Entre tórdigas

Juan Pedro Juarez

Entre tórdigas

Perdón, Sr. Perelló

Me encontraba yo, hace semanas, en mis quehaceres montaraces y me pareció oír una enorme carcajada, cierto es, en la lejanía y con un acento que no supe distinguir, debido a que, como yo no soy un desocupado ni un alto jerarca ni mato por matar, no voy al extranjero. Si hubiese sido alguna de esas cosas, hubiese reconocido el marcado acento francés de la gruesa carcajada. Ayer lo supe. El acento provenía de un funcionario del Parlamento Europeo al leer una solicitud del Partido Socialista Español.

Entre tórdigas

‘Gorrinas y bellotas’, de las tertulias con Gundi y Ale

Aquel cochino verato cruzó el Tiétar por El Pozuelo, se pasó a El Arenal llegó hasta El Frontón y, al oír a los perros de Casagrande, torció con el Levante en el morro hasta llegar a El Espartero. De ahí, al Bünchen y, cruzando el carreterín, hasta Calabazas y el puente romano y allí, con los jamones doloridos por las navajas de quien lo había echado de Gredos, llegó hasta Navalcán, paraíso que apestaba a grullas, bellotas, huertas y hembras de cebo y montanera. No había gran rastro de jabalinas, aquello eran todas tierras de labor, pero se olía a libertad, a perdigón de “setima” y a ausencia de macarenos.