y del Buho, que se ‘quemaban’ las manos literalmente disfrutando de lances y ladras durante este primer tramo de montería.

La caza, estaba concentrada en la parte baja de la finca, pegada al sopié, donde alcornoques, y encinas besaban el robledal, así, la montería fue in crescendo a medida que los perros se iban acercando a la parte más baja.

Los rehaleros cazaron a conciencia, perdiendo bastante tiempo rebuscando todos y cada uno de los rincones de la parte alta sin resultado. Todo, porque el grueso de las reses y jabalíes, estaban encamados en el último tercio de montería, lo que provocó que la mayoría de lances ocurrieran a última hora, donde se disfrutó de un aluvión de ladras y disparos, terminando la montería pasadas las cuatro de la tarde y sin cazar las rehalas de vuelta.

Los monteros acudieron al cortijo de la finca, donde se había habilitado una carpa para la ocasión, esperándoles unos garbanzos con los que se compartieron experiencias muy diferenciadas dependiendo si en suertes el montero había caído en la parte alta o baja de la finca.

La tarde fue cayendo y la organización se esforzó por sacar a tiempo los veintiún jabalíes y diez venados que finalmente llegaron al plantel. Dos jabalíes agarrados por los perros se les echó la noche encima y hubo que demorar su cobro a la mañana siguiente, por ser imposible localizarlos en el robledal.

Los mejores venados fueron para Ángel Rodríguez, que se hacía con uno de ellos en el número dos del cierre del Potrón, o el amigo Juan Pastor que en el número cinco del cierre de la Cierva se quedaba con un precioso venado de doce puntas.

También afortunados abatiendo los mejores jabalíes fueron el amigo Sergio que se quedaba con un bonito navajero, otro para el amigo Cristofer, también Francisco Sánchez Díaz se quedaba con una buena boca, o Javier Rodríguez, que además del navajero se quedaba con una jabalina, completando la quinta boca el abatido por Sebastián Pachón.

La noche les pilló en la finca a los monteros, que se resistieron a abandonar el lugar hasta ver completado el plantel, comentando los avatares de esta buena jornada en solitario para Monteros el Bardalá.

Crónica e imágenes: Carlos Casilda Sánchez

DATOS DE LA MONTERÍA

Organización: Monteros el Bardala

Fecha: 24 de noviembre de 2018

Finca: Paredes de AbajoMancha: La HigueraHectáreas monteadas: 550

Término: Logrosán (Cáceres)

Puestos: 50  / Sin cupo / Rehalas: 18

Jabalíes: 23 (5 navajeros)

Venados: 10

Ciervas: 4

GALERIA FOTOGRÁFICA

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