El corzo (Capreolus capreolus) es una especie de mamífero artiodáctilo de la familia de los cérvidos. Se podría calificarse como un ‘antílope de bosque’ por su morfología y adaptaciones al salto (Consejería de Medio Ambiente de Andalucía, 2015).
Su área de distribución se extiende desde Europa hasta China. En España, la distribución del corzo sigue en expansión, apareciendo nuevas poblaciones donde hace pocos años no las había. Esto se debe a su poder adaptativo, pudiendo vivir en bosques espesos (cerrados) como en amplias praderas. Es una especie solitaria a diferencia de la mayoría de los cérvidos europeos.
Caza a rececho: modalidad selectiva
Muchas son las definiciones de la caza a rececho. Por ejemplo, Wikipedia (2014) define a la caza a rececho como una «modalidad de caza que se práctica en todo el mundo y se practica a pie e interviene un único cazador y un guarda que supervisa la cacería». Para Sánchez (2007), «la caza al rececho es para algunos las más ‘pura’ de las modalidades cinegéticas. En ella se establece una persecución entre cazador y pieza, sin más ardid ni ayuda que el conocimiento del medio y las costumbres de los animales».
Desde el punto de vista de las Ciencias del Deporte, Gamonales y León (2014) exponen que la caza del rececho, junto a la espera o el aguardo, son modalidades selectivas, ya que se seleccionan el animal a abatir y el momento justo de disparar. Por lo tanto, se puede señalar que el cazador de rececho se integra plenamente en el entorno natural, sin ayuda de otros cazadores o de perros. Es un auténtico conocedor del medio y de las costumbres de las especies cinegéticas a cazar. Además, dicha disciplina requiere constancia y paciencia pues implica caminar durante muchas horas hasta localizar la pieza de caza mayor (corzos, venados, rebecos, gamos, cabras monteses, etcétera).
Se puede señalar que dicha disciplina demanda una gran preparación física. «(…) el cazador de caza mayor que practica el rececho ha de disponer de una mejor preparación física, para buscar, perseguir, tirar, cobrar y en muchos casos también, transportar sobre sus hombros la pieza abatida que, por supuesto, no requiere en igual medida el cazador de caza mayor que practica la modalidad de montería», González (2000).
Siguiendo en esta misma línea, la Real Federación Española de Caza (RFEC, 2011) expresa que «será necesaria la buena forma física del cazador, según la especie a cazar y la orografía del terreno». Por lo tanto y, teniendo en cuenta que donde se desarrolla principalmente esta modalidad es en montaña, se puede afirmar que el cazador de rececho va a demandar una gran condición física, que va a depender de las capacidades físicas, Muñoz (2009).
Es evidente que no es lo mismo cazar en llanura de poca altitud que hacerlo a dos mil metros sobre el nivel del mar. Por lo tanto, será conveniente que cuando se practique la modalidad de rececho en montaña, el cazador esté preparado físicamente, ya que se deberá perseguir a un animal adaptado a las alturas (Gamonales y León, 2014).
Con lo cual, si el cazador no está bien físicamente, entre los tantos problemas que se le pueden aparecer está la fatiga, que, según Stilman (2011) «la fatiga y el dolor muscular es producido por falta de entrenamiento, ya que son el producto de exponerse a un trabajo para el cual nuestro organismo no está preparado». Por lo tanto, si aparece la fatiga durante el rececho o durante el transcurso de una jornada de caza de la modalidad que sea, es conveniente pararse y descansar, ya que se estará perdiendo atención y concentración, además de estar exponiendo la integridad física por encima de su capacidad en ese momento (Gamonales y León, 2015a). Además, Gamonales y León (2014) citan que la caza a rececho demandan una serie de capacidades físicas básicas para afrontar las jornadas de caza. (Ver Tabla 1, abajo).
Por otro lado, el cazador de rececho a la hora de efectuar un disparo para abatir una pieza puede adoptar dos posiciones claramente diferenciadas:
–Francotirador tumbado. El cazador se colocará en posición decúbito prono con el objetivo de conseguir gran precisión en el disparo. Además, el cazador, para evitar arañar o estropear su arma, apoyará el guardamano (suplemento que recubre parte del cañón) en alguna zona blanda como puede ser mochila, abrigo… o incluso se puede utilizar un bípode, lo que le permite hacer el menor ruido posible, a la vez que fija el arma para hacer un disparo certero.
–Francotirador sentado. El cazador se coloca en posición de sentado, de forma cómoda, sin forzar la postura. El arma se coloca encima del brazo, que estará apoyado justo delante de la rodilla contraria al brazo que dispara.
Consejos para tener éxito en el rececho de corzo
Para llevar acabo el rececho de corzo es mejor estudiarlo con antelación. De esta manera, se sabrá qué individuos nos interesan abatir y se conseguirá abatir al corzo en los lugares donde están establecidos y no se vagueará por el campo sin un objetivo claro. Aun así, esto no es una exigencia imperiosa, porque la experiencia puede dictar más o menos donde se debe encaminar nuestros pasos, sin haberlo confirmado antes (Segovia, 2010). Teniéndose en cuenta lo citado anteriormente, algunos consejos para tener éxito en la práctica físico-deportiva de la caza del rececho de corzo son:
–Estar en forma física para afrontar las largas jornadas de rececho de corzo. Para ello, se recomienda realizar actividad física adicional moderada durante al menos treinta minutos al día. Por ejemplo, realizar ejercicio cardiovascular (de 4 a 6 horas semanales, en 3 a 5 sesiones de entrenamiento), ejercicios de fuerza-resistencia (2-3 veces a la semana en sesiones de 60-90 minutos) y ejercicios de estiramientos (a diario). De esta manera, se evitarán lesiones y accidentes durante la actividad cinética y a que el colectivo de los cazadores goce del respecto de todos (Gamonales y León, 2015b y 2015c).
Durante las jornadas cinegéticas, los cazadores deberán mantener estados óptimos de atención y concentración, tan sólo de esta manera podrán minimizar al máximo los riesgos para las personas que la practican y para terceros.
–Estudiar el terreno y mejores horas. Los corzos son animales territoriales desde que descorrean hasta después del celo. Conocer el territorio va a permitir al cazador y al guía saber dónde se encuentra cada macho. Es importante dejar que sean ellos los que se muestren, por lo que el cazador y el guía de rececho de corzo se deben mover lo menos posible y ser muy sigilosos.
Respecto a las mejores horas para abatir un corzo se recomienda al amanecer y en el crepúsculo. En estas horas será más fácil su localización.
–La ropa y las botas. Han de ser ligeras, de manera que permita al cazador desenvolverse con facilidad en el medio natural. Dependiendo la estación del año así como el terreno cinegético, se utilizará más protección o no (abrigos), porque es posible que durante un rececho haga frío. Por lo tanto, será necesario preverlo con antelación. Las prendas ligeras y transpirables permiten la eliminación de la sudoración que se produce al caminar, a la misma vez mantiene al cazador seco.
Las botas deben ser cómodas y suaves, de manera que no castiguen a los pies. Se aconseja que sean impermeables. Hay numerosos tejidos tipo gore-tex que son muy recomendables. Las botas deben evitar torceduras.
–El rifle y el visor. Ambos deben ser lo más ligeros posible, de manera que durante la jornada de caza no suponga una excesiva carga para el cazador.
El rifle debe ser de un calibre pequeño acorde al tamaño del corzo, ya que es el menor de los cérvidos. Respecto al visor es fundamental que tenga una buena calidad de aumentos y que sea lo más luminoso posible. La mayoría de los disparos se realizan con poca luz.
–La óptica. Llevar unos buenos prismáticos es fundamental para tener éxito en los recechos. Por ejemplo, unos prismáticos 7×42, 8×30 o 8×42 son buenos por su tamaño, ligereza y manejabilidad. CyS
Por José Martín Gamonales y Kiko León Guzmán