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La caza de trofeos es la solución para la conservación de la vida salvaje en África

La discusión pública sobre cómo la caza de trofeos influye en la situación de la vida salvaje en África se ha reabierto tras la publicación de un editorial en National Geographic titulado: «La caza de trofeos en África está en decadencia y deja ser rentable».

Tal sugerencia es, en el mejor de los casos, engañosa. Sin embargo, demuestra la necesidad de un análisis más completo de toda la situación para que los inapreciables recursos de la vida silvestre se puedan seguir manteniendo en lugares salvajes ahora y en el futuro.
La vida silvestre en África ha sufrido tremendamente, y las mafias ilegales que practican el furtivismo se han beneficiado enormemente de los equivocados esfuerzos de los anticaza en otras partes del mundo.
En un discurso ante funcionarios europeos, Michel Leonidas Mantheakis, presidente de la Asociación de Operadores de Caza de Tanzania, resumió así la situación general: «Es irónico que la presión contra la caza haya provocado la muerte por furtivismo de más elefantes, leones y otros animales salvajes que la que los safaris hayan realizado nunca… Una decisión tomada sobre una información equivocada nunca puede ser correcta. «Cuando el sentimentalismo prevalece se está obligado a llegar a conclusiones erróneas, incluso si la información es correcta».
Los cazadores, como conservacionistas, practican el uso sostenible de los recursos de la vida silvestre. No ha sido hasta hace poco que nuestro mensaje se está difundiendo de manera más amplia para que aquellos interesados ​​en la verdadera conservación y en el manejo efectivo de la vida silvestre puedan comprender la totalidad de los problemas tan complejos involucrados.
La caza de trofeos bien regulada ayuda a la vida silvestre y las economías locales, mientras que los ataques a la caza pueden dañar a los mismos animales que todos queremos salvar.
Cualquier disminución de la caza en África se debe, al menos en parte, a las restricciones de importación impuestas por los gobiernos extranjeros. Existen diferencias significativas en la conservación y los beneficios económicos entre países como Sudáfrica y Namibia, que tienen programas de caza sólidos en comparación con países como Kenia y Botsuana que actualmente carecen de programas de caza sólidos.
Por ejemplo, un estudio relevante titulado «La ecuación de la conservación en África» ​​concluyó que entre los años 2012 y 2014, la caza para la conservación contribuyó con 426 millones de dólares americanos al producto interior bruto (PIB) de Botsuana, Etiopía, Mozambique, Namibia, Sudáfrica, Tanzania, Zambia, y Zimbabwe. Además, el gasto directo de los cazadores extranjeros inyectó 326 millones de dólares adicionales en estas economías del sudeste de África, al tiempo que también genera más de 53.000 empleos para los residentes locales. La caza que tiene lugar en estas tierras y el beneficio económico posterior que proporciona no tiene un sustituto viable.
Además, la caza de trofeos desempeña un papel vital e insustituible, no sólo en la tierra, sino también en la conservación de la vida silvestre. Los millones de dólares que los cazadores traen a estas naciones africanas ofrecen incentivos poderosos, tanto para los gobiernos como para los propietarios privados de tierras, para preservar la tierra para la vida silvestre. Incentivados apropiadamente por las inyecciones de efectivo que traen los cazadores cada año, las poblaciones locales son más proactivas en el manejo de amenazas reales a la vida silvestre, como el furtivismo indiscriminado y el desarrollo de tierras agrícolas.
Por ejemplo, los programas de caza han mejorado el estado de conservación de varias especies africanas. Un informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) muestra:
  • El rinoceronte negro se recuperó de aproximadamente 1.000 en la década de 1890 a más de 3.500 en la actualidad;
  • Las manadas de búfalos del cabo fueron diezmadas a principios del siglo XX. Hay más de un millón en la actualidad;
  • La población de rinocerontes blancos era inferior a 100 en 1895. Actualmente existen entre 19.600 y 21.000 rinocerontes blancos;
  • La población de bontebok fue de 126 en 1925. La población es de más de 8.000 en la actualidad.
Sin la caza de conservación, estas naciones africanas, sin duda, verán un aumento del conflicto entre humanos y la vida silvestre, una rápida pérdida del hábitat animal debido a las actividades humanas y una pérdida insustituible de apoyo económico para las comunidades locales.
Si la caza está disminuyendo, se deben hacer esfuerzos para mejorar o revitalizar la actividad cinegética para que se puedan lograr éxitos de conservación adicionales.

Por Paul Babaz, presidente del Safari Club Internacional

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