Desde el pulpitillo

Carlos E. López

Desde el pulpitillo

Ahora, sin Makoki

Al acercarme al jaulero, he visto que Makoki tenía la cabeza por fuera de la piquera. No se ha levantado al notar mi presencia. Tenía los ojos todavía abiertos y brillantes, como aferrándose a la luz que ya no le llegaba. Los demás pájaros estaban en silencio, creo que habían visto pasar la muerte cerca y al no escuchar gutear al ‘gallo banda’, tampoco me han dedicado el saludo de cada mañana.

Desde el pulpitillo

La Unidad Militar de Emergencias, ‘Premio Caracola de Oro Honorífica’

El sábado 27 de septiembre fue uno de esos días especiales, que dejan un sabor dulce y un espacio abierto para siempre en la memoria. Cumplía dos satisfacciones a la vez: el jurado de los Premios Caracola había estimado mi propuesta de conceder la Caracola de Oro Honorífica a la Unidad Militar de Emergencias (UME). Y, por otro lado, el mando de esta Unidad había comisionado a mi hijo, cabo de esta unidad en Zaragoza, para desplazarse a Los Yébenes a recoger el premio en compañía de dos de sus superiores del cuartel general: el coronel Gallego y el comandante Moreno.

Desde el pulpitillo

¡Bendito collar!

Mi perra, era el sueño de un rehalero : Desaparecía de mi vista al saltar del coche y no volvía a verla hasta hartarme de llamar de regreso al cabo de tres o cuatro horas. A lo sumo, le escuchaba persecuciones y ladras a lo largo del coto o la veía dos cerros mas allá marcando la carrera del bicho con su potente voz. Un viento privilegiado. Saltaba del coche, elevaba la nariz al cielo como pidiendo consejo al Dios de los perros cazadores, se orientaba y desaparecía, sin intención siquiera de despedirse, en busca del infeliz que le hubiera servido al viento sus emanaciones, aunque estuviera a quinientos metros. Martillo pilón de peludos imprudentes, y maldición celestial para los descuidados que dormitan en los encames.