La edad, supongo, y los acontecimientos me han llevado a un estado de ánimo en el que he pasado de vivir de ilusiones a vivir […]
Desde el pulpitillo
Carlos E. López
El coto ecológico
La muerte sigue recorriendo nuestros campos con su guadaña levantada, transformando su fantasma unas veces en forma de veneno contra los topillos, otras en forma […]
Días de agua… y rosas
Después de unas cuantas ciclogénesis explosivas que nos han dejado hechos unos zorros, parece que el sol quiere asomar tímidamente entre tanta nube para dar […]
Hemos pisado una…
Nuevamente aparecen los astifinos pregonaos con ganas de echársenos a los lomos, buscándonos las zapatillas con ahínco en cada pase. Ya avisaron al no derrotar […]
¡Ay, de nosotros!
¡Ay, de nosotros!, si los socialistas siguen a estas alturas teniendo alguna representación en el Parlamento Europeo. El desprecio que estos representantes de una parte […]
Carta abierta a don Juan Carlos I rey, padre de rey
Señor, se produce aquí un fenómeno extraño. Cuando escribo estas líneas, todavía sois mi rey. Sin embargo, cuando salgan a la luz, ya seré fiel […]
Ahora, sin Makoki
Al acercarme al jaulero, he visto que Makoki tenía la cabeza por fuera de la piquera. No se ha levantado al notar mi presencia. Tenía los ojos todavía abiertos y brillantes, como aferrándose a la luz que ya no le llegaba. Los demás pájaros estaban en silencio, creo que habían visto pasar la muerte cerca y al no escuchar gutear al ‘gallo banda’, tampoco me han dedicado el saludo de cada mañana.
Ahora piden que se prohíba la caza en Europa
Mi hijo, de trece años, ha puesto el dedo en la llaga: “Papi, si es que están gilis”. Pero yo quiero abundar un poco más.
La Unidad Militar de Emergencias, ‘Premio Caracola de Oro Honorífica’
El sábado 27 de septiembre fue uno de esos días especiales, que dejan un sabor dulce y un espacio abierto para siempre en la memoria. Cumplía dos satisfacciones a la vez: el jurado de los Premios Caracola había estimado mi propuesta de conceder la Caracola de Oro Honorífica a la Unidad Militar de Emergencias (UME). Y, por otro lado, el mando de esta Unidad había comisionado a mi hijo, cabo de esta unidad en Zaragoza, para desplazarse a Los Yébenes a recoger el premio en compañía de dos de sus superiores del cuartel general: el coronel Gallego y el comandante Moreno.
¡Bendito collar!
Mi perra, era el sueño de un rehalero : Desaparecía de mi vista al saltar del coche y no volvía a verla hasta hartarme de llamar de regreso al cabo de tres o cuatro horas. A lo sumo, le escuchaba persecuciones y ladras a lo largo del coto o la veía dos cerros mas allá marcando la carrera del bicho con su potente voz. Un viento privilegiado. Saltaba del coche, elevaba la nariz al cielo como pidiendo consejo al Dios de los perros cazadores, se orientaba y desaparecía, sin intención siquiera de despedirse, en busca del infeliz que le hubiera servido al viento sus emanaciones, aunque estuviera a quinientos metros. Martillo pilón de peludos imprudentes, y maldición celestial para los descuidados que dormitan en los encames.